Cuarto café

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Mi hermano me habla de la "experiencia" que tuvimos hace algún tiempo.
Yo estoy seguro de ser gay, y estoy tan seguro de que ya no quiero vivir como alguien que no soy solamente para hacer felices a los demás.
Sé que mi hermano sabe lo que soy, pero él esta obsesionado por que seamos perfectos y quedar bien delante de mis padres.
Estoy llegando a mi límite de aguantar su mal carácter, su enojo y de que me presione con sus temores.
Soy un adulto perfectamente capas de asumir los riesgos de tomar mis elecciones.

-¿Qué te sucede? Uriel conduce en la autopista, el olor aromático del café llena el pequeño espacio.

-Nada, respondo desganado, mientras trato de ordenar mis ideas, no quiero adelantarme y explotar con mi hermano.
Aunque debo admitir que extraño la complicidad que nos teníamos.
Extraño tener a mi confidente, a mi secuaz. Ahora parece que tengo un ogro que me vigila y censura.

-Mira, la mano de Uriel se la pasa por la cara con desesperación, como si tratara de encontrar la mejor forma de hablarme sobre la fecha próxima del fin del mundo, -disculpame si te grité, es solo que ya se nos hacía tarde, yo suspiro, no sé como decirle a mí hermano que me importa un pepino el horario, la empresa, sus nervios o lo que piensen nuestros padres, pero lo observo y sé que no esta cómodo con mi silencio y también sé que nececito ordenar bien mis ideas.

-Mira Uriel, no te preocupes, yo ahora traigo muchas cosas por resolver.
Uriel me mira, la conexión que tenemos es muy fuerte, él sabe.
Yo nervioso bajo la mirada temiendo que el encuentre lo que yo tanto quiero ocultarle.
Uriel tensa la mandíbula, -creo que vas a tomar decisiones, y eso nos puede afectar.
Yo cansado aprieto el puente de mi nariz preguntándome en qué momento el comprar un simple café se había convertido en una pelea por asumir mi orientación sexual.

-Uriel, a veces extraño a mi hermano, Uriel rasca su cabeza como un monito que no comprende una ecuación.
-¡Me ves todos los días!, yo niego con la cabeza, -no me refiero a eso Uriel, -me refiero a que extraño a mi amigo, a mi cómplice, a mi compinche, pero en cambio tengo esto, señalo a mi hermano con la mano.

-Oye, me estas apuntando entero, yo sonrio con tristeza, -hace un tiempo que pareces alguien que se comió un palo de escoba y se le atravesó por el culo, Uriel me mira ofendido.

-Oye Urias, ¿a qué viene todo esto?, yo me siento desesperado, no quiero entrar en controversia con mi hermano, quien cada vez me desespera mas.

-Tú sabes a que viene, respondo en mi límite.
Uriel me mira de forma cuestionadora y luego entrecierra los ojos, -no estas pensando en arriesgarte, ¿o sí?, yo suspiro y desvío la mirada, pero la rueda esta girando ya.




Me asusta Urias y sé que su mirada nada tiene que ver con que yo le haya apurado, es solo que deseo ganar tiempo.
Sin embargo la tristeza en sus ojos me dice que extraña esa sencilla complicidad casi infantil que teníamos.
Yo también añoro esos tiempos, tiempos en los que realmente eramos una sola persona, hasta que de pronto, ni siquiera sé cuando empezó el momento en que tomé la forma de pensar de mi padre y luego la hice tan mía que infecté a mi despreocupado hermano.












-Liam por favor limpia esas mesas, la jefa ha calmado su trato severo, gracias a que vino un cliente, un amable hombre mayor y llamó la atención de la gorilita, diciéndole que sus gritos se escuchaban hasta la luna, debo afirmar que hoy es un día extraño.
Después de asegurarme que no morí o me transporté a un universo paralelo, vi cosas que no comprendo.
Ahora camino a casa, estoy cansado pero tengo tarea que hacer.
A veces llegar a casa es solitario, aunque el vivir solo me consuela, pues no me imagino condenando a otro humano a vivir conmigo sin poner en riesgo su salud mental.
Sé que soy un caos, soy distraído, soy torpe, y soy tan yo.
Pero solo por momentos en las que un Urias me sonrió es cuando anhelo la convivencia con alguien mas.
Cuadro los hombros y camino decidido a sobrellevar mi situación, a dejar de lamentarme por lo que no tengo y a ser feliz por lo que tengo, estoy tan optimista hasta que una densa lluvia empieza a caer, es como si de esa forma recordara que yo, soy Liam malasuerte.





Ya en casa dejo mis cosas en la cama, es hora de que me de un baño, es hora de que tome elecciones de adulto y de que me arriesgue para ser feliz.
¿Qué quiero?
Quiero ser libre para caminar por la calle y mirar los traseros o paquetes de otros hombres, quiero poder cantar fuerte las canciones de Gloria Trevi sin ser cuestionado por mis gustos, quiero llorar con las películas de amor, quiero ser feliz a pesar de estar solo.
Me avergüenzo de mi mismo, por haber permitido dejar de ser yo, por dejar que la felicidad de otros fuera puesta en mis hombros y aplastara la mía.
Me avergüenzo por permitir disfrazarme de un hombre "normal", cuando lo normal es ser libre, cuando lo normal es ser feliz.
Estoy avergonzado de ser un cobarde a demás hay un lindo chico que no quisiera perder de vista. Hay un chico al cual quiero enamorar abiertamente.
Mi casa, a pesar de estar en un lugar muy nice, es solitaria.
Daría todo por estar con alguien y tomarlo de la mano.
No soy tonto, sé que puede no resultar, sé que mi corazón puede terminar roto, pero prefiero eso a seguir fingiendo complacer y yo Urias Hinojosa morir cada día.

Todo por un café.Where stories live. Discover now