U N O

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Annabelle.

¿Qué es el miedo?

Es esa sensación de angustia ante un eventual prejuicio, ya sea real o no. Todos alguna vez sentimos tal emoción. Por ejemplo, cuando somos pequeños, le tenemos miedo a la oscuridad, tal vez al pensar que al apagar las luces monstruos que se ocultan en nuestros armarios o debajo de nuestras camas saldrán para atraparnos. A la edad de cuatro o cinco años es perfectamente razonable creer que existen tales cosas como los monstruos de dientes y garras filosas, que vienen a llevarte lejos de tu casa y de tus padres.

Sin embargo, a medida que vas creciendo, vas superando todos tus temores. El miedo a dormir con la luz apagada, se desvanece como el humo y todo se vuelve insignificante, insustancial. Pero la sensación nunca se va, al menos no completamente. Puesto que, con el hecho de convertirte en un adulto, trae consigo nuevos temores, problemas y angustias, el miedo siempre será una parte importante de nuestras vidas que muchas veces nos impedirá cumplir con los deseos más profundos y anhelantes de nuestro corazón. Consigue un trabajo, paga tus facturas y tu comida, son algunos de las preocupaciones de crecer. La presión desencadena el miedo y todo lo demás. El mundo es una gran máquina de presión; sobrevivir no es tan simple como se cree que es, y más si tienes que sobrevivir a la oscuridad que llevas dentro, la cual tratas de impedir que te consuma, al racismo, los prejuicios y la discriminación.

Porque en este mundo si eres diferente, alejándote de los parámetros establecidos por una sociedad egoísta y cruel, es penalizado de la peor forma posible: rechazo. Ser diferente, hoy en día, es casi considerado una herejía.

Somos criaturas temerosas por naturaleza, así lo olvidemos o decidamos ignorarlo. Cuando miras a los lados antes de cruzar una calle ¿Qué buscas? Que un auto no vaya hacia ti y te arrolle. El miedo a morir es real, palpable, pero lo ignoramos ¿Por qué? Por temor a lo desconocido, a aquello que ocurre después de la muerte. Tal vez exista el descanso eterno o tal vez no. En lo personal, opino que nada puede ser peor que los horrores que te toca presenciar en vida.

Cuando finalmente entiendes que hay cosas peores que monstruos debajo de tu cama, o que una chica o chico no te ama, o que has perdido tu teléfono celular porque tienes una compulsión de tomarle fotos a todo lo que se mueva, ahí es cuando finalmente comprendes que es realmente vivir y que es convertirse en un adulto. Tus prioridades cambian, y te preocupas más por tener comida sobre tu mesa que por tener un celular más costoso que tu propia vida. Porque ya no estás bajo el cobijo de tus padres, a salvo, segura y cómoda, estás ahí afuera, a merced de las vicisitudes de la vida y de todos los terrores nocturnos, así que tienes que crecer y dejar de ser tan superficial y frívolo.

Y cuando eso sucede, te das cuenta de que, después de todo, los monstruos en realidad existen y no me refiero a la índole de Drácula o de Pie grande. Me refiero a los verdaderos monstruos: nosotros mismos, los humanos. Una especie capaz de crear las más grandes maravillas, y también es perfectamente capaz de destruirlas en un segundo por un capricho. Somos capaces de las más viles bajezas, y todo por poder, placer o un simple berrinche. Somos capaces de dar tanta bondad, amor y luz. Pero también somos capaces de traer tanta oscuridad, destrucción y desolación. Finalmente comprendes de quienes en realidad tienes que cuidarte, protegerte, y a lo que verdaderamente debes temer son a las personas de sonrisas falsas y muecas cínicas que están dispuestas a clavarte un puñal por la espalda si eso significa que, de esa manera, puedan obtener un beneficio.

PURGATORIO |Souls Fractured #2|Where stories live. Discover now