Capítulo 4

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Hermione tragó saliva y trató de procesar todas las cosas que las palabras de Draco implicaban. Él la había llevado hasta su casa; la base de operaciones de su mafia. El jodido lugar más importante y peligroso de todo su círculo. Tomó profundas respiraciones y trató de ignorar la mirada interrogante de Draco. Tenía que salir de allí cuanto antes. El rubio pareció entender su turbación y soltó un suspiro.

El hombre sacó el móvil de su bolsillo e hizo una llamada rápida, sus ojos clavados en ella en todo momento mientras esperaba a que la persona a la que marcó le cogiese el teléfono. Pocos segundos después se dejó de escuchar el pitido de llamada y una voz gruesa se escuchó desde el otro lado de la línea.

—Necesito que lleves a una persona a un sitio —comentó con tranquilidad y se quedó en silencio escuchando la respuesta que le daban—. No, está aquí en la casa. Antes de las doce, Potter y su gente vendrá dentro de poco. —Los ojos grises seguían clavados en ella mientras hablaba—. Vale, date prisa.

Draco colgó el teléfono y el silencio reinó entre ellos unos minutos antes de que el rubio diese un paso hacia atrás y apartase su mirada hasta el reloj que había colgado en la pared.

—Un hombre de mi confianza vendrá a buscarte y te llevará a tu casa —informó y se dio la vuelta.

—¿Ya está? ¿Así de sencillo? —cuestionó ella y Draco se giró con una ceja arqueada.

—¿Cómo?

—Me has traído a tu base de operaciones un lugar en el que, según lo que tengo entendido, solo los peces gordos de tu mundo pueden entrar —dijo ella—, y no tienes problema en decirme dónde me encuentro y tampoco pareces tener problema alguno con el hecho de que un hombre de tu mafia va a llevarme a mi casa, ¿y esperas que no me sorprenda?

—Sí, básicamente es eso. —Draco suspiró—. No hagas una montaña de un grano de arena, morenita. No se va a acabar el mundo porque tú estés en mi casa, tampoco es como si supieses donde te encuentras exactamente.

Hermione iba a replicar a eso cuando entró un hombre alto y pelirrojo. Llevaba un traje color negro, unas gafas del mismo color sobre sus ojos y una pistola en una de sus manos. Draco hizo un gesto con la cabeza y el hombre se acercó hasta ellos.

—Me encantaría charlar contigo todo el día, morenita, pero no puedo —le dijo y Hermione miró a Draco fijamente—. Él es George, te llevará a casa.

Mantuvo su mirada clavada en Draco antes de sacudir la cabeza, negando, y comenzó a caminar detrás del otro hombre cuando éste le hizo un gesto para que se moviese. Cuando llegaron a lo que parecía ser un garaje, una mujer apareció de la nada y la miró de arriba abajo, una media sonrisa surcó el rostro ajeno antes de que inclinase la cabeza ligeramente en dirección al hombre y se alejara.

Subieron al coche en completo silenció, encima de uno de los asientos estaban sus llaves, su móvil y su cartera, así que los cogió y los guardó. Tras unos minutos se encontraban saliendo del garaje de la casa. Los cristales de la parte de atrás del coche estaban tintados completamente, por lo que no podía mirar al exterior y los controles para bajar las ventanas estaban bloqueados, la parte del conductor estaba cerrada por una especia de ventanal negro, como en las grandes limusinas que veía por la tele.

Se mantuvo mirando hacia sus manos todo el camino. Le había quedado una sensación agridulce en la boca por la forma en la que Draco la había despachado de su casa y cómo había tratado con tanta ligereza el hecho de que hubiera ido a su casa.

¿Por qué la habría llevado a su casa? ¿Acaso no le preocupaba el hecho de que hubiese estado en su base de operaciones? ¿Llevaría allí a todas sus conquistas?

Dark paradise [Dramione]Where stories live. Discover now