Capítulo 3

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Tokiya se reintegraba en su cama seguido de un sonoro gruñido de desgana, los rayos del sol parecían ser más abrazadores esa madrugada; impidiéndole incluso dormitar. Cuando sus orbes se adiestraron a la luz, escaneó la habitación buscando a Ittoki, pero no estaba allí.

Suspiró, aquel sería el segundo día en la nueva sección a la cual había sido asignado tras la suspensión. Otra vez entre los murmullos, entre las miradas..., se levantó sin ninguna gana del colchón.

, se levantó sin ninguna gana del colchón

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Si lo deliberaba bien, aquella no era tan mala idea. Pero acabó por desecharla como las demás, Ittoki permanecía en el pupitre que se le había asignado en su salón, con un cuaderno en la superficie y un lápiz en su mano, con la hoja de cuaderno garabateada y con su labio inferior siendo mordido.

Quería ayudar a Tokiya, y ahora que este le había dado una oportunidad; bueno, que se le había asignado la tarea de ayudar a Tokiya a sentir la música antes del debut, él no quería llamarlo "deber", quería que si Tokiya pedía ayuda no fuera por "deber", sino por "querer". Suspiró, él era demasiado reservado como para hacer eso por atrevimiento propio.

En un momento de desgracia, alzó la mirada a su entorno, se sorprendió al darse cuenta que el salón estaba lleno y con él profesor dando la clase. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Había llegado como a las seis de la mañana a comenzar en el desolado salón una "lluvia de ideas", pero parece que se metió tanto en buscar ideas, que no se dio cuenta cuando el sol salió y el timbrar metálico de la campana.

Sacó su libro de la mochila y comenzó a escribir, sin entender demasiado. A su lado, oyó un murmullo.

─Si no entiendes algo me avisas ─expresaba, confuso; se giró a ver. Era Tokiya, anotando en su cuaderno.

Ittoki estaba que no le cabía la emoción en el pecho, ¡Tokiya se había avecinado por su cuenta! Aquello no era algo muy frecuente, agradeció con un asentimiento de cabeza y volvió a su cuaderno.

Ittoki estaba que no le cabía la emoción en el pecho, ¡Tokiya se había avecinado por su cuenta! Aquello no era algo muy frecuente, agradeció con un asentimiento de cabeza y volvió a su cuaderno

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