Capítulo 9

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Haruka no sabía qué hacer, así que simplemente pidió a Ren un segundo, y fue corriendo a la habitación de Ittoki y Ichinose

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Haruka no sabía qué hacer, así que simplemente pidió a Ren un segundo, y fue corriendo a la habitación de Ittoki y Ichinose. Hizo su pequeña y delicada mano un puño y golpeó tres veces la madera, al principio no se oía nada.

¿Y cómo se iba a oír? Si el silencio sepulcral entre los dos adolescentes se había llevado el ruido. Los dos estaban adentrados en sus subconscientes, hablando con ellos, y dedicándose una mirada que parecía incapaz de romperse, ninguno había notado el golpear en la madera.

— ¿No dirás nada? —cuestionó Ichinose, viendo los labios de Ittoki por un segundo y volviendo a sus ojos, detallando sus largas y tupidas pestañas. Pensando que él era la persona más bella del mundo.

—Tokiya, yo... —él menor sonrió, sabiendo bien ya su respuesta. Sin embargo, su oración fue interrumpida por otro golpear en la puerta.

— ¡Chicos! ¡Lo siento pero es una emergencia! —exclamaba la voz de Haruka, con su pequeño pie golpeando el suelo repetidas veces, impaciente.

Los chicos se miraron, Ittoki mordió su labio, deseando por primera vez ignorar a su amiga. Ittoki abrió su boca, pero la volvió a cerrar, indeciso de qué hacer, — ¿No puede esperar? Es importante. —alegó alto, dirigiéndose a Haruka.

—No, es sobre Ren y Masato —comentó Haruka.

Tokiya veía a Ittoki anhelante, deseando que no se fuera de su lado, que su calor corporal no abandonara el propio, deseando con su mirada oscura decirle todo lo que no podía, decirle lo mucho que lo amaba, lo mucho que temía ser lastimado, y de lo fácil que sería herirlo.

—Perdón... Prometo decírtelo a penas estemos solos. —aseguró Ittoki, levantándose de la cama.

Sus cuerpos se sintieron fríos al estar lejos, y abandonados al desconectar sus miradas. Tokiya dudó en ir, después de todo, él no era muy amigo de Haruka, Ren y Masato, el grupo de Ittoki en general, pero entonces vio la mano de Ittoki extendida y entendió que Ittoki deseaba su compañía.

Él sonrió sin poder evitarlo y aceptó la mano ajena. A veces se preguntaba cómo un acto tan pequeño viniendo del pelirrojo le era tan especial, cómo él pelirrojo se hacía ver entre las chicas que gritaban enardecidas en sus conciertos, cómo él pelirrojo era más hermoso que todas ellas.

Los tres adolescentes caminaban hasta el cuarto de Ren, escuchando como la fémina del trío contaba los acontecimientos. Pero, cuando estuvieron frente a la puerta del rubio, el repicar de un celular los detuvo.

Era de Ichinose. —Lo siento, sigan sin mí. —avisó, al ver de quién era la llamada.

Ittoki,con sus ojos, rogó a Ichinose no irse, pero él desconocía la importancia del asunto que tratarían Ichinose y él remitente. Tokiya notó la mirada encarecida y suplicante de Ittoki, y con mucho dolor y pesar, tuvo que ignorarla con su ceño serio como siempre.

Melodía Sin Teoría ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora