Capítulo 4

292 40 28
                                    

A veces a Tokiya le gustaba escaparse de su habitación en el toque de queda, no porque fuera un busca-problemas hambriento de peligro y adrenalina, si no porque le gustaba sentir la soledad rodearlo y poder pensar en paz, sin ruido, sin nadie

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

A veces a Tokiya le gustaba escaparse de su habitación en el toque de queda, no porque fuera un busca-problemas hambriento de peligro y adrenalina, si no porque le gustaba sentir la soledad rodearlo y poder pensar en paz, sin ruido, sin nadie.

Sentía que todo a su alrededor desaparecía en el vacío, y ese vacío le pertenecía solo a él. 

Con mucho cuidado de no ser visto, salió del departamento de habitaciones de la academia, saliendo por la puerta del comedor de dicho lugar. Sintiendo enseguida el frío viento nocturno azotar su piel, sonrió con satisfacción y inhaló el aire; sintiendo un suave olor a humedad y pinos, comenzando a ponerse en marcha.

Conocía el camino a la perfección, y el miedo a la oscuridad había desaparecido de su sistema al levantar la vista al cielo. Una estela de estrellas brillantes en un cielo oscuro azulado, con una gran luna que daba una tenue luz plateada, pero suficiente para ver por dónde iba. 

Era precioso. Era una de las pocas vistas que de verdad hacía una sonrisa en sus labios. 

El rostro de Ittoki paso por su mente, como una estrella fugaz. Sus facciones alegres, sus ojos entrecerrados, dejando ver lo largas que son sus pestañas oscuras. 

¿En qué piensas, Tokiya? lo regañó su subconsciente. Meneo su cabeza, cerrando sus ojos y siguiendo su camino. Al llegar a un claro bajo la luna y con arboles a su alrededor, se abrazó a si mismo, sintiendo la suave tela de su suéter negro encima de su camisa blanca que usualmente usaba para dormir.

Se dejó caer de espaldas en el pasto, dejando que sus hebras azules se desparramasen por su frente y el pasto. Sentía su espalda ligeramente húmeda, debía ser el rocío de media noche.

─Ehm ─oyó un carraspeo, entró en pánico, levantándose tan rápido que se mareó ligeramente. 

¿Me han descubierto? pensó. Pero al verlo allí se quedó sin palabras, ─ ¿Qué haces aquí, Haruka? ─frunció el ceño.

La pelirosada tragó saliva, como si necesitará tomar valor, ─ Ichinose-san, quería pedirte un favor.

─ ¿Por qué? ─se volvió a tumbar en el suelo─, no somos amigos ni nada por el estilo. 

La fémina apretó sus labios, odiaba que Tokiya la tratase así de frío, pero era así. Y no estaba allí para quejarse de su actitud. Así que se tragó sus quejas.

─Lo sé ─aceptó ella─, pero eso no impedirá que te pida un favor. ─decretó decidida, dando un paso adelante─ Escucha, Ittoki-kun es un chico muy alegre y inocente, no quiero que lo hieras.

─ ¿Herirlo? ─arqueó una ceja Tokiya, cerrando sus ojos─, ¿No tienes vida propia?

─Claro que sí ─frunció el ceño─, por eso mismo me preocupó por mis amigos, quiero que sean felices. Y Ittoki-kun de verdad quiere ayudarte, Ichinose-san, se pondrá muy triste si no puede ─suavizó su expresión─. Él te considera un muy buen amigo, no lo decepciones, por favor.

Melodía Sin Teoría ©Where stories live. Discover now