9. Octavo contacto

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El primer beso no se da con la boca, sino con la mirada.
(Tristan Bernard)


* * *

—Bien, tú —el profesor señaló a Gabriel—, fuiste el último, dime quién fue el primero, él me dirá quién fue el segundo y así sucesivamente...

Por supuesto que Axel sabía que Gabriel fue el último. Lo reconocería con cualquiera de sus sentidos, no sólo con la vista.

«Y eso no es para nada acosador, Axel».

No pudo evitar reírse.

Sarah, a su lado, lo pateó suavemente. Axel volteó a verla intentando ponerse serio. Ella le sonrió.

Había sido, en realidad, pura casualidad que la canción fuera sobre besos.

Cuando volvió a mirar hacia el frente, se encontró a Gabriel mirándolo fijamente.

¿Iba a equivocarse?

La guitarra pudo tocarla cualquiera de los tres.

Pero su voz... ¿así como él reconocía la suya, podría Gabriel reconocer la de él?

El corazón de Axel se aceleró cuando se dio cuenta que ese podría ser el día en que supiera quién era. Que le pusiera rostro a las letras, a la voz...

—¿Estás bien? —escuchó que le preguntaba Sarah.

Pero él no podía apartar la mirada de Gabriel. Parecía estarlo leyendo con sus ojos. Esos hermosos ojos verdes.

—No tenemos todo el día, Gabriel —eso hizo que Gabriel torciera sus labios en una media sonrisa, antes de señalar a Sarah.

«¿Sabe que soy yo?», se preguntó Axel.

El profesor preguntó quién fue el segundo.

Sarah no tuvo problemas para adivinar que fue Axel. Estaba a su lado y, además, conocía su voz.

Lo señaló y sus labios se separaron. El corazón de Axel parecía querer salir de su pecho mientras esperaba que dijera su nombre, pero ella no lo hizo. Maldita sea.

—Brooks.

Tampoco es que fuera imposible averiguar que él era Axel Brooks, ¿verdad?

Y tal vez porque era un loco y tonto, o porque hoy se sentía valiente, le sonrió a Gabriel antes de volver la vista a su cuaderno.

Un beso para GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora