➎. Formando vínculos

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—¿En cuánto tiempo más procederemos con las entrevistas? —preguntó uno de los uniformados a la directora general. Ésta llevó su mano al mentón y la frotó pensativa.

—Déjalos comer por unos minutos más. Necesitarán fuerzas para soportar el interrogatorio.

Los uniformados asintieron con la cabeza y se retiraron con un saludo con la mano sobre el pecho. Salieron en orden y la directora se quedó a una esquina del comedor junto con otros dos hombres. Observaban detenidamente a los niños y las niñas comer como si hubieran estado muertos de hambre por días. La mayoría estaba en silencio, aunque otros parecían tener la iniciativa de entablar una plática.

Luego de que la habitación se había sumido en un mar de llantos, lágrimas y berrinches, en un dos por tres todos los pequeños lograron recuperar la serenidad y el control de sus emociones y cuerpos. La píldora que les habían dado tenía un efecto tranquilizante que duraba hasta un día, dependía también de la persona y las capacidades y talentos que poseía, pero usualmente ese era el tiempo que tardaba. A su vez, dicha medicina actuaba como un "borrador de memoria" temporal. Por eso, cuando los pequeños la tomaron en cuestión de segundos sus recuerdos respecto a sus padres, sus hermanos o hermanas y su vida anterior habían desaparecido por completo. Tyler fue de los últimos niños en tomarla, pero el efecto actuó igual de rápido e instantáneamente cuando se le preguntó por su familia éste no tenía idea de quiénes eran.

Todos estos movimientos y acciones formaban parte de un plan que comenzaba a tomar forma.

Todo con un propósito.

Los oficiales en cargo y en conjunto con la directora principal trasladaron a los pequeños a otro salón, el cual llamaban comedor. Una habitación enorme con varias mesas circulares acomodadas en distintas partes del espacio y hasta adelante estaba la cafetería, perfectamente cuidada y aseada. No se percibía ni un olor desagradable ni tampoco una pizca de polvo.

Le sirvieron a los niños lo mismo, incluso a los más pequeños. Todos debían comer un tazón de frutas variadas, dos rebanadas de pan con un poco de mantequilla encima, media taza de cereal y un vaso con jugo de naranja. Nadie tuvo alguna queja, todos comían de un buen humor, nada en comparación de hacía unos momentos atrás.

Tyler compartía mesa con otras cuatro personas. Al principio solo se miraron entre sí, estaban más concentrados en su comida que en conocer la vida del otro o de la otra. Pero el ambiente se fue relajando y la tensión e incomodidad ya no se percibía. El castaño fue el primero en romper el hielo.

—Soy Tyler y tengo 8 años. ¿Quiénes son ustedes? —preguntó el pequeño mientras limpiaba su boca con una servilleta. Los demás se miraron unos a otros para descifrar quién se presentaría después.

—Soy Jesse y también tengo 8 años. —respondió el niño de cabello despeinado color castaño claro. Bebió de su jugo y volteó a ver a su lado izquierdo, donde una niña con dos coletas estaba sentada.

—Y-Yo Melanie. N-No sé mi edad. —la pequeña se encogió de hombros algo desanimada, los niños de la mesa quedaron boquiabiertos y la miraron con extrañeza.

—Todo mundo sabe su edad, ¡tú mientes! —otro de los niños, aún sin presentarse, aporreó sus brazos contra la mesa y la señaló con el dedo.

—No le grites. —se metió Tyler a defenderla y Melanie le sonrió tímidamente. —¿en serio no la sabes?

La niña negó con la cabeza y bajó la mirada por la vergüenza. Jugó unos instantes con sus dedos, los movía nerviosamente y sus labios comenzaron a temblar ligeramente. Pareciera como si quisiera tomar la palabra, pero no pudo emitir ningún sonido de su boca.

Índigo [joshler] [mpreg]Where stories live. Discover now