La clave de todo.

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Al despertar esa mañana, no se imaginó que su día terminaría de esa manera.

Durante largos minutos mantuvo la cabeza agachada,  conteniendo las lágrimas.

Después de más de quince minutos sentada, Hermione esperaba al menos ya haber caído en cuenta de lo que estaba ocurriendo, sin éxito alguno. Cada segundo la hacía sentir peor.

En aquel lugar, de ser otras las circunstancias, se habría permitido sentirse segura. Lastimosamente, era todo lo contrario.

No sabía que sucedería, ni que se suponía que diría.

Los retratos en las paredes los miraban curiosos, al tiempo que susurraban entre sí, para hablar con su vecino, sin la mínima intensión de disimular.

—Hermione, tranquila— susurró Harry a su lado por enésima vez, pero él no estaba en mejores condiciones, movía su pierna con tanto ímpetu, acrecentando su nerviosismo.

—Déjame— sollozó la chica, apartando su mano de su rodilla—. ¿No te das cuenta de lo que sucedió? Soy... soy una mala persona. ¿Te das cuenta hasta donde hemos llevado esto?

—No quería meternos en esto— se disculpó Harry, vigilando la puerta sobre su hombro—. Aunque no puedo pretender que no me he cansado de estar escondiéndonos, puedo suponer que tú también. Esto sucedería en algún momento.

—Sí... todas las mentiras siempre terminan revelándose, pero pudimos evitarlo, no tenía que ser así. Yo te he... ¡No quería que sucediera de nuevo! —exclamó temblando—. Míranos, ahora ella sabe que tú y yo... Que nosotros...

No pudo continuar, de modo que volvió a hundirse en el asiento. Sabía que había vuelto a fallar, algo que sorpresivamente ya no era nada extraño y quizás podía tolerarlo, pero todo cambiaba sabiendo quién los había visto, imposibilitándola para no sentir nada que no fuera una creciente vergüenza.

—Hermione...— insistió Harry, luciendo más tranquilo que antes.

—Déjalo así... Es culpa de ambos y aceptaré la responsabilidad.

Antes de que pudiera agregar algo más, la puerta de la oficina se abrió con un ligero crujido, sumiendo todo en un absoluto silencio. Hermione nunca pensó encontrarse en esa situación, si era sincera, pero ya que la realidad parecía superar a la ficción, no tuvo más remedio que observar a la silueta que entró dando firmes pasos.

La seriedad en su rostro fue lo único que alcanzó a ver antes de obligarse a alejar sus nervios.

—Señor Potter, señorita Granger—pronunció con voz queda, no era un saludo, intentaba tantear el terreno.

—Profesora— saludó Harry, poniéndose de pie.

Hermione reprimió el impulso de mirar hacia otro lado. No soportaba la penetrante mirada de Minerva Mcgonagall taladrándole la espalda.

De todas las personas en el mundo, el destino decidió, de alguna forma ridícula y rebuscada, que fuera ella quien presenciara todo su espectáculo a mitad del pasillo.

No quería imaginárselo de nuevo. Ella, una de las mujeres a la que más admiraba en todo el mundo, mirándola comportándose como una colegiala, besándose con quien hasta entonces, para todos, era solo su mejor amigo.

No era raro imaginar que, como todos, Mcgonagall sabría, igual que todo el colegio, que Harry tenía una relación, y no con Hermione precisamente. 

—No hace falta que se levante, señor Potter, no cambiará el motivo por el que están aquí.

Aturdido, volvió a sentarse, con una postura tan rígida, que era evidente lo nervioso que estaba.

Into you  (Harry Y Hermione) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora