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-¿¡PERO QUÉ DICES?! ¡Q-QUÍTATE, HOMBRE!

El hombre, confundido por la repentina desesperación de Jimin, se quita de encima de si, y este se levanta desesperado, pasando sus manos pos su rostro, mientras jala su cabello completamente frustrado y algo asustado.

-No hagas eso, Jimin. -Se queja el hombre, apoyado en la cabecera de la cama, mirando al rubio con atención.

Jimin, confundido, se dirige a él con la mirada, con el entrecejo fruncido.

-¿Ha-hacer qué? -Pregunta con la voz algo rota.

El hombre suspira aún mirándolo, y se levanta, dejando ver todo su cuerpo al descubierto, cosa que a él mismo no le importó, y se dirigió frente a Jimin, para quitar sus manos pequeñas de su cabello, y dejarlas a sus costados.

-No te jales el cabello. Sabes que eso te hace mal. Debes controlar tus crisis de pánico de otra forma, el doctor te lo dijo. No con autodaño físico. -El muchacho sonría ladino, ahora con más inocencia.

Jimin abre sus labios, completamente perplejo de lo que acababa de escuchar, y de la nada, se tranquiliza un mínimo.

-¿C-cómo... cómo sa-abes eso?

El hombre ríe otra vez.
Jimin no puede evitar dar una mirada fugaz a su pecho firme y visiblemente fuerte, y se regaña a si mismo de inmediato, volviendo a observar los grandes ojos del hombre.

-Tú me lo contaste, Jimin. Siempre hablas conmigo.

-¡No! Yo no hablo contigo, y-yo...

-Jimin. Soy yo, por Dios. ¿A caso no sabías que esto iba a pasar?

Jimin frunce el entrecejo, confundido, y niega lentamente con la cabeza, ojeando todo el rostro y cabello del muchacho.

Su cabello es color caramelo, y tiene bonitas ondas, mientras que su rostro es simplemente arte. Es muy guapo. Pero no. Jimin no lo conoce. No se puede dejar llevar por su belleza.

-La caja. ¿No leíste lo que decía bajo la caja cuando me...

-¡No! ¿De qué hablas? Mi mamá me, me regaló un conejo cuando te-tenía once, y-yo no sabía... yo no sé nada.

El hombre suspira cansado. Nunca creyó tener que explicar todo eso, puesto que su dueño debería de haberlo sabido.

-Bien. Voy a explicarte, pero, ¿No tienes algo de comida? Estoy muriendo de hambre.

Jimin niega con la cabeza algo avergonzado, y el hombre sonríe y acaricia su cabeza con amabilidad.

-No te preocupes. Vamos a comprar.

Jimin asiente, aún en shock, y se dispone a seguir al hombre, que estaba por abrir la puerta del departamento, cuando Jimin se da cuenta de un minúsculo detalle.

-¡NO ABRAS! -Jimin cierra la puerta de golpe, y se apoya en contra esta, evitando el paso del muchacho.

-¿Qué pasa? Vamos, Jimin, tengo hambre. -Hace un puchero.

Jimin quería reír por lo adorable que de repente le pareció el puchero del hombre, pero enseguida volvió a su postura rígida, pero aún nerviosa.

-Kookie... digo... em, chico... c-creo que debes ponerte algo de ropa antes...

-¿Por qué? Nunca he usado. ¿Es que ahora te da vergüenza? -Ríe algo coqueto.

Jimin se sonroja al instante, e intenta ignorar al muchacho y sus coqueteos espontáneos.

-Ven, te voy a prestar algo de ropa. -Jimin toma su mano, y lo jala consigo hasta su habitación.

El muchacho se sienta en la cama otra vez, tranquilamente, mientras que Jimin, intentando calmarse y procesar todo, se dirige a su armario en busca de algo para su... conejo.

¿Era esto enserio?

¿Su precioso conejo era un humano? ¿O esto fue un deseo? ¿Por qué sus veintiuno tenían algo que ver en todo eso?

Estaba demasiado perdido.

Sacó una camiseta negra, y un pantalón buzo de su armario, junto a unos bóxers nuevos que jamás usó, para posteriormente dejar las prendas en la cama, al costado del muchacho, quien las observó con cuidado.

-¿Qué hago con esto? -Pregunta inocentemente a Jimin.

-Pues ponértelo.

-No sé hacerlo.

-Tiene que ser una broma, ¿Verdad?

El chico sonríe, y niega con la cabeza de manera tierna. Jimin observa su sonrisa con cuidado. Esos dientes de conejo eran preciosamente adorables, mucho más en un humano tan... no importa.

Jimin suspira, y muerde su labio, quedándose sin opciones.

-Está bien. Le-levántate. -Tras eso, el chico se levanta sonriente, y Jimin se acerca, y toma los bóxers- Eh, le-levanta u-un pie.

El muchacho levanta un pie, y Jimin se arrodilla, quedando justo frente al miembro del chico, e intentado ignorarlo, para pasar el bóxer por su pie.

-Baja el pie, y levanta el otro. -Pide más tranquilo.

El chico lo hace, y Jimin pasa por su otro pie el bóxer. Al momento en que el chico baja el pie al suelo otra vez, siente algo rozar su cabello, y al chico removerse un poco.

Ni siquiera quiere imaginarse qué es.

Toma los costados del bóxer, y los desliza con cautela por los muslos del muchacho.

No puede evitar notar que sus muslos están perfectamente firmes, fuertes, y tan marcados como lo sería su abdomen.
Jimin no sabía cómo podía ser posible que el chico fuese tan robusto.

¡Él era un conejo perezoso!

Los bóxers finalmente se ajustan a sus caderas, y Jimin por fin respira tranquilo.

Toma la camiseta negra con sus manos.

-Levanta los brazos. -Pide.

El chico sonríe, y alza sus dos brazos con los ojos cerrados y una bonita sonrisa curvando sus labios aparece otra vez.
Jimin se da cuenta que el chico es muy alto, y bufa.
Toma la silla de su escritorio, y se sube para poner la camiseta sobre los brazos y cabeza del chico, quien ríe mientras todo sucede, hasta que Jimin roza descuidadamente sus nudillos contra su abdomen.

El muchacho calla, y cuando Jimin vuelve a ver su rostro, este está sonriendo ladino, y sus ojos tienen un brillo peculiar.

Jimin lo ignora, y se baja de la silla, haciéndola a un lado otra vez, para tomar el pantalón.

-¿Puedes ponerte tú los pantalones? Es lo mismo que con la ropa interior. -Pide avergonzado, mirando el piso.

No escucha respuesta, solo siente que los pantalones son retirados con cuidado de sus manos, y al alzar la cabeza, solo ve un castaño sonriente, sentándose en la cama nuevamente para ponerse sus pantalones.

Jimin sonríe igualemente, y piensa que ya no debería estar mirando al muchacho, por lo que se sonroja al instante y sale de la habitación para ir al baño.

Sus necesidades son hechas, y al salir de la pequeña recámara, encuentra al muchacho observando algunos cuadros con atención.
Jimin se da cuenta que el muchacho estaba engañándolo dijo no saber ponerse la ropa, porque el chico había sacado un par de sus zapatos.

Claro que no se molestó. Por alguna razón del universo, se rió.

Se dirige al chico otra vez, y se da cuenta que se encuentra observando el cuadro en el que aparece su madre, él, y el conejo blanco en el jardín de su antigua casa.

-No puedo creer que ese conejo seas tú. Es tan estúpido. -Suspira frustrado, y observa al muchacho, que aún sonríe mirando el resto de los cuadros.

-¿Por qué aún tienes una foto con YoonGi?



To be continued....

Conejito [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora