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Normalmente, al despertar, Jimin solía oír el tráfico de las calles frente a su departamento. Siempre era algo muy molesto.
Ese día, despertó abrazado a un pecho desnudo y fornido, escuchando aves de altamar, y olas golpearse entre sí, con suavidad.

No quiso levantarse de inmediato. Estaba tan cómodo. Cuando era novio de YoonGi, nunca despertaron de esa manera, porque al peliverde no le gustaba abrazarlo. Decía que se le hacía incómodo.
Sintió los brazos del cuerpo ajeno presionarse contra el torso de este, atrayéndolo. Jimin sonrió, escondiendo su rostro en el pecho ajeno.
¿Qué era lo que le estaba sucediendo? Ahora que lo pensaba, se trataba de su mascota. Su conejito. Estar de esta manera tan íntima, era extraña, pero demasiado tentadora. No quería pensarlo mucho más. Solo sabía que... Le gustaba. Sentía cosquilleos como nunca sintió con otro novio y... Jungkook no era su novio. Su sonrisa se borró. ¿Estaría guardando sentimientos por él? ¿Se quedaría de humano para siempre?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un quejido que soltó el más alto. Un balbuceo. Jimin alzó el rostro, notando el entrecejo fruncido del contrario. Sus mejillas estaban sonrojadas. Estaba jadeando, y sus ojos estaban cerrados.

Jimin se incorporó de inmediato para revisarle. ¡Jungkook ardía en fiebre! ¿Podía suceder algo así? ¿Podía, siendo una criatura mágica? ¿Y por qué?

De pronto, notó algo en un extremo en el cuerpo de Jungkook. Quitó todas las sábanas de su cuerpo, y se llevó una sorpresa.

Los dedos de Jungkook, comenzaban a teñirse de blanco poco a poco. Por ahora, solo era un blanco en unos pocos milímetros de sus dedos, pero Jimin sabía, que comenzaba a extenderse.

-¡Oh, cielos!

Y de pronto, sin saberlo, Jimin comenzó a llorar desesperado, mientras buscaba agua, y empapaba un paño. Pronto, mientras sus lágrimas aún se resbalaban por sus ojos, puso el paño sobre el rostro de Jungkook, y así lo hizo por toda la extensión de su cuerpo. El muchacho solo jadeaba y balbuceaba incoherencias al azar. Pero cuando Jimin pasaba el paño por su pecho, una de las manos de Jungkook jaló su brazo. Jimin le observó. Él tenía los ojos abiertos, pero levemente.

-¿J-Jimin?

-Aquí estoy, bebé, aquí estoy... -Jimin dejó el paño a un lado, y besó la frente de Jungkook, que tenía su entrecejo fruncido aún, mientras lo observaba-

-¿Q-quién te ha hecho llorar, Jiminnie? -Susurró débilmente.

Jimin rió suavemente. No le diría que entró en desesperación por su culpa.

-So-solo es algo de sudor. Hace calor hoy, Jungkookie...

-Me siento mal, Jiminnie... -Jungkook volvió a jadear desesperado, y Jimin apretó su mano con fuerza, sin saber qué hacer.

Entonces, alguien tocó la puerta.

Jimin, con los ojos vidriosos, besó la cabeza de Jungkook una vez más, antes de alejarse y abrir la puerta rápidamente.

-¿U-usted qui-quién es?

Una anciana de cabellos blancos yacía frente a él. Tenía unos hermosos ojos azules, y llevaba en sus manos, un maletín con el número ”21” ennegrecido.

La mujer entró rápidamente a la habitación, y tomó asiento junto a Jungkook. Jimin observaba perplejo, mientras cerraba la puerta.

-¡Dígame qui-quién es! -Insistió.

Entonces, la mujer sacó utensilios de enfermería de su maletín.

-Shin Eumi. -Su voz era dura- Le vendí un conejo encantado a tu madre cuando tenías once años.

¡¿Qué mierda!?

-...Pero veo que nunca te dijo nada sobre esta clase de criaturas.

-¿De qué habla? ¿U-usted vendió a Jungkook? ¿Po-por qué está así?

La mujer puso algunas velas sobre el abdomen de Jungkook, y Jimin, horrorizado y asustado, jadeó.

-Cielos...

-Esto es un síntoma. -Dijo la mujer, moviendo sus manos sobre el abdomen del castaño.

-¿De- de qué?

-Muchacho, estas criaturas tienen límites. -La anciana suspiró- Deben cumplir un deseo profundo en un horario. De lo contrario, desapareceran.

¿Desaparecer?
Jimin no estaba listo para dejar a Jungkook ir. No.
Lo había tenido con él, toda su vida. No podía irse. No podía permitirse eso, ni aunque le trajese al hombre o mujer perfecta.

-Pe-pero, ¿Q-qué hay si yo... No sé qué es lo que quiero?

-Él no estaría aquí. Tú lo sabes. Si no quieres decirlo, es otro tema. -La anciana chasqueó sus dedos, y de pronto, las velas se apagaron, y Jungkook comenzó a respirar con normalidad.

Jimin, impresionado, se acercó a él para comprobar que estaba bien, y, al tomar sus manos, se percató de que la temperatura correcta había vuelto a su cuerpo.
Jimin volvió a observar a la anciana.

-Yo... Quisiera saber todo sobre él... Sobre cómo es... Qué está pasando... No estoy enterado de nada, y me gustaría...

-Escucha, hijo. -La anciana se sentó a un costado de Jungkook, y le sonrió a Jimin- Esto comenzó por una bruja, siglos atrás. Ella era una bruja buena, pero la ahorcaron acusada de herejía. Antes de morir, ella hizo que todas las personas presentes en su muerte, se convirtiesen en animales. En híbridos. Les dejó la tarea de una meta, y una razón. Vida eterna. Eso no es algo bonito en verdad. El punto, es que de eso se trata. Jungkook es un descendiente de una familia de conejos, como notarás. Él debe cumplir un deseo. Debe cumplir uno de tus mayores sueños. Por eso él vive. Ustedes nacieron el mismo día, Jimin. El uno para el otro. Jungkook nació para ti, como tú para él. Si el no cumple tus deseos, no le queda nada que hacer aquí. -Ella se levantó, junto a su maletín- Debo irme. Por favor, sé consciente. Tú sabes lo que quieres, y créeme... -Observó a Jungkook- Él también lo desea. Atrévete, hijo.

Y en un chasqueo, la anciana sembró su ausencia, y dudas.

¿Ambos lo deseaban?

Conejito [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora