Capítulo 8: Finjamos ser novios, imbécil.

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-Tengo miedo, Emily.

-Todo estará bien, pero no entiendo qué es lo que sucede con ustedes.

-Ella...ella es el problema.

-Sigo sin entender.

-Será mejor que nos dejemos de ver ya.

La alarma del reloj de mi celular me levanta avisándome que hoy tengo que ir al infierno.

Quisiera tener el chipote chillón del chapulín colorado para pegarle a mi celular ocasionando que la maldita alarma desaparezca, pero luego recuerdo que me quedaré sin vida social y se me pasa.

Sé que algo soñé pero no logro recordarlo, es algo que siempre me pasa.

Primero coloco un pie en el suelo mientras que mi cuerpo se sigue aferrando a la cama, luego saco el otro quedando en una posición extraña, levanto mis dos manos estirándome y tomo una bocanada de aire hasta que termino de levantarme.

Me dirijo al baño, me ducho y me pongo cualquier cosa encima, si fuera por mí, iría con pijama a la universidad.

Mientras peinaba mi rebelde cabello recordé lo que hace una semana pasó con Alexander, estuvimos cerca de besarnos. Me dejé llevar por la tristeza que sentía cuando él volvió a ser el mismo patán de antes, yo pensaba que cambiaría y que tendríamos una mejor relación pero me equivoqué. Ahora hemos estado distantes, únicamente cruzo palabras con William.

Saludé a mis padres, lo sé, sé que digo padres en plural, pero el señor Esteban se está comportando como tal, obviamente nadie superará a mi padre pero siento mucho cariño con el señor Esteban. Desde un principio fue atento conmigo, sabe cuándo estoy deprimida, tiene las palabras correctas para levantarme el ánimo y eso hace que lo quiera mucho.

Tomé mi jugo de naranja y lo bebí rápido. Fui a la sala y cogí mi mochila, me despedí de mi bella madre y de la señora de servicio luego me monté en el carro esperando que los demás lleguen para ya marchar.

Liam, como siempre, callado, no habla, no me mira, no opina.

Bajé del auto despidiéndome de Esteban y William. Caminé rápido, no quería estar cerca de Liam.

Giré varios pasillos hasta que vi a una rubia de espalda revisando sus libros, no dudé en correr y abrazarla fuertemente como si no la hubiera visto en años.

-Tanta efusividad amiga.-Dijo liberándose de mi fuerte agarre.

-Lo siento, no puedo evitarlo.-Reí junto a ella.

Ambas entramos al salón esperando que la maestra de literatura llegara.

-Buen día.-Nos saludó con una sonrisa que espanta.-Saquen solo un bolígrafo azul o negro.

-¿Lección?-Preguntamos todos al unísono.

-Sí.

Sé que estoy empapada del tema, pero igual no puedo evitar sentir nervios.

Una vez que me entregaron la hoja empecé a echar una rápida ojeada a todas las preguntas. Estaba sencillo.

-A duras penas sé mi nombre.-Escuché a Liam murmurar, reí ante aquello.

Fui la primera en terminar mi examen, quise entregarlo pero una mano en mi hombro lo impidió.

-Espera, no seas lambona, dime quién es el viejo ese que hace historias de terror.-Liam preguntó en un susurro.

-Tu abuela.

-Esto es serio, dime.

-Edgar Allan Poe.-Le respondí en baja voz.

Decisiones Complicadas. © (PAUSADA)Where stories live. Discover now