Capítulo 11: Si guerra quieres, pues guerra tendrás.

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Los labios de Alexander se movían sobre los míos, no sentí el impulso de alejarlo, me dejé llevar por el momento, él me tomó de la nuca para profundizar el beso.

¿Yo pertenezco a sus sueños? ¿Alexander me dijo eso?
Él chico que comenzó con una actitud de la mierda para luego ser lindo me dijo que me quiere y formo parte de sus sueños.

Esto es algo que no se ve todos los días.

Él abandonó mis labios para alejarse un poco pero sin quitar sus manos ahora en mi cintura.

-Lo siento, te dije que estoy trabajando en dejar de ser estúpido.-Sonrió un poco.

Ahora yo me alejé lo suficiente para evitar otro contacto.

-Esto estuvo mal.-Dije en un susurro que él logró escuchar.

-¿Te arrepientes de esto?-Notaba tristeza en su mirada.

-Somos hermanastros...

-No de sangre, no es incesto...

-No se trata de eso, a nuestros padres no les gustaría, entiende porfavor.

-Creo que ese no es el problema, eres tú, una vez me dijiste que esperarías por la persona que en verdad te llegue a enamorar y al parecer no soy yo, solo quieres meter la excusa de que somos hermanastros para decirme que no quieres estar conmigo y lo entiendo, soy un hombre que le gusta que le hablen sin filtro.

-Alexander...

-No quiero tú lástima, no te presionaré, pero recuerda que siempre estarás en mis sueños y yo soy un hombre bastante optimista.- Sin saber que responderle decidí abandonar la habitación.

Por el resto del día, la pasé encerrada en mi habitación, no bajé a cenar, evité palabras con todos los miembros de mi familia.

Estaba por quedarme dormida cuando unos golpecitos en la puerta hicieron que despertara por completo.

-¿Quién es?-Pregunté cuando mi dirigía a la puerta.

-Cariño, soy tu mamá.

Apenas vi que su cuerpo se asomaba por la puerta la abracé emotivamente. Tenía tantas ganas de llorar, tantas lágrimas contenidas, pero al verla decidí botarlas. Quizás mi período se acercaba, quizás era por eso que me sentía con una miscelánea de emociones, quizás... solo quizás.

Mi mamá me conoce tanto y sabía perfectamente que cuando estoy en este estado lo mejor para mí es un tiempo de silencio, un tiempo para desahogarme por completo.

Dejé mis lágrimas salir a gran cantidad mientras me aferraba a los brazos de mi madre, sus manos acariciaban mi cabeza apaciblemente.

Después de un rato, ya me encontraba recostada sobre las piernas de mi mamá en la cama.

-¿Qué tienes, chiquita?-Notaba tristeza en su voz.-Sabes que me duele verte así y tu hermanito acaba de decirme que tampoco le gusta verte así.

Rio ante aquello.

-No es nada, madre. Son esos arrancones de bipolaridad que se me presentan cuando se aproxima el bendito periodo, ya sabes...

-Podrás engañar a los ocurrentes de tus amigos, pero ¿a mí? que te tuve nueve meses en el vientre, que aguantó un doloroso dolor cuando saliste por-señaló su entrepierna-ahí abajo, que no dormía por cuidarte, por darte de comer, que te vi crecer, es imposible que conmigo puedas fingir, ahora toma aire y cuéntame qué pasó.

-Mamá...

-Hagamos algo, mañana es Domingo y requieren de mi presencia en la agencia así que...

Decisiones Complicadas. © (PAUSADA)Where stories live. Discover now