Capítulo 10

101K 3.5K 339
                                    

                                                                     X

Mi corazón parece detenerse por unos segundos. Estoy a punto de sufrir un infarto, o al menos así lo siento. La garganta se me seca y mi cuerpo se prepara para defenderse de así ser necesario. Incluso hasta mi audición y sentido del olfato se ven intensificados, como si mi instinto de supervivencia se hubiera activado de momento.

─Ally, ¿dónde estabas? Llevo buscándote toda la noche.

Reconozco su voz de inmediato, la cual actúa como un calmante sobre mi hiperactivo  cerebro. Mis músculos crispados se relajan un poco. No por completo, claro. Todavía me encuentro en esta fiesta, mi acosador puede ser cualquiera y podría estar tomándome fotos en estos mismos instantes. Hasta que no esté en la seguridad de mi hogar, no podré tranquilizarme.

Ethan me mira con rostro consternado ante mi arisca reacción. En otra situación me habría avergonzado el reaccionar de esa manera tan exagerada, pero ahora estoy demasiado asustada como para sentir otra emoción que no sea terror. En lo único que puedo pensar es en la persona que me envía los mensajes. Parece que él lo nota, porque me pregunta que si estoy bien. Yo asiento con la cabeza débilmente, sin decir palabra.

─No te ves bien. ¿Estás segura?

No quiero hablar de los mensajes de texto con él, por lo que intento controlar mis manos, apretando los puños para que no note lo mucho que me tiemblan. Me pongo a repasar el salón con los ojos, rastreando cada rincón, tratando de identificar  una cara sospechosa. Ethan me sigue mirando con el ceño fruncido. Si continúo como voy, no me va a creer nada de lo que le diga y empezará a sospechar.

─Sí, estoy bien. Es sólo que me siento algo abrumada. Creo que necesito aire fresco ─digo con el tono de voz más estable que puedo manejar.

Aparentemente se lo ha creído, pues la arruga en su entrecejo se suaviza y sus labios no lucen igual de apretados que antes.

─Si quieres nos vamos. Ya es un poco tarde.

¡Gracias, Dios! Eso es precisamente lo que deseo. Llegar, encerrarme en las cuatro paredes de mi casa y meterme debajo de mi edredón.

─No quiero arruinarte la diversión ─respondo, pues aunque esté deseosa de largarme de aquí, no quiero ser la aguafiestas.

─No seas tontita ─me dice él, revolcándome el cabello de manera afectuosa─. Vamos a buscar a Daria, que tampoco quiero causarle una mala impresión a tu mamá por llevarte tarde.

Si supiera que me he escapado…, pienso mientras me dejo llevar de la mano. Ethan se abre paso entre la gente, y yo aprovecho que no me está mirando para examinar cada rostro con el que me topo. Pese a que me siento más segura con él, no puedo sacarme de encima la sensación de que estoy siendo vigilada de cerca por alguien.

De pronto me siento mareada. Las caras de la gente se me confunden y mi vista se nubla. Con todo y eso continúo caminando, restregándome los ojos con mi mano libre. Tengo que salir pronto de aquí, o enloqueceré.

Daria está acaramelada con el mismo chico rubio con el cual la vi coqueteando. Se la ve un tanto más risueña que de costumbre. De seguro también probó el ponche. El chico desconocido me sonríe, y yo trato de estirar mis labios en una sonrisa educada que no se me da. No es que él me caiga mal, es que dada mis circunstancias, es lo mejor que puedo hacer.

En todo caso, bastante bien que estoy reaccionando. La noche ha resultado ser un rotundo desastre. Primero pierdo el control sobre mi poder; después Reed me roba un beso ─el cual yo le respondí, pero no pienso ir allí─, y para culminar con broche de oro, mi acosador decide que es buena idea hacer de eso un momento Kodak y enviarme la foto. Como si no estuviera confundida, ahora tengo un recordatorio en mi móvil. Genial. A estas alturas, ya nada de lo que suceda podrá sorprenderme. Podrían bajar naves extraterrestres del cielo y yo ni me inmutaría.  

Dangerous Minds Donde viven las historias. Descúbrelo ahora