Prólogo

287 16 0
                                    

Mira cuán lejos me has hecho llegar...

Sentí un fuerte golpe en la nuca, me había dejado en muy mal estado, no podía moverme, apenas si podía respirar y mantenerme consciente. No sabía dónde estaba, lo que sucedía o por qué razón fui atacado.

Me encontraba inmovilizado en el suelo, observando lo que ocurría.

Poco a poco iba cayendo a la inconsciencia, sentía como mis fuerzas se debilitaban y mis recuerdos se borraban, pero antes de eso escuche un golpe demasiado fuerte acompañado de llantos y gritos desgarradores implorando piedad, rogando por sus vidas y poder ver la luz del sol un día más. Y entonces lo vi, un cuerpo humanoide tapado por el contraste del fuego detrás. Se arrodillaron ante él, aún pidiendo que les dejara vivir.

Esa figura me daba la sospecha de haberla visto antes: su cabello, su cuerpo y, por sobre todo, la forma en la que asesino a aquellas personas que solo pudieron ver la cara de ese sujeto como último recuerdo antes de que él arremetiera contra ellos.

Pude ver cuando sus cuerpos cayeron al suelo en un charco de sangre. Por alguna razón esta escena me dolía. Quería cerrar los ojos y dejar de presenciar esta carnicería. No había razón para matarlos, ellos solo querían vivir como todo ser del universo.

Conseguí cerrar mis ojos y lloré. Las lágrimas caían por mis mejillas. No sabía por qué tenía el peso de la angustia a mis espaldas, tampoco por qué estaba tirado en el frío suelo sin siquiera poder mover un dedo.

Luego de acabar con ellos, después de ver como se retorcieron buscando una gota de salvación, un pequeño respiro que les asegurara sobrevivir, aquella silueta se aburrió y se dio la media vuelta para venia hacia mí y terminar lo que había empezado. Lo supe por el sonido de sus pisadas, porque no tenía la intención de volver a la escena sangrienta.

Ya no estaba seguro de querer saber quién era. Deseé escapar, pero mi cuerpo no se movía. Tenía ganas de gritar, pedir ayuda, pero de nada serbia al no tener control ni siquiera de mi propia boca.

Era verdad que no podía moverme, mi voz no salía de mi garganta, era como si me hubieran quitado las cuerdas vocales y luego me ataron de pies a cabeza.

Lo único que me quedaba era aceptar mi cruel destino. La muerte era inevitable. Sin embargo, a pesar de haberme dejado al amén de la muerte, nunca sentí que aquel hombre me asesinó. Nunca me golpeó o escuché otro sonido como el de un arma disparándose.

El miedo se había ido. Era como si un niño se hubiese quedado atrapado en un cuarto oscuro y de repente llegaron sus padres para prender la luz.

Escuché golpes, explosiones, una persona quejándose del dolor y otra caer al suelo.

Alguien había acudido a los gritos de antes. Un rayo de suerte y esperanza se ilumino dentro de mí.

No podía ver qué estaba pasando; una vez que cerré mis ojos ya no pude abrirlos.

Todo se tornó blanco y, de un momento a otro, pude ver mi vida pasar frente a mis ojos, como una película a cámara rápida, sin detallar, sin poder apreciar lo que me mostraban las imágenes y las escenas que viví.

Estaba muriendo, ya no tenía fuerzas para continuar, pero antes presencie mi vida entera ante mis ojos. Y la luz que apareció se esfumó rápidamente al igual que los recuerdos.

De un momento a otro ya no recordaba nada. Era como si los recuerdos se hubiesen borrado cual archivo de computadora. Mi mente estaba en blanco. Olvidé quién era o dónde me encontraba ahora.

Apenas me era posible abrir los ojos otra vez. No podía ver casi nada. Para colmo, una luz me cegó y obligó a cerrarlos. Escuchaba gritos a mi alrededor, pasos rápidos, una mano sostenía la mía, mas no sabía de quién se trataba, si era aliado o enemigo, o por qué todos actuaban de esa manera desesperada.

Quede inconsciente en cuestión de segundos. Estaba en lo profundo de mi mente y en ella no había nada. Estaba vacía como si apenas estuviera teniendo sentido de sí mismo. Evidentemente, como dije antes: los recuerdos habían desaparecido. No pensaba en otra cosa que no sea lo que acaba de presenciar hace un rato: la gente a mi alrededor, la persona que sostenía mi mano, la desesperación de todos ellos, la luz enceguecedora.

Cuanto me gustaría estar muerto. Prefería eso a tener que vivir sin saber nada de mi vida, de mi pasado, quién soy y quiénes me ayudaban. ¿Quién quiso matarme? ¿Qué ocurrió para llegar al borde de la muerte? ¿Qué fue lo que hice para merecer esto?


AMNESIA [hiatus]Where stories live. Discover now