XV

1.4K 110 8
                                    

Elián estaba algo preocupado al saber que su trabajo no estuvo bien realizado. Caminaba de un lado a otro en su habitación, pensando y pensando. Se sumergió en el pensamiento total que no pudo notar la presencia de su hermano.

—Dejarás un camino si sigues así.

Comentó Iren desde el marco de la puerta. Elián lo miró desconcertado.

—Soy muy débil en la tierra, no creo poder descender a Azazel.

—Y yo soy media deidad, no tengo el mismo poder. No soy igual o más poderoso que tú.

Añadió Iren con nostalgia en sus palabras.

—Nadie más es deidad completa...— Tomó asiento en la orilla de su cama.— Jamás entenderé porqué me desterraron, porqué me mandaron acá, no entiendo nada.

—Yo tampoco...

Suspiró Iren algo cansado.

Una llamada desde el celular de Elián interrumpió la conversación. Elián miró de quién trataba y tomó el aparato para después atender.

—¿Gislena?

No entendía el motivo de la llamada.

—¿Elián?— Sonó desesperada.—Una señora de negro ha estado enfrente de mi casa desde hace hora y media, mirando hacia acá.

—¿Señora?

Se levantó de la cama tratando de entender.

—Sí.— Respondió después de una pausa ligera.—Sólo está parada, me da miedo.

—Estoy de camino, casualmente...— Mintió.—Ya mismo voy.

Le cortó y miró a Iren.

—Ve tranquilo.

Le deseó su hermano. Elián asintió y desapareció de su habitación para aparecer a un lado de la casa de Gislena. Miró hacia la calle y sí, había una mujer de negro mirando hacia la casa de Gislena. Aspiró el aroma y era grotesco, muy viejo. Caminó hacia ella a pasos firmes.

—¿Qué hace aquí?

Cuestionó molesto. La mujer lo miró con una sonrisa y enseguida se transformó en una bella joven vestida de negro con su cabello lacio del mismo color. Elián se sorprendió un poco y tensó su mandíbula.

—Vine por Lahaaim.

Contestó al fin la mujer.

—Ni lo pienses.

Le advirtió con recelo. La mujer carcajeo.

—Eres Elián, la deidad desterrada por Rey de Todos.— Afirmó con seguridad aquella joven. Elián se encontraba más sorprendido que antes.— Soy Fraidh.

Elián entró en reacción al escuchar ese nombre.

—¡Hechicera!— Se enfureció.— ¡Lahaaim es mía!

Fraidh sonrió malévola sin importarle realmente.

—Necesito hacer que mis poderes aumenten, Lahaaim es mi respuesta.

—Yo necesito regresar al universo, Lahaaim es mía.

Declaró. Elián estaba al borde de exterminarla.

—Elián, si yo me vuelvo poderosa, puedo enviarte al universo.— Lo rodeó mientras deslizaba sus dedos de hombro a hombro de Elián. Elián tragó saliva y mantuvo la compostura. —Puedo ser tu mano derecha.— Le susurró al oído.— Ambos sabemos que tú en el universo eres más poderoso.

—Lahaaim es mía.

Estableció, por último. Fraidh lo miró amargamente. Ella notó la presencia de Iren.

—¿Acaso sabes la verdad de tu destierro?, ¿cómo fue desterrado tu medio hermano?

Murmuró, haciendo que esa duda creciera más sobre Elián. Él la miró desconcertado.

—¿Qué sabes de eso?

Esa pregunta hizo que Fraidh sonriera. Agarró su mano suavemente y lo transportó a un lugar oscuro, donde sólo podían verse mutuamente. La bruja lo rodeó por atrás y sonreía victoriosa.

—Sé más de lo que piensas.

Su voz cautivó los oídos de Elián. Él estaba petrificado, interesado en saber más.

—No fue realmente culpa tuya la muerte de la Reina de todos.— Lo miró fijamente a los ojos.— Rey de todos sabe que eres más poderoso que él, te planeó éste presente. Quiso desterrarte apenas supo que tu poder es mayor que el de él.— Elián no podía creer cada palabra que decía sobre su pasado.— Tu hermano no fue desterrado, fue escogido por él para asegurarse de que nunca logres regresar.

Eso hirió a Elián. Apretó sus puños con fuerza y tensó su mandíbula.

—¿Cómo puedo confiar en lo que dices?

La miró furioso. Ella bufó divertida.

—Soy la hechicera más poderosa, yo veo la verdad de todo.— Le plantó un beso en su mejilla.—Pregúntale a tu hermano.

Desaparecieron del lugar, al igual que ella. Elián estaba enfrente de la casa de Gislena y sintió otra mirada, al saber de quién se trataba gruñó desde sus adentros. Caminó hacia él y lo tomó del brazo para después desaparecer y aparecer sobre un edificio, lejos de la casa de Gislena.

—¿Es cierto?—Lo miró furioso. Iren no sabía de qué hablaba.— ¿Estás aquí por lástima, nunca te desterraron?

Iren quedó atónito ante el descubrimiento de Elián. El silencio que reinó pudo responder la pregunta de Elián, quien estaba afligido.

—Elián, todo tiene una explicación.—Le imploró ser escuchado, pero Elián no estaba seguro de querer hacerlo.— No estoy contigo por lástima. Sí, al principio no me quedaba de otra, los demás hermanos no querían asumir tal responsabilidad, además de que te odian por ser el único siendo deidad. Pero te quiero, lo que hago por ti y para ti, es real.

—¿Qué hay de la muerte de la Reina de todos?

Apretó más fuerte sus manos, haciendo que sus uñas se enterraran y sacara sangre.

A Iren le costó trabajo confesar, pero creía que era lo correcto.

—No la mataste tú, fue Rey de todos. Él quiso incriminarte para que tuviera una razón para ser desterrado.

Y eso apuñaló a Elián. Se sentía traicionado, engañado y enojado, no podía creer la afirmación de su hermano.

Elián sacó fuego de su mano derecha, con intenciones de apuntar hacia Iren. Al verlo fijamente a los ojos, cerró su puño y desapareció de allí, dejando a Iren hasta arriba del edificio.

Elián apareció en su casa y cerró los ojos con fuerza, estaba desilusionado, cansado y frustrado. No sabía qué pensar ni qué hacer. La traición es un sabor amargo al final de la jornada, saber que una persona durante mucho tiempo te ha mentido y ocultado algo, era un dolor en el corazón que él tenía en este momento. Dejó caer una lágrima que se evaporó en el transcurso de su caída.

¿Qué haría Elián ahora?

ELIÁN [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora