Capítulo 38 - Fortaleza o flaqueza: Dudas.

859 60 10
                                    

No espero que me responda. Sé que no lo va a hacer.

- (Yo) - ¿Te vienen bien estos momentos conmigo? ¿Te hacen sentir mejor? ¿Los sigues necesitando? Porque yo sí. – Me atrevo a seguir.

Vuelve a girar su cabeza y mira hacia el techo. Pierde un momento su mirada en algún punto y parece darle vueltas a lo que le acabo de preguntar.

Se me encoge ligeramente el estómago ante su pausa. Esperaba un sí rotundo.

Finalmente suspira.

- (Natsu) – Sí. – Vuelve a mirarme. – Me siento bien con ello.

Lo miro un instante, sorprendida, pero enseguida le sonrío, satisfecha por su respuesta.

Me acerco a él y le doy un último beso. Vuelve a arrugar las cejas, como si le doliese no poder negarse. Como si le molestase darse cuenta de lo preso que es de ellos. A pesar de que yo también lo soy de los suyos.

Agarro su mejilla y pego mi frente a la suya, haciendo que se roce nuestra nariz.

- (Yo) – Te quiero tanto... - le susurro. – No sabes cuánto lo hago, de verdad. No te haces a la idea de cuánto te amo.

Veo como sus ojos se abren, sorprendido por lo que acaba de escuchar. Entreabre también la boca y baja su mirada a mis labios un instante. Pero finalmente la aparta y vuelve a mirar a un punto perdido de algún lado de la habitación.

Le beso la punta de la nariz y me separo de él lentamente. Me siento en el borde de la cama y lo miro por encima del hombro.

- (Yo) – Mañana volveremos a casa. Verás como todo vuelve a la normalidad. – Vuelve a mirarme. – Estoy segura de ello.

Con esas palabras de seguridad, me levanto y comienzo a recoger mi ropa de la habitación, mientras vuelvo a ponérmela.

Natsu se incorpora y se apoya sobre sus codos mientras observa cómo me visto. Me dirijo a la puerta y le dedico una preciosa sonrisa antes de salir.

- (Yo) – Te quiero más que a mi vida. No sabes las ganas que tengo de volver a verte sonreír sinceramente. – Abro la puerta. – Intenta descansar, yo me encargo de quedar con todos para partir mañana.

Me mira sorprendido. Sin dejarlo decir nada, aunque no creo que fuese a hacerlo, cierro la puerta tras de mí.

Me dejo caer hacia atrás, apoyando mi espalda y la cabeza sobre ella. Suspiro. Intento parecer fuerte a su lado, porque le he prometido que lo sería. Pero me destroza el alma verlo tan mal, tan dolido, tan desganado... tan cambiado.

"Ojalá me dejases compartir tu dolor y pudiese ayudarte a cargarlo..."

De repente noto una presencia y reacciono. Ladeo la mirada lentamente y veo a Gray apoyado en la pared del pasillo. Con las manos en los bolsillos, la rodilla flexionada, y la cabeza baja, tapando con su flequillo sus ojos.

Lo miro extrañada.

Me pongo recta de nuevo y lo observo un instante.

- (Yo) - ¿Gray? ¿Estás bien? – Comienzo a caminar hacia él.

Antes de que pueda llegar a acercarme, se incorpora y se da la vuelta, dándome la espalda. Comienza a andar hacia el final del pasillo, hacia su habitación.

Me quedo parada ante su actitud, sin saber muy bien por qué reacciona así, pero finalmente salgo corriendo detrás y lo cojo del hombro para darle la vuelta.

El fuego de mi corazón.Where stories live. Discover now