El fuego de mi corazón.

Capítulo 47 - Muchas gracias. Os quiero.

          

Estoy estática. Gray sigue con su mano sobre mi muslo y apoyando su frente en mi hombro.

Jellal me mira en silencio y se seca las lágrimas de sus mejillas, inútilmente, porque siguen sin dejar de caer de sus preciosos ojos.

-          (Yo) – N-n-no puede ser...

Sorbo la nariz. Mis ojos tiemblan.

-          (Yo) - ¿Quieres decir que mi magia va a matar a Natsu...? ¿Quieres decir que soy como un imán de perdición para todos los Dragon Slayers...?

Jellal asiente con la mirada totalmente compasiva.

-          (Jellal) – Si... Pero especialmente para él, ya que es el Dragon Slayer compatible contigo.

Estoy temblando.

-          (Yo) - ¿P-Por qué...?

-          (Jellal) – A ver cómo consigo explicártelo... Tu poder está dividido en dos magias diferentes. Ambas de ellas son totalmente únicas.

Lo miro en silencio, intentando comprender.

-          (Jellal) – El primero de tus poderes, el que tú has logrado conocer, es tu magia de los cuatro elementos naturales. Ese poder en su día fue magia negra, pero pocos lo saben porque, simplemente, hace muchísimo tiempo que dejó de usarse. Ese poder lo aprendiste por ti misma, gracias a las enseñanzas de Azazel, cuando eráis pequeños. Hasta aquí todo bien, ¿No? No hay nada que no sepas de esto. Solo Azazel y tú poseéis este poder en todo el mundo, actualmente.

Asiento, comprendiendo eso. No es nuevo para mí.

-          (Jellal) – Lo complicado de explicar viene ahora. Cuando tú moriste, Azazel hizo un pacto con algún demonio, que seguramente era seguidor de Acnología. Le concedió el poder de revivirte, a cambio de su mortalidad, y no solo eso. También le concedió el poder que necesitaba para vengar todas sus pérdidas y sufrimiento causados por los Dragon Slayers, a cambio de que vinculase tu vida y tu magia a la suya. De este modo, debería de estar atado a ti por siempre. Si alguien te mataba, él moriría. Y también podrías trabajar para apoyar a Acnología.

Trago saliva.

-          (Jellal) – Así se sumó su magia de absorción, pero se hizo tan poderoso, que era muy fácil encontrarlo. Así que creó un círculo protector alrededor de esa sierra en la que vive. Ahí su poder y presencia nunca serían detectados por nadie. Excepto por ti. Ya que, cuando logró revivirte, parte de su poder pasó a formar parte de ti, y comenzó vuestra vinculación. Tú tenías 8 años, tu poder de los cuatro elementos era totalmente escaso, aún eras una niña. Sin embargo tu poder de absorción, era tan potente como el suyo, ya que procedía de él.

Estoy alucinando.

-          (Jellal) – Lo que pasó a partir de ahí... - se corta - Escúchame bien... no quiero que hagas ninguna tontería...

-          (Yo) – Por favor, cuéntamelo...

Mi hermano traga saliva.

-          (Jellal) – Cuando tú despertaste de tu eterno sueño, lo viste tan mayor, y te enteraste de todo lo que había pasado... decidiste llevar a cabo vuestra venganza por él, ya que Azazel nunca más podría salir de esa montaña sin ser descubierto. Estabais solos en el mundo, y todo os lo habían quitado los dragones y sus hijos... Así que decidiste que usarías el poder que tenías, para llegar a arrebatarles la vida, igual que ellos habían hecho con todos los que querías. Quisiste aprovechar tu poder y salir de esa montaña en la que vivíais, para absorber los poderes de aquel que había guiado al grupo que os llevó a la perdición... Igneel. Y su representación en vida en esta época... era su hijo... Natsu.