Capítulo 15

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Estaba en una total oscuridad, tratando de tranquilizarme, todo estaba en silencio, sólo se oía lo rápido que van nuestros corazones. Se sintió como si todo había desaparecido, como si sólo estábamos él y yo, sólo él y yo. 



Mis brazos aún estaban a su alrededor, y sus brazos me apretaban más contra él, si es que se podía. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero sé que fueron muchos, muchos minutos. 



Lentamente él comenzó a separarse. Las lágrimas aún estaban en mis ojos, sólo que no salían. Nuestros rostros estaban a veinte centímetros. Le miré de nuevo a los ojos, a sus bellos ojos que ahora tenían un brillo tan hermoso. Él con su mano derecha comenzó acariciarme la mejilla y sonrió.



¡Santa mierda!, ¡su sonrisa!, era mucho mejor en persona. Oh Dios mío. Él quería matarme.



Con un rápido movimiento él me besó la mejilla. Cerré los ojos nuevamente, sintiendo sus labios en mi piel. 



Sólo por esta vez. Me dije, sólo esta vez. Después adiós. Aunque doliera y mucho, era mejor que yo no estuviera con él.



Cerré los ojos fuertemente, sintiéndome feliz, aún después de todo, me sentía feliz entre sus brazos. Con su mano inzquierda me acercó aún más a él. Sus labios estaban aún en mi mejilla, después él descendió hacia mi mentón, abrí los ojos sorprendida, ¿qué haría?.



Y entonces lo supe y mis piernas volvieron a flaquear, pero ahora mucho más. Él me sostuvo muy fuerte, y como si fuéramos imanes, él me alzo para que yo pudiera envolver mis piernas en su cintura. Algo loco, sí, algo totalmente íntimo, sí, y no estábamos solos, sí. Pero yo ya no podía sostenerme de pie.



No con ese beso en mi cuello.



No con él ahí besándome donde más podría permitirle.



No con él ahí abrazándome. 



No, no podía.



Escondí mi rostro en su cuello, aspirando su aroma, su exquisito y varonil aroma. Sentí como poco a poco comenzó a caminar y después me di cuenta que se sentó y me acomodó mejor en su regazo. Suspiré y puse mi cabeza en su pecho, justo donde estaba su corazón, que increíblemente, aún estaba latiendo rápido. Sí, podía notarlo, su respiración estaba entrecortada. 



Ahora nunca te dejará en paz. Aquella voz de nuevo molestádome. ¿Yo quería que me dejara en paz?, no, no quería. ¿Quería estar con él siempre?, ojalá.



Parece que olvidaste quién es. No, no lo he hecho. Estoy conciente que si lo olvido, él me hará daño. Lo sé, los hombres como él no cambian, ni por nadie y él nunca lo haría por mí. 



Sólo por esta vez. Volví a decirme. Quería disfrutar de este momento junto a él, quería seguir abrazada a él por el resto de mi vida si pudiera, pero al parecer el destino no nos quiere juntos. Él no cambiará y mientras no cambie, yo no seré nada de él, y sólo estaremos juntos como ahora, hoy, sólo hoy. No quería que me dañara.



No destruiré la muralla que construí contra él, no dejaré que se caiga. No podía dejar que él entre en mi corazón mucho más de lo que ya estaba adentro. 



— ______ —sentí el susurro de Amanda, pero ni siquiera me voltee, dejé que Justin me abrazara mucho más. Sólo por esta vez, disfruta esto. 

— Creo que debemos dejarlos solos Amanda —escuché la voz de Jack. Me escondí más en el cuello de Justin, mientras él tenía sus manos en mi espalda, acariciándola.

— Pero... —Amanda manifestó.

— Déjalos Amanda —sólo vi como Jack le agarró la mano y se la llevó.



Volví a cerrar los ojos y me concentré en los brazos de Justin, tratando de superar este momento, tratando de convencerme que tenía que irme, que no podía estar aquí, que si él me veía aún más débil de lo que ya fui, sabría que me tiene en sus manos. Él me hará daño.



El amor siempre hace daño. Pues yo no quiero sufrir. Tal vez deberías de arriesgarte si quieres estar con él. Él de todas maneras después se irá, ¿qué ganaría con eso?, ¿cómo yo sabría que me esta siendo fiel?, ¿cómo?. Confiando en él. Como si fuera fácil después de todo lo que sé que ha hecho. Te dijo que tú eras la única. Ni siquiera podría contar con los dedos de mis manos a cuántas chicas le ha dicho eso. ¿Quieres estar sola toda tu vida por no querer sufrir?. Sola y con gatos sería mejor a que estar sufriendo por un hombre. No estás razonando correctamente. No quiero que me haga daño. Tal vez si confiaras en el él y en ti misma, no te haría daño.



— _______ —Oh mi jodido... dijo mi nombre, en un pequeño susurro. Levanté la vista y lo vi mirándome. Él estaba serio. —Perdóname — me tensé. — Por favor, no quiero que te alejes de mí, no ahora, no ahora que pude tenerte en mis brazos —su mirada se volvió una mirada llena de miedo. Fruncí el ceño. — Nunca imaginé encontrarte aquí —negó con la cabeza— al parecer el destino nos quiere juntos —me miró a los ojos. 



Traté de levantarme de su regazo. Mi mente aún gritaba que corriera. Mi respiración se irreguló otra vez cuando él me siguió al ponerse de pie. Agarré fuertemente mi bolso en mis manos, mirándolo.



Miré hacia otro lado cuando él intentó mirarme a los ojos. Suspiré, esto estaba mal, para mí, sí, mal para mí. No, esto estaba perfecto y lo sabes. 



— Justin... —dije con mi respiración aún atascándose en mi garganta. 

— _____... —él se acercó, de inmediato puse mis manos en el aire, esperando que entendiera a lo que me refería, él paró en seco y negó con la cabeza.

— No te acerques a mí.

— _____, por favor...

— No te acerques Justin, no quiero, eso fue conmovedor, lindo —sonreí— pero ya no más. 

— _____ déjame por favor estar contigo —dijo mirándome con una mirada que me estaba dejando helada en mi lugar, sin moverme, él se acercó más a mí y su cuerpo rozó el mío, acercó su rostro al mío.



Sabía a donde iba. Moví mi rostro y su beso llegó a mi mejilla. Lo sentí inhalar y luego suspirar. Ya después asintió.



— ¿P-podremos vernos después? — él tartamudeó, lo miré sorprendida y su rostro estaba en blanco y luego sonrió y negó divertido con la cabeza —un pobre iluso —susurró después y me acordé del mensaje que me envió en mi cumpleaños. No entendí, pero hice como si no hubiera escuchado.

— No lo creo —levanté mi mirada hacia él. Justin era como dos cabezas más alto que yo, muy alto. 



Él sonrió, no, yo realmente no entendía porqué sonreía.



— Sí, lo haremos —se encogió de hombros. Lo miré sorprendida. 

— Oh por Dios, ¡no! —dije y me voltee para irme.



Caminé rápidamente hacia la salida, totalmente desconcertada y molesta. De pronto sentí unos brazos rodearme la cintura y quedé paralizada, mi piel se erizó con el increíble toque y me estremecí cuando sentí un beso en mi hombro.



— Déjame demostrarte cuánto te quiero, por favor —susurró en mi oído. Cerré los ojos y suspiré, volteándome.

— No puedo, tengo miedo —ya, le dije todo. Él asintió y se puso serio.

— Lo sé, lo sé —arrugó su ceño.



Él un chico de veinte y cinco años, rogándome a mí, una chica de dieciocho años, una oportunidad. Woah.



De pronto él se puso a mi altura, y no comprendí que estaba haciendo, cuando estuve un cabeza más alta que él. Justin me había tomado en brazos y sus brazos estaban en mis muslos sosteniéndome. Suspiré y sentí como el viento golpeaba mi cabeza, manejaba a su entojo mi cabello, y hacía que mi corazón sobrepasara el pálpito rápido. Agaché mi mirada y le vi, cerrar los ojos y sonreír.



Me agaché un poco más, hasta colocar mi frente junto con la de él, Justin abrió sus ojos sorprendido y me sonrió, depositó un suave beso en mi mejilla.



Él me estaba respetando, respetando mi especio y el hecho de que aún no he dicho nada como para besarme en los labios, aunque era lo que más yo deseaba. 



— No quiero hacerte daño ______, nunca. Pero si no confías en mí, los dos nos haremos daño —dijo él. Asentí y él me soltó.

— Me tengo que ir —dije. Y sí, ya era muy tarde, de noche. Él me miró y asintió lentamente.

— Te llevo a tu casa —dijo, lo miré y negué con la cabeza.

— No, me gustaría caminar.

— No voy a dejarte ir así, a estas horas de la noche, y menos con esa ropa —dijo mirándome de arriba y abajo mientras negaba con la cabeza. Lo miré molesta.

— ¡¿Qué tiene mi ropa?! —le dije un poco levantando la voz. Él se encogió de hombros.

— Es muy sexy para tu edad —dijo y comenzó a caminar. Me quedé detrás de él, mirándolo con la boca abierta. Me había llamado sexy, pero pequeña. 

— Pues he caminado así en toda mi vida, y ni tú ni nadie me lo prohibirá —dije pasando delante de él.

— Pues ahora yo sí, porque tengo un auto y te llevaré a casa. No dejaré que te secuestren por ahí.

— Sé cuidarme yo sola —dije totalmente irritada.

— Lo sé, pero yo quiero protegerte. 



Ya, eso fue todo para que yo parara de caminar. Me voltee y lo miré, él me sonrió y tomó mi mano para entrelazar sus dedos con los míos. Mi corazón se congeló en su lugar y dejé de respirar. Me tomó de la mano. Y al parecer él también estaba sorprendido.



— Nunca tomo la manos de las chicas, es una regla que no debo de romper —me miró— pero tú no eres cualquier chica. Eres especial, y siempre te lo he dicho darlin —me susurró antes de besar mi mejilla otra vez.



Especial, yo era especial para él. Y él rompió una regla de Break pussies. 



Me pregunto, ¿cuántas reglas tendrá ese monstruo?.

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