❀ cincuenta y cuatro ❀

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[narrado]

—¿Y qué onda con la Daniela? —dice el Diego tratando de meter la pregunta como si fuera algo casual.

Puta, con un demonio lo que me faltaba.

—Nada po, solo que se le soltaron unos tornillitos anoche y me hablo. —digo antes de darle un sorbo a mi tazita de té.

—Ah, buena. —dice el Diego con el ceño fruncido.

No, frunzas el ceño, bebé):

—Bueno no me importa en realidad lo que ella me puso. —digo encogiendome de hombros antes de seguir comiendo.— ¿Lo sabes, verdad?

—Si, bueno, no sé que huea haría si aún te importará ella. —dice jugando con su taza.

—Ya deberíai saber que siempre serás tú. —digo dejando mi té a un lado.— No hay más opciones para mí, solo tú.

Me levanto, porque me siento patética.

Y no me entiendo, pero así es como me siento. Es algo tan tonto, es como si sintiera algo que ni siquiera tiene nombre, siento el pecho pesado y un nudo en mi garganta; es lo mismo que he sentido toda la puta semana.

Siento como si estuviera decepcionando a todo el mundo, como que esta semana todo me ha salido como el hoyo, es por eso mismo que nos pegamos esta escapada con el Diego.

Camine hasta la pequeña habitación que compartía con el Diego y me acosté mirando el techo.

Me sentía tan como el hoyo.

Tan Patética.

Tan Estúpida.

Fuera de lugar.

Siento al Diego venir, pero no aparto mi mirada del techo, mientras pequeñas lágrimas salen de mis ojos.

—¿Estas bien?

—Supongo. —respondo en un murmuro quebradizo.— No lo sé, no sé que me pasa.

El Diego viene y se acuesta al lado mío, sin preguntar sobre mis lágrimas, ni haciéndome sentir mal por no saber descifrar mis sentimientos.

—Te amo ¿lo sabes? —dice él acariciandome la cabeza.

Y no sé por qué, pero me largo a llorar con fuerza, las pequeñas lágrimas se convierten en ríos y los sollozos se apelotonan para salir.

Me siento estúpida y no lo entiendo.

El Diego me abraza con fuerza y me escondo en su pecho donde mis sollozos son amortiguados.

—Sácalo, amor, deja que todo salga de tu sistema. —dice el Diego acariciando mi espalda.

—Soy demasiado estúpida. —digo entre sollozos.— ¿Por qué me siento así?

Él no responde y se lo agradezco mentalmente. No necesito respuestas, solo necesito que me escuchen quejandome.

—No sé que me pasa, Diego, me siento tonta y fuera de lugar... siento que esta semana nada me sale bien y que lo único bueno eres tú.

Me sonríe ligeramente y luego me da un beso en la frente.

—Los cambios son difíciles... Has decidido darle un giro de 360 a tu vida, ya decidiste que estudiar y decidiste que ya no quieres ser como antes... Estas tratando de dar más de lo que puedes y te esta pasando la cuenta esta semana... —me habla con tanto cariño que solo quiero abrazarlo.— pero, amor, los cambios son buenos... ya verás que después de todo este dolor sin sentido, encontrarás paz en algún lugar y aquí voy a estar siempre que me necesites incluso si ni siquiera me quieres cerca.

Lo miro y le agradezco a quien sea que me haya dejado enamorarme de él.

—No te merezco. —digo antes de darle un piquito.

—Te lo mereces todo y más. —dice en tono severo mirando tan fijamente, rogándome que lo crea.

Sin embargo, ahí fue cuando lo entendí. Él siempre sería mucho más de lo que yo podía dar de vuelta y él nunca me dejaría decirlo en voz alta.

Full apéWhere stories live. Discover now