❀ epílogo ❀

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n/a: escribí esto escuchando mystery of love de sufjan stevens, así que si quieren pueden escucharla para ambientarse, ah.

[narrado por Diego]

6 años junto a la Luciana.

No ha sido fácil, debo admitirlo, pero hemos sabido mantener nuestra relación.

Hoy es nuestro sexto aniversario y puta estoy nervioso.

—¿Pasa algo, bebé? —dice la Lu haciendo dibujos invisibles en mi pecho desnudo.

—No, amor, tranquila. —digo sonriendo al verla tan concentrada en lo que sea que este dibujando en mi pecho.

—Puedes decirme lo que sea ¿lo sabes, verdad? —dice mirándome seriamente.

Asiento y le beso la frente con una pequeña sonrisa en mis labios.

—Lo sé, nena.

Ella se levanta sin preocuparse de que alguien la vea desnuda y camina hacia mi armario. Observo sus caderas moviéndose y esa fragilidad única con la que realiza todo.

—Te diría que tomaras una foto del culo, pero ya tienes muchas. —dice la Lu riéndose.

Ella toma una de mis camisas y se la pone, para luego ponerse un calzón que debe haber dejado en las veces que ha venido a quedarse conmigo.

—Feliz aniversario, bebé. —dice ella mordiéndose el labio inferior, parada frente a mi cama.

—Feliz aniversario, amor. —digo viéndola acostarse a mi lado.

Ella se apoya en mi pecho y yo la cubro con las sabanas.

Hemos pasado todo el día juntos y al final ella decidió quedarse a dormir en mi departamento. Hace ya casi tres años que el Pipe y yo nos fuimos de la casa, vivimos un año juntos en este departamento y después él se fue a vivir a Valpo dónde consiguió una beca para estudiar.

—Te amo demasiado, Luciana. —digo acariciándole el pelo.

—Te amo aún más, Diego.

Mire de reojo la pequeña caja en mi mesa de noche y suspire.

—Somos jóvenes, tenemos tan solo casi 24 años. —digo tratando de empezar mi discurso.— Estamos ridículamente perdidos entre nosotros y no parecemos querer encontrarnos.

La Luciana me mira fijamente, sin entender nada.

—Sé que eres tú, Lu. Eres lo que siempre he estado buscando. —digo mirando el techo.- No hay otras opciones, no hay más... Solo tú.

—Diego... —susurra al reconocer mis palabras, son las mismas que ella me dijo una vez.

—Lu, déjame terminar antes de que me desmaye, porfa. —digo relamiéndome los labios.— Sé que nos ha costado llegar hasta aquí, nos ha costado más que la cresta, pero estoy decidido a seguir en esta lucha codo a codo, junto a ti. No espero una respuesta inmediata ni que saltes en un pie, solo piensalo... Si crees que no soy el indicado, lo voy a entender.

Me estiro para tomar la cajita y se la acercó a la Luciana. Ella me mira con su boca abierta a más no poder.

—Abrela. —digo nervioso.

Ella la abre lentamente y cuando ve lo de su interior veo como las lágrimas no tardan en acumularse en sus ojos.

—La llave es de este departamento, quiero que vivas conmigo. —digo tratando de no desmayarme.— Y el anillo es de compromiso, sé que somos jóvenes, apenas terminamos nuestras carreras y aún nos queda mucho por vivir, pero quería darte un anillo, una promesa de mi amor.

Ella simplemente salta sobre mí y me besa entre lágrimas.

—Si a todo. —dice ella riendo entre lágrimas.

—¿Cómo que sí a todo? —pregunto anonadado.

—¿Quieres que vivamos juntos? Lo haremos. ¿Quieres darme un anillo y comprometernos? Acepto. —dice ella con sus mejillas sonrojadas.

Con-che-tu-ma-re.

Me morí. Xao mundo.

La mujer de mi vida acaba de aceptar.

—Tengo que preguntarlo antes. —digo lentamente tratando de procesar lo más rápido que puedo todo lo que esta pasando.— ¿Quieres casarte conmigo?

—Mil veces sí. —responde ella antes de besarme.

—¿Incluso aún cuando tenemos 24? —digo sin quitarme la sorpresa de que me haya dicho que si.

—Incluso si tuvieramos 60. —dice ella sonriendo.

Lo admito, me saque la lotería con la Luciana.

Mi polola, ahora prometida, es la única mujer que quiero. No hay nadie más que me llame la atención de la manera que la Luciana lo hace y no hay nadie que me mantenga alerta como ella lo hace.

Porque este misterio del amor es un juego que adoraría jugar con la Luciana.

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