12

4.9K 668 154
                                    

Lance

La extraña actitud que había adoptado Keith no me parecía ni siquiera algo normal. Aún así tampoco era quién para cuestionarlo. Él tal vez solo estaba alterado por todo lo ocurrido en el último mes. Dejarlo en su habitación se sintió como un error pero no tenía de otra. Yo no era quien para impedir las pocas decisiones que podía tomar el paladín rojo.

Y así pasaron los días, estaba más seco que un desierto. Volvió a dejar de bañarse y dejó de salir, comía porque yo le llevaba la comida y lo obligaba a no matarse de hambre.

Este trabajo se había vuelto más pesado y complicado que cualquier misión. Ya no sabía qué hacer para mantener a Keith tan estable como una semana atrás. Me dejé caer en uno de sillones del área de descanso para tener algo de paz y poder pensar en algo que cambiara las cosas. Cerré los ojos con fuerza y con mis manos masajeé las sienes.

—¿Cómo te va con Keith?

—Una cabra molesta es más mansa que él. —contesté a Shiro. Recibí una de sus suaves risas. Nada molesto.

—¿Enserio? Pensé que a ti se te haría más fácil lidiar con él.

—Lo sé... Y lo logré por un par de días. Pero volvió con su bipolaridad y pues ya ni siquiera sale de su habitación.

—¿Lograste sacarlo?

—Si, pero no estas escuchando bien. Ya no quiere salir.

Estuvimos en un corto silencio, y yo logré abrir los ojos y apreciar a un Shiro concentrado. Parecía una misma copia de la estatua del señor pensador.

—¿Qué fue lo que le dijiste?

—¿Qué?

—Vamos, Keith puede ser como una chica a veces. ¿Qué le dijiste?

—¡No lo he insultado! Ya casi ni me contesta. Una tumba habla más que él. —Me exalté y alcé la voz ya aborrecido por la actitud misteriosa y seca como desierto de Keith.

—¿Y cuando se comenzó a comportar así?

—No sé. ¿Cuando llegué tarde a buscarlo?

—Tal vez deberías preguntarle qué le molesta—propuso.

—No va a contestar. —Y aunque fuese una buena idea, conocía a Keith.

—Intentarlo no va a hacer que pierdas la lengua —dijo alejándose y desapareciendo por una de las puertas. Dejándome otra vez solo.

Y era cierto. No perdería la lengua por preguntarle. Eso era seguro. O tal vez si, Keith dormía con un cuchillo. El simio ese es capaz de cortarme la lengua si lo molesto mucho.

Me levanté como si una ola de seguridad me hubiera bañado y amenazado con quedarse formando estragos. Fui a la habitación de Keith e irrumpí en su silencio mortal.

—¿Qué es lo que te molesta? —cuestioné acercándome a su cama.

Y esperé respuestas pero su boca ni siquiera se movía.

—Keith. Dime qué te molesta. No podemos estar así toda la vida.

—Nada —respondió.

Y quise golpearlo, pero golpearlo de verdad. Dejarlo en el suelo débil y sangrando. Pero me contuve, era Keith, era mi amigo.

A través de tus ojos (Klance) [TERMINADA pero en edición]Where stories live. Discover now