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Lance

Salí aturdido de la habitación. El paladín rojo me había dejado sin palabras. Fue una guerra interior el qué contestarle, y también el cómo escapar de esa habitación. Tuve que inventar tantas excusas para salir que me sentía sucio. Dejé a un confundido y nervioso Keith. Cuando le di una ultima mirada estaba temblando. Pensé en quedarme pero no podía, necesitaba digerir todo. Tal vez no era lo que yo pensaba. Tal vez era una enfermedad. Tal vez yo no había causado eso.

—Lance, hay reunión del equipo. —Me interrumpió Pidge exaltándome en cuanto puso una mano en mi hombro.

Estaba demasiado nervioso. Necesitaba calmarme. Esto era algo que, por ahora, nadie debía saber.

—¿Estas bien?

—Esto... Si, estoy bien —respondí a Pidge regalándole mi mejor sonrisa de triunfador y la seguí hasta el area de control del castillo.

Todos estaban hablando y yo simplemente me volví a perder en mis pensamientos. En los toques de Keith. En sus nervios. En su corazón desenfrenado. En su silencio. Las palabras que no nos salían. No podía volver a esa habitación.

—¿Qué piensas del plan, Lance?

—Keith —contesté automáticamente.

Todos se estaban mirándome confundidos y repasé lo ocurrido en mi cabeza dándome cuenta de mi error.

—Perdonen. Decídanlo ustedes.

Me fui tan rápido como pude y acabé junto al León Azul. Esperé a que me dejara entrar y me escondí ahí. Me senté en la silla y cerré los ojos. No iría a ningún lado, solo necesitaba pensar. Ni siquiera me había puesto el traje para salir. Necesitaba relajar los nervios un rato. Necesitaba dejar a un lado a Keith un tiempo.

—Lance.

—¿Si? —contesté sin abrir los ojos. No había necesidad.

—¿Estas bien?

—Si, supongo —murmuré.

—¿Enserio? Porque estás distraído, y creo que ya todos lo notamos.

—Allura, estoy bien. Lo juro.

—¿Es Keith? —insistió con esa preocupación en la voz que me obligaba a hablar para detenerla.

Tardé en responderle, ¿cuál sería el costo de decirle?

—Si.

—¿Qué pasó?

—Keith... —tuve que aclarar mi garganta para que no saliera entrecortada ni ronca—. Keith siente cosas por mi... O eso pienso yo...

—Oh... —Se le escapó una risita nerviosa.

—¿Tú qué sabes, Allura?

—Lance...

—Dime que no es cierto, que tú no sabes nada acerca de eso...

—Lance... —Repitió en súplica y como consuelo.

—¿Entonces todos lo saben y yo soy el único estúpido que no sabía sobre eso? —Me estaba alterando más de la cuenta.

—Lance, cálmate. El día de la explosión... Él me lo dijo... Unos tics antes de que nos alcanzara la explosión...

Yo sabía cuánto le estaba costando contarme esto pero yo no quería escucharlo. Me negaba a escuchar, a entender, a aceptar que uno de mis mejores amigos se había enamorado de mi.

—Lance, tienes que entender que para él tampoco es fácil. ¿Qué te dijo?

— ¡Ese es el problema! ¡Él no dijo ni una sola palabra! Y yo no necesitaba que me lo confirmaran.

—Lance... Es Keith.

—Yo no puedo seguir siendo su niñera...

—Lance...

Y puso muchos porqués explicando mi situación como su niñera. Pero yo no quería volver a verlo. No hasta que a él se le olvidara esa estúpida idea de mirarme como algo más que su mejor amigo, si es que podía ver algo más...

A través de tus ojos (Klance) [TERMINADA pero en edición]Where stories live. Discover now