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Lance

Observé y busqué lo que sea que debían atacar pero no encontré nada, el lugar era un desierto. O lo era hasta que vi a lo lejos descender a una nave Galra. De esta no salió nadie pero tampoco entró. Estuve eternamente observando la nave y parecía como si el tiempo se hubiera congelado, nada pasaba. Salieron un par de Galra tironeando prisioneros de los brazos pero no me moví ni un solo centímetro, ¿y dónde se supone que estaba la Espada de Marmora?

Visualicé a lo lejos lo más parecido a un uniforme de los Marmora, aún así no estaba seguro, entonces mi León avisó de que había peligro. Iban a explotar el planeta desierto con la nave, los prisioneros y si habían de la Espada de Marmora, también. Salí de mi escondite y tan veloz como pude llegué a la nave Galra.

—¿Dónde estas Keith? —mascullé buscándolo en los al rededores. Era imposible que estuviera haciendo la misma estúpidez que lo dejó ciego.

Busqué y lo único que encontré fue una pequeña nave que se asemejaba a las que usaban en la Espada de Marmora. Entonces... Si estaba ahí pero yo no lo había visto, tal vez ya estaba adentro haciendo explotar todo.

Muy bien hecho, Keith. La mejor decisión de tu vida. ¡Decisión del año le dicen!

Hice que el León Azul formara una nueva entrada de un golpe, no creo que a este punto les importe que se ventile un poco la nave. Dejé a mi León bien estacionado encima de la nave y muy cerca de la nueva entrada. Salí nervioso y me escabullí por los interminables pasillos y todavía no encontraba al terco de Keith. ¿Dónde está?

La última vez estuvo buscando las naves de escape... Naves de escape... ¿Dónde queda esa mierda?

La luz roja y alarma empezó a ser más fuerte, la nave explotaría en cualquier momento y Keith no estaba. No lo encontré por las naves, tampoco en el centro de la explosión, ni en la salida. Estaba por darme por vencido hasta que vi un cuerpo en el suelo con el uniforme de los Marmora. A trompicones llegué al cuerpo, solo se me ocurrió cargarlo y correr a donde estaba la salida que había creado. Estaba seguro de que era Keith. El León Azul me esperaba con su mandíbula abierta, listo para llevarnos muy lejos, subí lo más rápido que pude y cuando cerró su mandíbula, explotó la nave. Hubo demasiada turbulencia y no fue hasta varios minutos después que todo se calmó. Me sentía algo mareado y que iba a vomitar como Hunk en sus principios. Me arrastré al cuerpo cercano de Keith y le saqué la máscara con orgullo.

—¿Cuántas veces te tengo que salvar? —murmuré sonriendo mientras quitaba la capucha. Aún respiraba y eso me hacía la persona más feliz en el universo.

—No sé... —tosió fuerte debido a todo el humo que tuvo de inhalar.

—No tenias que contestar —besé su frente después de sacar un par de mechones de cabello. De verdad estaba feliz—. Hay ropa y sábanas para que estés cómodo en el viaje —dije levantándome y yendo a la pequeña área de control.

Tardé un poco en volver hacer funcionar al León Azul. Todavía tenía los impactos de la explosión que había causado la nave y el planeta. Enserio habían explotado todo... No me atreví a preguntarle nada a Keith incluso cuando me alejé lo suficiente para no ver el planeta.

—¿Me ayudas?

Cuando volteé a ver Keith tenía su uniforme en las manos y solo estaba en bóxers. Tenía un pequeño corte en la pierna sangrando. Por suerte que se me ocurrió a ultimo minuto traer el mundano kit de primeros auxilios entre todas las cosas. Saqué una de las vendas y me acerqué a él con cuidado. Vendé su pierna intentando no ver más allá de lo que mis deseos pedían.

Keith tenía ese no sé qué tentador, hacía que mi corazón latiera con fuerza y mis ganas de estar sobre él besándole y acariciándolo fueran excesivamente grandes. Necesitaba pegar mi cuerpo al suyo, sentir que todavía había algo aparte del amargo que dejó la última conversación. Aun así me aparté con mis deseos y busqué ropa en la mochila

—¿Cómodo pijama o ropa casual? —Vi la pequeña sonrisa que se le formó y casi me olvido de la ropa y de todo por querer besarlo.

—¿Cómodo pijama? —preguntó con diversión.

—Pensé en tu comodidad. ¿Ves que soy atento? —Le dediqué una sonrisa como si pudiera notarlo.

—Entonces pijama.

Le pasé el pijama que consistía en unos pantalones suaves de franela de cuadrados rojos y negros, y una camisa simple y negra. Cuando iba a ponerse los pantalones le avisé que estaba por ponérselos al revés y reí. Su cara de confusión me daba razones para volverme en ese estúpido enamorado que era por él.

Me acerqué con la excusa de ayudarlo a vestirse, primero su pantalón, pasando suave y discretamente mi nariz por su cuello y pecho, aspiraba su aroma y cuando subí nuevamente su boca estaba entreabierta, lista para ser devorada. Empecé con nuestro típico e íntimo roce de labios que incitaba a besar, ya era algo nuestro. La camisa cayó por gravedad y su espalda chocó con la pared al yo acorralarlo. Extrañaba sus labios, extrañaba las horas de dormir, extrañaba a Keith.

Besé aquellos labios con necesidad inhumana y acaricié su cuerpo arrancándole algún que otro suspiro ahogado. Cuando me vi obligado a separarme me volvía a sentir vacío y solo. Pero sabía que eso era un principio de lo que yo quería hacerle a Keith, y lo que yo quería él también lo deseaba. Pero nos faltaba tiempo.

Quité el molesto uniforme de Voltron de mi cuerpo como si pesara y me asfixiara. Ahora apenas contaba con ropa encima, pero para no incomodar a Keith busqué la otra muda de ropa y me vestí. Ya no necesitaría lo que indicaba que yo era el paladín azul donde quiera que me parara. Estaba en el León Azul, tenía a Keith y ahora solo quería volver al castillo. Ahora era Lance, el Lance que amaba a Keith y necesitaba disculparse.

—Keith, ya sé que no debí interferir y tampoco decirte las cosas en la forma en la que lo hice...

—También fue mi culpa. Y al final tenías tanta razón. Casi muero allá fuera. Casi otra explosión me mata —me interrumpió—. Y no hay suficientes palabras para explicarte todo lo que siento y lo idiota que fui. No pude decirte que en realidad si me importas, también lo que piensas y sientes. Es solo que pensé que era una carga para ti y para el equipo...

—Keith, para mi nunca serás una carga —Lo interrumpí de la misma forma pero me acerqué acaricié con mis manos sus suaves mejillas. Era vulnerable y me encantaba, pero era fuerte—. Y te tengo una sorpresa cuando lleguemos al castillo —recordé al León Rojo.

—¿Una sorpresa?

—Con la discusión y pues rápido te fuiste y no pude mostrarte algo... Pero luego sabrás qué es. Prometo que te va a gustar.

Besé la comisura de sus labios rápidamente y tomé su mano para sentarlo encima de mi en la silla.

Aceleré la velocidad del León Azul, tenía que llegar cuanto antes al castillo y demostrarle a Keith que podía ver aunque sea un poco.

A través de tus ojos (Klance) [TERMINADA pero en edición]Where stories live. Discover now