¿Quién pensaría que en menos de un mes la vida de alguien podría dar un cambio tan radical? Él, que solo esperaba el momento para morir, sin ningún sueño ni deseo en la vida. Tres personas cambiaron su manera de verlo todo.
El por qué no podía recordar partes de su pasado, le resultaba sumamente estresante, ¿qué podría haber pasado con él para que, como en una cinta vieja, parte de su vida desapareciera?
Amy parecía entrar y salir de su mente en lapsos irregulares de tiempo, seguía con su trabajo en el café donde la volvió a ver, negando la ayuda que él le ofreció. Aunque había dejado los otros dos empleos que tenía ya que ahora no pagaba renta, era lo único que había conseguido que aceptara.
Siempre tan orgullosa.
Dejó que los gemelos se quedaran con él a solo unos pisos, pero pasando la mayoría del tiempo en su hogar.
Ahora, todo lo que antes parecía un set frío de televisión, tenía pequeños detalles, los marcos de fotos que antes tenían una familia que posaba felizmente para la foto, guardaba a los pequeños jugando con harina en la cocina de hacía unas semanas, en otra, Finn y Jack, sentados en una banca con unos siete años, mostrando que a ambos le faltaban un par de dientes.
Jack.
No había vuelto a ver a su hermano que lo acompañó todos esos años, podría ser que la soledad lo estuviera volviendo loco y nunca estuvo ahí en realidad, pero Sebastian lo veía, hablaba con él, logrando que algo dentro de él se rompiera.
¿Realmente necesitaba dejarlo ir?
Sí.
Era obvio que si Jack estaba muerto era antinatural que permaneciera entre ellos.
Pero después de su desaparición, sueños extraños, pesadillas, inundaban sus noches, obligándole a despertarse con el corazón desbocado y cubierto por una fina capa de sudor.
La escena del asesinato de su hermano lo perseguía, aunque esta vez, distorsionada.
Era él, el que moría.
Una y otra, y otra vez, de mil maneras distintas, dejándolo sin aliento.
¿Por qué tenía su mente que odiarlo tanto?
Habían pasado cinco meses desde el incidente de Conor, 152 días en los cuáles sintió que su vida volvía a tener un atisbo de color, el que perdió diez años atrás.
— ¡Papi! ¡Bóxer se comió mi helado! —lloró Crystal corriendo, mientras extendía sus brazos, esperando que él la cargara.
—¿En serio? ¿Por qué lo dejaste?
—Le...le iba a dar po...poquito— continuó entre sollozos, para eso, el pequeño can apareció moviendo la cola alegremente con el hocico cubierto de dulce y el pelaje tieso.
—No debes de darle dulce, ya sabes cómo se pone, le ladra a la televisión y se come los cojines del sillón —repitió por enésima vez, pasando sus pulgares por sus pequeñas mejillas, limpiando las lágrimas que caían.
— ¡Finn! ¡Bóxer se hizo popó en mi cuarto! —vociferó Sebastian segundos después.
Sebastian.
Su hijo había tenido problemas adaptándose a la palabra "papá", de vez en cuando lo decía, porque el pequeño no confiaba aún en él, creía que el monstruo podría aparecer de nueva cuenta, además, por unos meses no lo podía tratar como padre, para él, algo cercano a eso era su tío Luke y Derek, ni siquiera sus abuelos le parecían sinceros, ni quererlos en su opinión.
ESTÁS LEYENDO
Voto de Silencio.
FanfictionUna sola persona puede volverse el mundo de otra sin previo aviso. Un oscuro secreto logró que Finn Harries levantara sus barreras contra el mundo y decidiera apartarse de él, ¿Por qué querría estar en un lugar tan frío y sin escrúpulos? Amy Colli...