CAPÍTULO 3

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KyungSoo contuvo la respiración y dejó de mover los músculos

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KyungSoo contuvo la respiración y dejó de mover los músculos. Cerró los párpados cuando oyó las pisadas más cerca. Se sentía tan temeroso de lo que fuera a cruzar por esa puerta.

El sonido se detuvo. El tipo ya estaba dentro.

No recibió ningún comentario o frase condenándolo, por lo que abrió párpado a párpado, y en lo que le permitía la oscuridad, logró divisar ese familiar rostro y pudo respirar en paz, era el salvaje que lo había traído hasta allí.

El hombre con cabello trenzado frunció el ceño cuando vio al niño dormido en sus muslos, con el laúd tirado a un lado.

KyungSoo se removió para llamar su atención, pero cuando escuchó los quejidos de entresueños del niño se quedó quieto — Llegaste... — habló en voz muy baja, para no despertarlo —, tenía miedo que fuera otra persona.

El individuo dejó la lanza en la misma esquina que antes y KyungSoo prosiguió.

—Por favor debo regresar, alguien morirá si no preparo el brebaje que necesita.

El alto enarcó una ceja al oír eso, fue hasta donde el médico y se colocó de cuclillas. KyungSoo parpadeó, la pintura del rostro del hombre se estaba desvaneciendo, tal vez por el sudor, pero lo importante es que pudo visualizar mejor esas facciones, tenía las cejas rectas y las pestañas cortas, pero sus ojos seguían igual de penetrantes.

— ¿Qué tiene? — le interrogó mirándolo directamente.

KyungSoo suspiró —Fiebre, mucha fiebre.

El salvaje arrugó el entrecejo ante esa expresión y la pintura se le coartio aún más, revelando más piel.

— ¿Qué es fiebre?

KyungSoo quería decirle que su máscara estaba desapareciendo, pero prefirió quedarse callado, quizá no tendría otra oportunidad para verle la cara.

—Él está muy caliente, suda, se siente débil. Y si no se controla a tiempo comienza a delirar.

El salvaje asintió, haciendo que su bandana se moviera unos milímetros de su frente, había comprendido, puesto que en su tribu normalmente también enfermaban de "fiebre". El hombre moreno se levantó y se dirigió hasta la mesa. KyungSoo se preguntó qué quería hacer. Encima de ésta había una pequeña caja de madera, era como un viejo cofre. El indígena la abrió e inspeccionó por dentro, el pelinegro no llegaba a ver qué contenía dicha caja, sacó un envase de vidrio de color verde, era como si fuese un botella muy antigua, tenía el cuello largo y el cuerpo redondo, estaba sellado por un corcho.

Se acercó hasta KyungSoo y le colocó el frasco en el regazo, el recipiente rodó por la fuerza gravitatoria y se detuvo cuando chocó con la cabeza del niño. KyungSoo estaba con los ojos abiertos cuando noto que con eso el chico no se había despertado, tenía que tener un sueño muy pesado, luego, con total confianza, el hombre en taparrabos fue detrás del árbol que lo tenía encadenado, y escuchó un "clic" y el sonido de las pesadas cadenas cayendo al suelo. Ensimismado, movió sus muñecas y ya nada lo sostenía, era libre.

Mundos Distintos [KaiSoo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora