— Pobre, debe de estar devastada —dijo Diane— Voy a visitarla a las diez.
— Eso le vendría muy bien —dijo Meliodas neutro.
— ¿Ahora con quién está? —le pregunto preocupada.
— Está sola, ahora está durmiendo en un rato voy a ir a hacerle compañía.
— Lo único que necesita en este momento es el apoyo de sus seres queridos —le dijo cruzando los brazos— Y más de el tuyo.
Era cierto, ella necesitaba todo el cariño que le fuera posible para volver a ser la chica tímida pero alegre y positiva de siempre.
Meliodas se encontraba llendo para el hospital en el subte cuando empezó a escuchar algunos murmullos, estaban relacionados con el accidente de su novia así que puso mucha atención a lo que decían.
— Me pasaron un vídeo en el que un auto tuvo un choque bastante serio, al parecer fue a causa de un hombre que salió casi al instante que el auto chocó —le dijo esta a su acompañante— Después de unos minutos lograron sacar a la mujer que estaba ahí.
— Pobrecita —me respondió— ¿Y se sabe algo de ese tipo?
— Cortaron el vídeo después de que la ambulancia llegó —Meliodas se acercó a esas chicas.
— Discúlpame —le pidió— Pero... Podrías ser tan amable de mostrarme ese vídeo —la chica lo quedó mirando unos segundos pero aún así accedió al pedido— Gracias.
Estaba viendo detenidamente y logró ver como un hombre salía de entre los vidrios rotos del auto, en ese momento, ese maldito momento sintió ganas de estrujar ese celular hasta que solo quedarán escombros.
— ¿Esta bien señor? —le pregunto la chica viendo el enfado de Meliodas.
Respiro profundamente y le devolvió el celular con toda la calma del mundo.
— Estoy bien gracias —dijo. Se bajó de la subte fue directamente a las escaleras para volver a la superficie y caminar unas cuantas cuadramos al hospital.
— ¿Meliodas? —pregunto Merlín— Son las tres de la mañana ¿Que haces por acá?
— Vengo a hacerle compañía a Elizabeth —le dijo serio y se dirijo al ascensor. Cuando la puerta se cerró presionó el botón y se recostó en la pared— Ese maldito no va a salir vivo de esta.
Varias semanas después Elizabeth pudo volver a ser la de antes, Meliodas no pudo saber absolutamente nada de Estarossa, pareciera que ese maldito hubiera desaparecido de la faz de la tierra pero no sé iba a rendir; en el momento en que lo encuentre lo va a encarar y que le ruegue a Dios que no se le pase la mano con ese bastardo, porque jura que lo va a matar en cuanto tenga la oportunidad.
— Lo lamento oficial pero no puede ver la cara de ese hombre —le dijo Elizabeth a un policía— Estaba tapado —dijo secándose una lágrima— Después solamente recuerdo el choque y nada mas
— Está bien señorita —le ofreció un pañuelo el cual ella aceptó— El auto no llevaba patente, así que no lo tenemos registrado.
Después de largos minutos en que ella estaba declarando salió de la comisaría y se encontró con Diane en la esquina y caminaron.
— ¿Y? —le pregunto Diane.
— El auto no tenía patente, y las cámaras solamente lo vieron entrar a un callejón y de ahí no se lo volvió a ver —le contesto con amargura— Tenía pelo blanco, debió de ser un pedófilo, ojalá se muera.
— Ojalá —le respondió mirando su celular, era Meliodas quien le mando un mensaje.
— Trata de que Elizabeth vuelva a las tres de la tarde —me escribo.
— Está bien, pero no sé si pueda aguantar, está un poco cansada pero voy a tratar —guardo su celular y pensó en donde podían ir para pasar el rato— Elizabeth... Que te parece si vamos a pasar el rato por ahí
— No se, estoy un poco cansada —le confesó— Quiero volver a casa.
— Dale —le pido— La doctora te dijo que tenías que salir más, ¿O no?
Elizabeth suspiro.
— Si es verdad, vamos.
Primero se fueron a tomar un helado y hablaron un poco, Elizabeth le contó que la ginecóloga le dijo que el su útero se había limpiado completamente y que estaba en su ciclo de ovulación. Después prosiguieron en irse a pasear y a comprarse algunas cosas para ellas.
Meliodas tenía algo muy especial planeado para su novia, una pequeña merienda con unas buenas bebidas, también con un poco de el dinero que tenía ahorrado, que era el que le dió su padre, compro una sortija de compromiso de oro, con un diamante de veinticinco kilates adornado. Estaba listo para pedirle matrimonio, y dar el siguiente paso.
— Bueno —le escribió Diane a Meliodas— Eli, mi mamá me llamo diciéndome que está enferma y necesita de mi ayuda —le mintió— Vayamos a casa.
Elizabeth asintió.
— Está bien.
Fueron caminando hasta la casa de Meliodas, Diane la dejo en la puerta y se fué. Elizabeth entro y guardo su abrigo.
— ¡Ya llegué! —se anuncio.
— ¡Estoy en el comedor! —me respondió en un grito.
Elizabeth dejo su bolso y algunas cosas arriba de el sillón y abrió la puerta de el comedor, vio una mesa hermosa con mantel rojo, pétalos de rosa adornando la mesa y rosas blancas, rojas y rosas, copas, champagne, vino y algunos aperitivos de camarón entre otras cosas.
Le sonrió a Meliodas quien le estaba apartando una silla para que pudiera sentarse, esa sonrisa que tenía el... La dejaba rendida ante sus pies, era muy encantadora.
— ¿Que es todo esto?
— Mhh —le agarro la mano y la llevó hasta la silla— Nada en especial —puso su cabeza en su hombro y comenzó a besar su cuello con delicadeza.
— ¿Nada? —le pregunto riendose— Todo esto debe ser por algo en especial —Meliodas se apartó de ella para servirle una pequeña bebida.
— Si, podría decirse que es especial —tomi un poco de vino— Pero primero comamos, me costó mucho hacer esto.
Tuvieron una charla caliente, con algunos piropos de parte de Meliodas haciendo que Elizabeth quedará roja, le gustaba verla así, se veía tan linda con una sonrisa adornando su espléndido rostro; era todo lo que podía pedir en el mundo, verla feliz. Terminaron de comer y Meliodas fue rápidamente "al baño" y Elizabeth quedo en el comedor.
— Elizabeth —dijo entrando con las manos en la espalda— Espero que no lo tomes mal.
— ¿Que cosa? —vio que Meliodas saco las manos de atrás de su espalda dejando ver una cajita de terciopelo rojo en forma de corazón, se llevó ambas manos a la boca— Meliodas...yo...
— Me cuesta mucho decir esto, pero sos la persona más amable, divertida y sensible que conocí en mi vida hasta ahora... Y no se lo que pueda suceder mañana pero lo que más me importa es el ahora —se puso de rodillas y con una mano agarro la mano de Elizabeth y con la otra abrió la cajita dejando ver esa enorme sortija— Elizabeth. —ella no lo dejo terminar, lo callo en un beso, un beso que el siguió con pasión.
— Si, si y si —otro beso se apoderó de los labios masculinos.
Creado por Laura Ninche.
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Nos estamos viendo la próxima 💝 chau.
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Teşekkürler
RomanceElizabeth es una chica de 20 años. Tiene una beca para la universidad en la que entró hace 3 meses, pero un giro inesperado le hace renunciar a sus sueños de poder recibir su título para enfrentar su realidad {τεrмιηαdσ} #1 en Melizbeth 10/5/18 #2...