Capítulo 2

23 1 1
                                    

 - Habéis sido seleccionados para pasar un tiempo en un campamento un poco lejano pero muy bueno, creo...- dijo Maese Triss.

Todos los alumnos callaron y se miraron, otra vez, unos a otros.

- Pero, ¿habrá deportes de aventura?- dijo Gabby. 

Él siempre está muy interesado en el mundo del deporte. Solamente va a excursiones escolares de deportes, solamente entra en la biblioteca para inscribirse en el concurso deportivo y solamente aprueba la asignatura de Educación Fí­sica y el recreo. Sí­, el recreo. Él cree que es una asignatura. Cosas que entran en la cabeza de un deportista. Sus deportes favoritos son el fútbol y el baloncesto.

- Por supuesto y, también estancia y comida gratis. Vaya lo que vosotros decí­s, es un chollo- respondió ella. Todo lo que decía era difícil de creer porque hací­a pausas para mirar hacia arriba y decir algo más. Parecí­a que se lo estaba inventando sobre la marcha.

Adelle se decidió a hablar e incluso se levantó unos palmos de la silla pero no le salían las palabras y decidió sentarse otra vez.

- Bueno, decid algo. ¿Queréis ir?- añadió la directora.

Nadie decí­a nada. Era un silencio muy incómodo. Nadie se decidí­a a romperlo con breves preguntas o aclaraciones, salvo Maese Triss, que estaba interesada en que los elegidos decidieran ir.

- Pues yo quiero ir, ¿Quién se apunta?- dijo Gabby.

Esto es lo que dice a sus compañeros siempre que hay algo deportivo y como es el más importante de su clase todos responden <yo>.

- Si tu vas, yo voy colega, espero que pueda llamarte colega a partir de...ahora- dijo Iori.

Iori no tiene muchos amigos: simplemente tiene como amigos los componentes del club de los mapaches, un club que hace discursos todos los recreos sobre la explotación forestal en las zonas en las que viven los mapaches. Nadie les hace caso pero el aburrimiento es muy malo.

- Yo también me apunto, os hará falta una ayuda femenina para la limpieza y llevar la ropa conjuntada... y para que no os caguéis de noche cuando aparezca alguna sombra rara o ruido raro- dijo Adelle.

Tras esto, Maese Triss apuntó algo en su cuaderno con la pluma de águila y cuando acabó, todas las miradas se centraron en Cassandra y en Joel. Tras un rato de pensamientos ambos dijeron a la vez <yo voy>.

- Bien, únicamente tendréis que llevaros una maleta con zapatillas de deporte, ropa deportiva, el pijama y otros objetos o utensilios para ayudaros a dormir o para vuestra salud etcétera.- dijo ella. Esto también parecí­a que se lo inventaba sobre la marcha. Todo muy sospechoso.

- Pero, ¿No hace falta un justificante de nuestro tutor o tutora legal? A y por cierto, ¿A qué se debe tanto interés por que nos vallamos de campamento y gratis?- dijo, por sorpresa Joel.

Él era siempre muy legal y muy educado. Una vez dobló la esquina de la hoja de un libro de la biblioteca y le rogó a la directora que le pusiera un parte por ese delito y que llamaran a sus padres. Obviamente Maese Triss no le hizo caso, ya que, eso no era tan grave como para ponerle un parte.

- Hmmmm no hace falta y es que...nos ha tocado en un concurso de- entonces se rizó un mechón de pelo que le caía por la frente y añadió -...educación fí­sica. Por cierto, dentro de tres horas os quiero en la parada de autobús para marcharos al campamento...- iba a decir otra palabra pero se tapó la boca con la mano y se calló- No tenéis que continuar con las clases, así­ que ahora todos vais a ir a vuestra aula a coger vuestra mochila y os iréis. Espero que lo paséis muy bien. Adiós-dijo Maese Triss.

Todos los alumnos se levantaron, los que estaban sentados, y se fueron al pasillo sin decir ni una palabra. Acto seguido fueron a la clase para coger sus mochilas y chaquetas. D. Felipe, que estaba al tanto de todo este tema, les abrió la puerta del aula. Como siempre, tenía una cara de estirado con la mirada de reojo. Cuando salieron al exterior del edificio, el reloj gigante que habí­a en todo lo alto dio unas campanadas dando a saber que eran las doce del mediodí­a. Esto significaba que el tiempo de recreo habí­a llegado a su fin. Tras salir de las vallas que rodeaban el instituto, cada uno cogió el camino a su casa y todos los niños y niñas entraron en sus respectivas clases.

Cuando Adelle, Cassandra Iori, Gabby y Joel llegaron a sus casas, lo primero que se encontraron eran las miradas de sus padres con una expresión que si la cara pudiera hablar por si sola diría <¿Qué narices haces aquí que no estás en el instituto?>. Después cada alumno/a se lo explicó a sus padres de una manera.. ¡Ah, casi se me olvida! Cassandra no hacía esto con sus padres porque desgraciadamente murieron en un accidente de avión, así­ que vive con su abuela Agatha. Su abuela hace todas las labores que haría su hija; tareas domésticas como planchar y hacer la cama, hacer la comida y el desayuno para el instituto y, acudir a las tutorías; y las que haría su yerno: Traer dinero a casa (ella lo hace vendiendo bizcocho de limón en el mercado), encargarse de darle las pocas regañinas que necesita Cassandra o leerle un cuento al acostarse. Agatha piensa que su nieta es mayor para que le lea cuentos al dormir pero Cassandra insiste. Su favorito es "La Historia Interminable", que todas las noche su abuela le lee un capítulo.

Todo lo referido con el viaje y el largo tiempo que estarán fuera era un poco difí­cil de explicar a los padres. Éstos se dignaron a escucharlos y decirles que hicieran las maletas y que se lo pasasen muy bien. No les dio tiempo a despedirse correctamente, simplemente un <adiós>.

Eran las tres de la tarde. En el instituto todos salían por la puerta de la verja dando saltos de alegrí­a y abrazando a los padres que vení­an a recogerlos; todos menos Gabby, Adelle, Cassandra, Iori y Joel, que estaban esperando inmóviles en la acera paralela al instituto.

Ya salían todos los maestros, pero Maese Triss tardó en salir ¿Llegará el autobús antes que Maese Triss, será una broma de su directora o ni si quiera llegará el autobús? Todas están preguntas quedan en el aire.



Luna MenguanteWhere stories live. Discover now