Capítulo 1: La Cosecha

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Al abrir los ojos siento el frío de la mañana que se cuela por debajo de la frazada. Es muy temprano, la poca luz del Sol que ilumina las calles entra por la ventana y yo, como todas las mañanas, me levanto para ir a cazar al bosque. No me preocupo en avisarle a mi madre porque ella ya sabe donde estoy. Esto es algo rutinario, tanto que se transformó en algo así como un hobbie para mi.

Hoy es un día atípico, el cielo está cubierto por nubes grises, hay mucha humedad y muy poco viento. Al parecer en la noche hubo una llovizna, porque puedo notar las hojas de los árboles y las plantas del Distrito húmedas aún. Pero lo que hace este día aún más raro y horrible es una cosa en particular: hoy es el día de la Cosecha.

Mi nombre es Katniss Everdeen, tengo dieciséis años, vivo en Panem, un país que está gobernado por el Capitolio, bajo el mandato del Presidente Snow. Hace setenta y cuatro años, los trece Distritos del país fracasaron en un intento de Rebelión. El Distrito 13 fue destruido, y para recordarnos nuestra «traición», se decretó que todos los años, se enviaría un niño y una niña de entre doce y dieciocho años de cada Distrito a una batalla a muerte en una Arena.

Vivo solo con mi madre y mi hermana, mi padre murió hace años en una explosión en la mina en la que trabajaba.

Troto a través de todo el Distrito. La zona comercial, la Veta, y finalmente llego a La Pradera. Cruzo la cerca electrificada utilizando el truco que mi padre me enseño. Él me explicó que si escucho un zumbido al acercarme, no tengo que tocarla porque está en funcionamiento.

Me adentro en el bosque, busco mi arco y mi carcaj en el tronco hueco de siempre, y me dedico a cazar. Es algo normal para mi, pero la verdad es que me cuesta mucho, estoy muy nerviosa. Necesito descansar y despejar mi mente un poco, por lo cual decido sentarme frente al lago. Es lo único que me trae paz cuando estoy preocupada, porque puedo relajarme. Es uno de los pocos lugares tranquilos de mi Distrito que, no está demás decirlo, es el más pobre de todo Panem.

No voy a mentir, incluso estando inmersa en esta paz me atacan los nervios, ya que este año es la primera vez que mi hermana, Primrose, entra en la lotería. Es obvio que ella no saldrá elegida, su nombre entra una sola vez, es imposible. Aunque tengo que reconocer que no soy una chica muy positiva, sino realista, y no me gusta ilusionarme con cosas que pueden no llegar a pasar, la verdad es que me cuesta mucho pensar que tal vez tenga suerte y no sea el tributo de este año para los Juegos del Hambre. Igualmente, algo me inquieta aún más, el hecho de que Prim pueda ser escogida. No pensaría dos veces en ofrecerme como voluntaria para que ella esté a salvo, pero algo me dice que ella está a salvo, como siempre.

El sol comienza a mostrarse un poco más, por lo cual aprovecho para ir a venderle lo que había cazado al señor Mellark, el dueño de la Panadería de la zona comercial de mi Distrito. Camino hacia el tronco hueco y guardo el arco y el carcaj nuevamente.

Atravieso la cerca procurando que nadie me vea. Luego de caminar varios metros, comienzo a ver el movimiento de las personas en el Distrito. Todos estamos nerviosos: padres, hijos, hermanos, no importa, es igual para todos.

Me dirijo a la panadería y entro, a estas horas siempre está vacía.

— Hola Katniss —dice el hombre con cariño y con una sonrisa mientras yo me acerco al mostrador—. ¿Qué cazaste hoy?

Yo suspiro, trago saliva, y luego lo miro.

— Buenos días señor Mellark —contesto cordialmente mientras levanto la mochila con las cosas que cacé—. Pues no tuve mucha suerte, usted sabe que siempre me pongo nerviosa en este día.

Le muestro las cosas que pude cazar. Unas ardillas, unas simples y miserables ardillas. Las cuento y entonces noto que son unas cinco en total. Suelo cazar más cuando estoy junto a mi compañero de caza, Gale, pero él no podía venir hoy.

Voluntarios (Los Juegos del Hambre) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora