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CAPÍTULO 22

❝ UN PLAN EN MENTE Y CONOCIENDO A BEX ❞

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A pesar de que no me sentía tan segura, James se giró con su rostro mirando hacia arriba sus labios ligeramente abiertos. Pasé mi mano por su barba recién hecha. Tal vez era hora de irnos. En el caso de los precios de los billetes de avión, salir de Londres sería difícil. Pensé en ir a Latinoamérica, donde podríamos salir sólo con nuestras nuevas identidades que había logrado crear y que eran muy convincentes.

— ¿Qué estás pensando, muñeca? —preguntó soñoliento.

— ¿Qué piensas de ir a México?

—No. Me gusta estar aquí —Le sonreí.

—Estaba pensando que tal vez, debiéramos salir de aquí. Estamos desde hace seis meses —Toqué su rostro—. Es peligroso quedarse en un lugar por tanto tiempo.

—No tienes que tener miedo —Me dijo, sus labios cercanos a los míos, su respiración tocando mi boca y haciendo que mi cuerpo se arrepintiera—. Pero si realmente quieres irte, podemos hacerlo.

—Soy hija de alemán, miedo es una palabra que no existe para mí. Solo estoy preocupada. Sería odioso si nos capturaran estando tan lejos. La Cautela murió de vieja —Sonreí, luego me beso—. Como decía mi madre "Man soll den Tag nicht vor dem Abend loben." (No se debe alabar al día antes de que llegue la noche)

—Sonó como las palabras de alguien muy sabio —Me besó de nuevo, más intensamente—. Pero ya es tarde, ¿discutimos eso mañana, está bien?

—Está bien —respondí, programando mi cerebro para despertar más temprano que él y trazar nuestro plan de fuga. Habíamos ido muy lejos para ser atrapados en tan poco tiempo. 

Bucky insistió para subir e ir a dormir, ya que detestaba que me quedara dormida en el sofá y luego me quejara del dolor en mi espalda. De la forma en que James estaba cuidando de mí me hacía sentir cosas que jamás pensé sentir. Sus manos jugaban en mi cintura mientras subíamos las escaleras, él me hacía cosquillas y al mismo tiempo cuando sabía que mis piernas iban a debilitarse sostenía mi cintura. Entrelazó sus brazos alrededor de mi cuerpo levantando mis pies del suelo y, me llevo escaleras arriba.

—No puedo dejar que mi muñeca se caiga —dijo entre risas. Me sentí muy feliz cuando las palabras dejaron su boca. 

Me coloco sentada sobre su cama, donde había dormido junto a él en los último mes. Sus manos se moldearon a mi rostro, inclinando su cuerpo sobre el mío y echándose sobre mí, mis dedos tocaban sus cabellos ahora ya crecidos, nuestras piernas entrelazadas y lenguas tocándose. Mi mente apenas enfocándose en él, todo lo que quería hacer era pasar mis uñas casi largas por toda la extensión de su espalda y entrelazar mis dedos en sus cabellos. Nada más importaba.

[...]

Por el principio de mi plan me desperté más temprano, cuando abrí mis ojos por la mañana Barnes ya estaba despierto, delante de la computadora tomando café, usando sólo pantalones de deporte. Caminé hasta él enrollándome como un capullo en la manta y puse mis brazos alrededor de su cuello, besando su mejilla y viendo lo que él estaba buscando. Había una foto de él con una chica sonriente de pelo rizado y rostro en forma de corazón. La foto era en blanco y negro y muy gastada. Tenía un brazo alrededor de ella y sonreía tanto cuando miraba a la chica. Abrió espacio para que me sentara en su regazo, cuando me senté me sonrió apuntando a la chica.

— ¿A quién exactamente estoy mirando? —Pensé que las mejillas se iban a partir de tan grande que era su sonrisa. Parecía el Joker.

—Deberías conocerla, estás mirando a mi hermana, Rebecca —explico, lo mire abismada. No tenía idea de que él tenía una hermana, él nunca hablaba de su familia o cosas tan personales de su pasado—. El otro día me mostraste una foto de tu familia, pensé que este sería el momento de mostrarte la foto de mi hermana, no encontré fotos de mis padres. Mi madre murió cuando yo tenía doce, ella tenía tuberculosis y mi padre cuando yo tenía catorce en un accidente en la fábrica de coches donde trabajaba, quedamos sólo Bex y yo. Ella tenía nueve, fue a vivir con unas tías en Nueva Jersey —Sonrió viendo la imagen—. Cuando cumplió los diecisiete y terminó los estudios, trabajaba de camarera y dividíamos el alquiler de nuestro departamento. Ella te habría adorado. Bex también era muy buena en matemáticas y un desastre en la cocina.

—Ella aún... —Su sonrisa se puso triste.

—Ella falleció hace dos años. Se casó, tuvo hijos y nietos. Estoy feliz de que tomara un rumbo después de la guerra... después de recibir dos cartas del ejército sobre mi muerte.

—Cartas que fueron mentiras.

—Puedo oírla llamando a Steve. Puedo oír sus gritos diciendo que los Buchanan son difíciles de matar. Pero ella era fuerte y lo superó.

—No. La gente nunca supera esas cosas —Pasé mi mano por sus cabellos—. Eso no te hará sentir mejor... pero no lo superamos. Es como una herida que nunca va a sanar. Si no la tocas no la sientes, pero sabes que está ahí y cuando alguien toca la herida todavía va a doler. Es un agujero en el corazón que nunca se va a cerrar, sé que ella sintió tu falta hasta su último suspiro. La muerte de un hermano no es algo que uno olvida, y es algo que cargamos.

— ¡Shh! No te pongas triste. Ayer compre algo para ti, pero me pareció mejor sólo entregártelo hoy —dijo, sacando algo de su bolsillo. Una cadena fina y dorada con una medallita y una imagen de un santo en el medio. Sonreí cuando reconocí a San Kazimierz—. Sé que no eres polaca, pero él es el santo patrono de los niños polacos y tenía una debilidad por ayudar a las personas, por eso fue santificado.

—No sabía que eras tan católico —Me bajé de su piernas para que colocara la medallita en mi cuello. Era larga y el dije quedaba en un punto entre mis senos, la agarre leyendo la inscripción detrás de la imagen de San Kazimierz: "пирог в небе " (Un castillo en las nubes)

—Estudié en una escuela católica, aprendes de esas cosas —Solté una carcajada al ver el rostro sonriente de Bucky que me estaba acostumbrando a ver.

Me besó exactamente cuando oímos la primera explosión.

¹ 𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐆𝐔𝐄𝐑𝐑𝐀 ━━ Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora