My Darling~ - Outlast.

3

-Despierta my darling-oí una reconocida voz a lo lejos.
Con pesadez comencé a abrir los ojos y la primera imagen que vi fue un altar y detrás de este un hombre vestido de ropas blancas y negras con un libro entre manos. Apenas giré la cabeza a un lado soltando un quejido y allí estaba Eddie sonriéndome, tomando mi cintura.

¿Qué sucede? ¿Por qué no puedo moverme?

Pensé y vi que estaba atada de manos y pies.
-Nuestro día a llegado my darling-dijo Eddie sonriente, un escalofrío recorrió por toda mi nuca y no pude evitar tragar fuerte ¿Iba a casarme con un psicópata?
Este juego se había ido muy lejos pero ¿Qué podía hacer? Él era el triple de mi fuerza, un simple golpe y me haría pedazos ¡¿Que debo hacer?!
Tragué fuerte y me mantuve serena, observé de reojo a Eddie, quien sonreía alegremente, pude ver algo de él que no había notado desde el principio. A pesar de ser un psicópata tenía su lado bueno, vuelve a poner los pies en la tierra y no es tan malo de lo que aparenta ¿Ese era el original Eddie Gluskin?
-Los declaro marido y mujer-oí aquello que me hizo volver en si. Un momento... ¿No me preguntaron si lo aceptaba como mi esposo? Aunque si me negaba de seguro terminaba como todos esos locos que estuvieron en sus manos.
De la nada tenía a Eddie manipulándome para que estuviéramos cara a cara.
-Ya puedes besar a la novia-declaró el sacerdote y sus labios devoraron los míos, me tense por lo repentino y no pude evitar sonrojarme a tal punto que sentía mucho calor.

¿Qué me sucede?

Sentía una extraña sensación en el estómago, lentamente se apartó de mis labios para tomar aire y me sonrió.
-Es hora de nuestra noche de bodas-ronroneó cargándome en sus brazos.
-Bien, es hora de irme-dijo el sacerdote sacudiendo sus manos y se fue de allí sin más.
Me llevó como todo novio hasta el cuarto, donde me recostó sobre la cama aún con las manos y pies amarrados.
-Amor mío ¿Puedes soltarme?
Él sonrió como respuesta, tomó mis muñecas atadas y las amarro al cabezal de la cama.
-¿Cariño?-pregunte asustada en cuanto saco un cuchillo de su bolsillo trasero.
-No tengas miedo my darling-dijo suavemente-solo quitaré esto-agregó cortando los amarres de mis pies.
-¿No vas a soltarme el amarre de las manos?
-Quiero divertirme un poco-ronroneó encimándose en mi y allí pude notar que era muy grande-disfruta amor mío-susurró rozando su húmeda y cálida lengua por la piel de mi cuello.
Solté un quejido como respuesta, él siguió aún más y comenzaba a tocar partes de mi cuerpo, poco a poco el vestido fue descendiendo y debajo no tenía nada puesto.
-Una vista perfecta-sonrió Eddie, me puse roja como un tomate ¿Cómo se atrevía a decir eso con tanta normalidad?
-No te sonrojes my darling-rió divertido, se incorporó y quitó la parte superior de su traje de novio. Por primera vez podía ver su torso desnudo de piel blanca y bien marcado. Voy a admitir que sentí un cosquilleo en el cuerpo al verlo tan... guapo.
-¿No te gusta lo que ves?
No dije nada, solo me mantuve en silencio sin poder quitarle la mirada de encima.
Siguió con las demás prendas hasta dejar a vista su hombría, maldición que era grande también. Pase saliva pensando que esto estaba por ocurrir, iba a tener relaciones con este psicópata que conocí hace un día ¿Cómo terminé así? Volví en si al sentirlo posarse sobre mi.
-No sabes cuanto deseo sentirme dentro tuyo cariño-susurró rozando la nariz por mi cuello.
Trate de evitar gemir, él lo notaba y lo hacia peor. Sus manos descendieron hasta mis pechos los cuales apretó con fuerza, no pude evitar gemir y arquear apenas la espalda, música para sus oídos ¿Por qué lo digo? Porque pude ver su sonrisa satisfactoria.
Siguió descendiendo con sus labios hasta atrapar un botón rosado el cual comenzó a estimular, su otra mano libre siguió su camino hasta llegar a mi centro daba suaves caricias por encima del clítoris.

Maldición.

Maldije, mi cuerpo poco a poco se encendía.
-Eres tan deliciosa-saboreó mi pezón y antes de seguir bajando le dió un mordisco que me hizo ver las estrellas, solté un quejido en respuesta.
Abrió mis piernas y bajo hasta dejar su cabeza en medio de ellas.
-Esto te va a encantar-susurró y lo sentí, su húmeda lengua que tocaba aquel terreno íntimo, no pude evitar arquear la espalda con ferocidad y soltar un gemido, eso hizo que fuera más profundo y comenzó a saborear con su lengua, a conocer el camino y yo... yo me moría de placer, no quería que se detuviera nunca.
¿Estaba loca por sentirme bien en estos momentos? No lo sé, quizás estar rodeada de tantos locos me hizo convertir poco a poco en una más.
-Dulce nectar-se relamió los labios y ascendió hasta mi-tú disfrutaste, ahora me toca a mi-agregó tanteando con la punta de su pene mi centro. Tragué fuerte, esta no era mi primera vez pero aún así me sentía muy nerviosa.
-Todo estará bien cariño-dijo por último y poco a poco comenzó a empujar sus caderas contra las mías
Dolía pero no evitaba que fuera placentero.
-¿Te gusta cariño?-pregunto en un tono seductor, sus caderas siguieron profundizándose aún más, no respondí solo cerré los ojos-mmm... creo que debo incentivarte.
Y lo metió por completo de una estocada, me había ahogado, abrí los ojos de par en par y gemí con fuerza. Me tomó del rostro y de manera brusca me lo acercó al suyo.
-No me respondiste cariño ¿Te gusta?
-S-Si-respondí.
Solo volvió a sonreir de aquella manera perversa y comenzó a moverse dentro de mi, muy rápido y fuerte.
-Di mi nombre-gimió Eddie.
-E-Eddie-gemí su nombre, eso hizo que aumentara la velocidad.
De un momento a otro me había tomado por el cuello, me sorprendí por la acción repentina.
-E-Eddie-dije adolorida. Él seguia, seguia perdido en la lujuria, no me oía me estaba lastimando.
-¿Te gusta no? A mi me encanta cariño, ver esa cara de ramera pidiendo más.
Sentía miedo, pero no podía evitar que el placer invadiera mi cuerpo y siguió con más fuerza acercándose a mi cuello.
-Eres mía-susurro mordiendo esa zona, solté un quejido de dolor haciendo que me corriera y en pocos segundos él también lo hizo y me soltó.
Cayó rendido sobre mi, tratando de estabilizar su respirar.
-E-Eddie-nombré con los ojos cubiertos en lágrimas.