setenta y nueve.

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"Yina, ¿tú piensas que eres una mala persona?" pregunté. "Porque, si lo piensas, quiero que sepas que no lo eres. Ni para mí, ni para nadie."

"¿En serio...?" preguntó, no muy convencida de lo que le estaba diciendo.

"¡Claro que sí!" exclamé. ¿Cómo era posible que alguien como ella pensara que es una mala persona? Yo sabía perfectamente sus intenciones en general, y no eran malas. Sabía que podía perdonarla. Estaba seguro de que todas aquellas veces en que parecía odiarme, no lo hacía. Todos lo sabíamos. Y no me importaba, podría llegar a entender por qué había actuado de aquella manera si algún día me lo explicaba. Yo estaba dispuesto a escuchar. "Confía en mí."

"¡Tú tampoco lo eres!" exclamó, sonriente. Qué adorable era aquella Yina. Y eso era lo que quería seguir viviendo, una Yina contenta con sus acciones, una Yina a la que poder hacer sentir bien y que me pudiera hacer sentir bien. En resumen, una amiga. "¡Oh! Sigues con mis libros en los brazos. No me había dado cuenta." dijo, cogiéndolos de nuevo. "Gracias por creerme. Ahora vete, que ya llegas tarde a clase." dijo, con un tono realmente preocupado. La Yina de ahora era muchísimo más dulce de lo que pensaba.

Y así fue cómo viví el momento más feliz, pero más peligroso de mi vida, en el cual casi me estalla el corazón.

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"Espero que no quieras matarme si te digo que ya estoy comenzando a planear vuestra boda." insistió Chenle.

"Ya estás otra vez con eso." me quejé. Todo sería menos incómodo si dejara de sacar el tema cada cinco minutos.

"Menos mal que me tengo que ir por otro camino y no voy a tener que volveros a escuchar hablar de eso." dijo Jeno. Salimos por la puerta del instituto, el cual ya estaba casi vacío, y se fue por un camino distinto al nuestro.

"Yo también tengo que irme, hoy tengo clase pronto." dijo, refiriéndose a sus clases de Matemáticas de apoyo. También se fue por otro camino y solamente quedaba yo en la salida del instituto.

Comencé a caminar lentamente hacia mi casa, sin ganas de volver a estar solo el resto de la tarde. Aquel día había sido fantástico para mí, y quería que volviera a repetirse una y otra vez. Quería vivir aquel momento hablando con Yina todos los días. Aunque, si aquello que me había prometido era verdad, estaría satisfecho por el resto de mis días en el instituto.

Mientras caminaba, no muy lejos de la entrada del instituto me encontré en el suelo algo que no me esperaba para nada; aquella era la misma razón por la que había conocido a Yina: un móvil.

once again || huang renjunWhere stories live. Discover now