Capítulo 7: Primeras horas. Primera noche

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Ya era tarde, casi las tres de la madrugada, pero allí nadie parecía tener la intención de irse a dormir. Hasta el momento había sido una noche agitada, de muchos nervios, y sus cuerpos parecían incapaces de relajarse y bajar las revoluciones. Poco a poco iban observando aquel espacio hasta ahora desconocido, paseando de un lado a otro mientras deshacían las maletas y empezaban a instalarse en el que sería su hogar. Baños, habitación, vestidor... Cada espacio era una novedad lleno de pequeños rincones que deberían aprender a compartir.

Se escuchaban las voces de las chicas en la zona de aseo, Aitana y Nerea habían iniciado su enésima disputa, esta vez por la distribución y reparto de los armarios del baño. Thalía sonrió ante la escena e ignorándolas dejó el neceser sin ser vista. Suspiró satisfecha, esas dos seguro que tenían para rato... Sin querer perder más tiempo cogió su maleta y fue hacia el vestidor. El pequeño espacio se encontraba bastante abarrotado, lleno de maletas a medio deshacer por el suelo, montoncitos de ropa aquí y allá esperando a ser ordenados y algunos compañeros que iban y venían de la habitación. Se fijó en Raoul, con cuidado iba colocando algunas camisas en las perchas y depositándolas dentro del armario. Se acercó a él con curiosidad, viendo cómo dentro la ropa guardaba un perfecto orden, siguiendo una progresión cromática perfecta. Thalía puso los ojos como platos, ese chico era perfecto.

—¿Está libre? —le preguntó señalando el armario contiguo, claramente desocupado.

—Creo que sí.

El chico no le dio más bola y siguió a lo suyo, no era idiota y había notado las miradas que le había dedicado. Su estrategia estaba decidida y, de momento, la de gafas no entraba en sus planes. Thalía pero, no parecía opinar lo mismo y no dejaba de mirarlo. Tenía un rostro precioso, parecía un modelo, y estaba segura por la reacción del público femenino en plató que no era la única en pensar aquello. Le encantaba cómo iba vestido, tan arreglado y bien conjuntado, con su pelo peinadito y ben cuidado... Era ideal, parecía sacado de un catálogo. ¡Si no fuese concursante del programa esa misma noche se habría proclamado la presidenta del club de fans de Raoul Vázquez!

Estaba tan ensimismada con su nuevo crush que no vio a Amaia entrando con dificultades, intentando arrastrar una maleta enorme que apenas avanzaba a pesar de su esfuerzo. Con torpeza consiguió seguir recto atascándose entre dos maletas justo en frente de uno de los armarios que aparentemente estaba vacío.

—¡Vecina! —gritó Alfred al verla parar justo a su lado, apartando un poco sus cosas para hacerle espacio— Me flipa tu maletaca, nen ¿Qué llevas allí?

—No sé, lo básico... —contestó algo apurada, sentándose sobre la maleta sin saber muy bien por dónde empezar. Luego le miró indignada— ¿Pero te puedes creer que no me han dejado subir los consoladores? Dicen que no es primera necesidad.

—Buaaaa nen, que chungo eso —dijo más atento a la conversación de lo que había estado en sus últimos 5 años de vida— Estos de OT son mazo tochos, nen, con sus normas y eso... ¿Qué nos quieren censurar o algo? Aquí mi prima necesita sus cosas, nen, tiene sus movidas ella, sabes... ¡Libertad sexual, drogas y Rock'n'roll, man!

Amaia le miraba sin poder parar de reír, le había sorprendido aquella actitud. Apenas se conocían pero aquel chico era muy raro, parecía vivir en su propio mundo de "movidas" ajeno a todo pero luego en el escenario era brutal la presencia y control que tenía. Había algo en él que llamaba la atención, ese nervio, esa energía dispersa... Le encantaría comprobar qué era capaz de hacer al centrarse plenamente en algo, o en alguien, pensó. ¿Sería cómo en el escenario? Le gustaba provocar, jugar al límite y Alfred parecía ser una caja de sorpresas por descubrir.

EL OTRO OT, el que pudo ser y no fue (afortunadamente)Место, где живут истории. Откройте их для себя