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Esto era algo humillante. Había conseguido mi libertad y volvía a ese infierno de "hogar". Estar parada enfrente de la puerta de Elena y Tom de daba ganas de volverme pequeña, hacer un berrinche y no entrar. Pero tenía 18 años y Tom ya nunca más tendrá algún derecho sobre mí, nunca más. Tomé una bocanada de aire y toqué el timbre, espere pacientemente. Elena me abrió la puerta y al verme casi grita de felicidad, como si no me hubiera visto en años... o tal vez no esperaba volver a verme.

-¡Pequeña! ¿Cómo has estado? Escuche que entraste al concurso de la escuela para el deseo, me alegró mucho por ti. ¿Quieres pasar Tom no está pero puede volver en cualquier momento?- Dijo todo muy rápido pero con un poco de nerviosismo en la voz, ella sabía perfectamente que ponerme en el mismo techo que Tom después de haber declarado mi libertad no sería muy buena idea.

-Gracias Ele.... Tía. -Dije casi arrepintiéndome, ella siempre había odiado que la llame por su nombre, aun cuando ella era la única familia que tenía.- En realidad vine por algo rápido, y urgente. Te prometo que saldremos a comer en uno de estos días ¿te parece? Así te cuento todo con detalle. - Con eso ya la tenía atada, no había un chisme que ella se pueda resistir. La conocía tan bien, lástima que Tom tuvo que arruinar todo esto.

-¡Excelente! ¿Qué es lo que necesitas Hay?- Preguntó mientras se hacía a un lado para dejarme pasar. La casa se veía diferente, estaba un poco sucia y desordenada. Yo era la que limpiaba y ordenaba un poco en las tardes, ahora sin mí, Elena no tendría tiempo atendiendo las "necesidades" de Tom, y él jamás movería un dedo para ayudarla.

-Mis libros que no me pude llevar.- Dije entrando a la casa de mis peores pesadillas. Era lo peor del mundo. Respiré y traté de tranquilizarme. Miré a Elena y le sonreí de la manera más amable que pude, esperando que no saliera como una mueca.- Son para el concurso.

-¡Perfecto!- Dijo mientras se daba la vuelta y empezaba a caminar a la cocina.-Terminaré de hacer la comida para cuando llegue Tom, mi niña. Me avisas cuando te vayas. - Grito ya cuando había llegado a la cocina. Había caminado muy apresurada, como si no quisiera estar conmigo cuando agarrara mis libros. Así fue como se le acabó el encanto de Elena. Como odiaba lo que Tom había cambiado en mi tía. En fin, yo no pagaría por un infierno que yo no escogí.

Caminé a la estantería del estudio de Tom y empecé a hurgar en busca de mis libros, pero no encontré nada más que papeleos basura de su estúpido trabajo que para mí desgracia pagaba mis estudios. Decidí buscar en el cuarto de Tom y Elena, pero ahí no encontré nada. Entré en mi antiguo cuarto, mi antiguo refugio, el lugar donde Tom tenía prohibido ir, le lugar más limpio de esta casa, pero tampoco había nada. Mi última opción era el pequeño ático.

Todo estaba igual que la última vez que había subido, excepto una caja que decía "Basura - Tirar". Cuando la vi, de primer pensamiento no consideré que podrían estar ahí pero si habría la caja y yo viera con mis propios ojos que ahí estaban mis libros, ese idiota me las pagará. Abrí la caja y efectivamente ahí estaban. Todos los libros que no me había llevado porque no cabían en el carro de Jacob y algunos bocetos que dejé. Ese desgraciado me pagaría por esto. Busque en más cajas, y no encontré nada mío. Miré el ático por última vez, aquí me había pasado los primeros días después del accidente de mis padres, recuerdo que no entendía lo que pasaba, pero yo estaba sentada en una esquina esperando a que mi madre y mi padre volviera por mí para ir a casa. Algo que jamás pasó. Años después cuando Tom llego a nuestras vidas, me escondía aquí de él. Me daba miedo, no soportaba su olor a alcohol. Había visto muchos programas en la televisión con mi tía, donde hombre como él le pegaban a las niñas como yo. Con el paso del tiempo, resignada a que el ya no se iría de aquí, agarré carácter y me defendía de él. La única vez que él logró pegarme fue bajo la influencia del alcohol, había discutido con Elena. Ella lo acusaba de serle infiel, y yo, una niña de tan solo 13 años salió a defenderla. Él me dio una cachetada y yo salí corriendo hacia aquí, mientras el me amenazaban de quitarme mis estudios para que el pudiera apostar más dinero. Llegue llorando, esperando a Elena que viniera a consolarme, pero ella nunca llego. Al contrario, después de un rato escuche besos en la recamara de alado. El amor que le había costado años construir a Elena conmigo murió en ese momento, haciéndome cada vez más indiferente hacia ellos. Este ático había sido mi lugar de consuelo. Suspiré y me agaché para recoger la caja y un pequeño reflejo medio en la cara. Al parecer venía del otro lado del ático, caminé hacía allá y vi que provenía de un cristal que estaba medio cubierto con una trapo, lo quité y vi varias cosas antiguas. Alhajeros, relojes, vestidos de bebés, juguetes, álbumes de fotos mías cuando era pequeña, y una foto de mis padres. Sentía las lágrimas picando mis ojos. Esto había estado aquí todo el tiempo, tan cerca de mí. Y yo que creía que mi hermano se había llevado todo. Agarré las cosas y las pasé a mi caja de libros y bocetos. Y juré en silencio no volver jamás a esta casa.

Actuemos como si nadaWhere stories live. Discover now