21. De lunares y ojos marrones

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Un millón de escenarios pasan por mi cabeza. El primero de ellos es que este es el modo de Justin de decirme que ha sido la gota que derramó el vaso, y que el momento de dividir nuestros caminos ha llegado.

Cuando bajo de mi coche, estoy tan metida en mis pensamientos que no veo a la persona que va pasando por la calle y chocamos, mi cuerpo siendo impulsado hacia el coche de donde acabo de salir.

—Maldición, lo siento mucho, ¿te encuentras bien? —Es un hombre, y me está viendo con preocupación en su rostro.

Me resulta verdaderamente familiar, así que en vez de asegurarle que no pasa nada y me encuentro perfectamente, suelto: —¿Nos conocemos?

Me mira un segundo más, y después suelta una suave risa. —Sí, sí. Del SCR. Soy Shade Anderson, nos conocimos hace unas semanas.

Oh.

—Cierto —sacudo la cabeza, llevando una mano a mi frente—. Lo siento mucho, Shade. No era mi intención chocar contigo.

—Yo soy quien me disculpo, venía concentrado con el teléfono. Si sigo así, un día de estos estampo la cara contra un poste o una puerta —ríe de nuevo. Tiene una bonita risa—. No te he visto por el comedor últimamente.

No había estado comiendo allí porque me sentía más cómoda en mi burbuja, estando dentro de mi consultorio mientras pensaba en todo lo que estaba pasando a mí alrededor. Esto estaba aislándome del mundo; cuando lo más seguro es que Will estuviese feliz al otro lado del mundo, y Justin ni siquiera esté pensando en mí.

Diría que la única beneficiada era Lucy, quien pasaba más tiempo a solas con Oliver.

—Sí, no suelo ir mucho. Además, estos no han sido los mejores días para mí —confieso, y él asiente lentamente, pensativo—. ¿Qué tal te está yendo en el SCR? —Pregunto para desviar la atención de mí.

—Muy bien, todos son muy amables —me da una media sonrisa—. Y las colegas, muy lindas.

El calor sube a mis mejillas, y no puedo evitar reír. ¿Él está coqueteando conmigo? De cualquier modo, aprecio que haya dicho algo que me hiciera reír.

—Pero por lo que sea que estés pasando, quiero que sepas que podría conseguirte un par de días libres. Todos necesitamos un respiro algunas veces —se encoje de hombros—. El doctor Adkins y yo tenemos una buena amistad, y sé que si se lo pido aceptará de inmediato.

Un poco más sonrojada, niego con la cabeza. —Uh, no, eso no será necesario, muchas gracias. Tengo que cumplir con mi deber, y...

Él sonríe, buscando algo en su bolsillo. Es una tarjeta. —Ten, este es mi número de teléfono. Insisto, pero dejaré que lo pienses. No es ninguna molestia para mí, comprendo que puedes estar pasando por un mal momento. Cualquier cosa, ya sabes dónde encontrarme.

Acepto la tarjeta con una pequeña sonrisa, encontrándome con sus ojos marrones llenos de amabilidad. —Muchas gracias, Shade.

Él se despide, desapareciendo cuando cruza en una esquina, esta vez fijándose por donde va mientras tararea alguna canción que se reproduce por sus auriculares.


[...]


Oliver y Lucy han decidido sacarme de mi encierro, llevándome a un restaurante esa noche. Intenté decirles que estaba bien y lo que menos quería era ser mal tercio, pero casi me sacan un par de lágrimas al decirme que antes de ser una pareja, los tres éramos buenos amigos y así seguirá siendo.

Cheryl's Heart → j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora