3. RECORDANDO

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Unos ojos amarillos resplandecían en la oscuridad en la que me encontraba, su ronroneo me despertaba para que fuera hacia él; sin embargo los barrotes que me aprisionaban no me lo permitían, así que desde lejos él siempre me daba compañía.

Una noche el humó y el fuego rodeo todo, gritos se escuchaban sobre mi cabeza, más esas voces que decían.

No seguirán haciendo de las suyas.

Es mejor librar al mundo de gente como esta.

Unas manos me atrapan y aprietan mi cuello, una sombra con la mitad de su cuerpo quemado llegó ayudarme

— ¡Corre, no dejes que te encuentren! — advertía esta.

Corro por el bosque, oyendo el maullido de mi acompañante más un graznar que nos advertía que había peligro en el camino, el miedo me cegó, vi unas luces venir directas a mí. El gato saltó para protegerme, escuchando el estruendo del metal haciéndose añicos; luego contemplo tres cuerpos tendidos, intento llegar a uno de ellos, pero un búho pasa por mi lado rasguñándome levemente, tratando de alejarme de esa zona, seguí con las pocas fuerzas que me quedaban hasta sentir el impacto de la explosión de ese vehículo.


Despierto con la alarma del celular, esa pesadilla volvía una vez al año. Miro la fecha y me apresuró en arreglarme, hoy me encontraría con mis tíos, los amaba y más ir a las ferias con ellos, solo me preocupaba que últimamente ellos estaban algo fríos y distantes.

Esa tarde un hombre vino a recogerme, su nombre era Jorge, no me trasmitía nada bueno, su mirada era intensa y algo oscura.

— ¿Por qué mis tíos no vinieron?

— El señor Mauricio está muy ocupado y la señora Sofía esta algo enferma

— Me podrías dejar en la feria, quiero llevarles algo.

— Como quiera.

Jorge me dejó en la entrada más cercana, pase por un stand de comidas para llevarles la arepa con chorizo que tanto les gustaba. En esas la conversación de dos señoras me alarmó un poco.

— Ese stand no debieron autorizarlo, ese señor y su sobrino se ven peligrosos.

— Si comadre, no es bueno tener esa clase de gente aquí, fijo son de algún culto, por ahí he escuchado que siempre aparece un gato negro en su tienda.

No escuché más, quería ver con mis propios ojos a qué se referían esas señoras.

Cuando llegue al susodicho stand no vi nada malo, solo se trataba de venta de inciensos, cuarzos, más uno que otros servicios esotéricos. Un señor salió invitándome a pasar, su mirada me parecía conocida, me trasmitía tranquilidad.

— Bienvenida, en que te puedo ayudar

— Perdón, solo quería mirar, escuché los rumores y me dio curiosidad

— Bien, pero recuerda que la curiosidad mato al gato — dijo riendo y mirándome de una manera tierna, como si me conociera.

— Lo sé, tendré cuidado –respondí sintiéndome extraña.

Antes de salir, me entregó un collar con una piedra muy bonita. — Un obsequio para que regreses.

Camine unas cuantas cuadras, disfrutando del silencio de esa zona, pensando en ese gato y en ese búho, ellos me ayudaron y salvaron aquella noche. Estaba tan ensimismada que no me percate que ya había llegado, quise golpear pero el chuchear de un búho me detuvo. Al girarme vi que estaba sobre el tejado con una mirada de advertencia, en ese momento pensé en el señor de la tienda.

Entre por la puerta de atrás, podía escuchar voces que venían del sótano. Allí Jorge discutía con mi tío, lo estaba amarrando a una silla junto a mi tía.

— Ustedes ya saben mucho, morirán con ella — sentenciaba.

— No importa lo que ella sea, no la lastimes — decía mi tía, recibiendo una bofetada y siendo amordazada.

— ¡Jamás te saldrás con la tuya si solo pretendes matar a todos los que son diferentes! — gritó mi tío para terminar igual que mi tía.

— Son unos idiotas, nosotros nos somos los malos, ella es una cambiante, uso su magia oscura, los engaño haciéndose pasar por su querida sobrina Catalina.

Al escuchar eso la piedra de aquel collar emitió una luz cubriéndome por completo, en esas una sombra intenta golpearme por atrás fallando.

— ¡Está aquí! — gritó Marisol quien era vecina de mis tíos. Con razón ella nuca me simpatizó, siempre visitaba a mis tíos con malas intenciones.

— Sabia que por ellos ibas a venir — expresó Jorge golpeándome y dejándome encadenada junto a ellos.

— Lo siento — trate de decir, pero el miedo bloqueo mi voz.

Jorge y Marisol comenzaron a regar gasolina por todos lados, desde la parte de arriba pretendían iniciar el fuego, pero en esas un gato negro saltó sobre ella, haciéndola caer ruidosamente para finalizar con el crac de su cuello. Jorge sacó un cuchillo y se abalanzó sobre el gato, pero fue detenido por unas manos con unas garras curveadas que desgarraron por completo su piel. Era el hombre de la tienda, en su rostro iba apareciendo un pico en forma de gancho, con solo tres picotazos destrozó el rostro de Jorge. Los dos animales se acercaron a mí, uno maullando y el otro graznando.

Con ese sonido recordé lo de esa noche, los cazadores me habían quitado mi piedra, por eso fue que no sabía nada de mí pasado ni mucho menos de lo que yo era. Debido a ese accidente todos asumieron que yo era Catalina y con el tiempo yo misma me lo creí hasta el punto de ocultar mi naturaleza.

Cuando volví en mí, noté que mis tíos estaban bien, me abrazaban cariñosamente.

— Ya sabemos todo, ve con los tuyos. — expresaba mi tío

— Hermosa, nos diste mucha felicidad, está siempre será tu casa, no nos olvides — decia mi tía.

Me despedí de ellos partiendo con el gato y el buhó. Los tres llegamos a una montaña donde la luna se veía en todo su esplendor.

— Te busqué por mucho tiempo — comentó el gato sentándose a mi lado

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— Te busqué por mucho tiempo — comentó el gato sentándose a mi lado.

— Poco a poco te acostumbraras, con nosotros puedes hablar — comentó el búho.

— Es difícil — logre decir viéndolo y notando como varios maullidos habían salido de mí.

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Total de palabras 997.


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