Intentaré perdonarte

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—Tranquila.— notó que me había quedado sorprendida por lo que él había dicho anteriormente. — Sí vas a dar un beso fuera de tu colegio, que sea con las ventanillas arriba.

—¿Cómo pudiste?— fruncí el ceño molesta.

—Una vez a la semana, me gustaba ir a la salida de tu colegio a checar sí te encontrabas bien. Tal parece que no pudieron hacerlo otro día. Y no Valentina, no los espiaba, yo estaba recargado en la cajuela del coche de alado. Ahí el error fue de ustedes.

No contestaba, lo fulminé con la mirada y cubrí mi vergonzosa cara para volver a llorar.

—No sé porque presiento que lo que te está pasando tiene que ver con eso.— adivinó— ¿Qué te pasó?

—Creí que ya lo sabias, como a ti nada se te escapa.— limpié mis moquillos.

—Creeme que nunca te cuidaba para hacerte mal, si lo hacia era por culpa de tú madre, porque nunca me dejaba verte. Pero nunca hice nada inadecuado Valentina, creeme. Sólo quería verte, estaba desesperado.

No volví a contestar. Sonaba loco lo que él decía, pero tenía algo de razón. Haría lo mismo con Michael, aunque con la pequeña diferencia de que yo sí me escondería detrás de un árbol.

—¿Qué pasó Valentina? No vine acá a molestarte ni perjudicarte, sólo vine a actuar como un padre.

¿Actuar como padre? JAJAJA
Dónde dice que hasta que tu hijo tenga dieciséis años debes actuar como padre. Al demonio.

—Dime, confía en mi.

—Sólo, peleé con mi madre.— intentaba estar tranquila.

—¿Por qué?

—Por nada.— dije cabizbaja.

—No creo que te haya golpeado las mejillas por nada.— hizo una pausa.— Y no, no estaba observando a través de las ventanas. Tienes las mejillas rojas.— sonrió levemente.

Las cubrí con las mangas largas de mi playera.

—Nunca me había golpeado.— le dije.

—Era de esperarse, es tú madre.— intentó sonreírme.— ¿Por qué te golpeó?

No quería decírselo, pero insistía demasiado. Además, era la única persona con la que podía desahogarme.

—¿Qué va a decir la gente si se entera que su hija se acostó con el hijo de su esposo?— Ladeé la cabeza de un lado a otro.

—¿Quién se lo dijo?

—La ex de Michael— hice una pausa.—oh, mi hermanastro.

—Sí, entiendo. ¿Cómo se llama ella?

—Fernanda

—Fernanda es un lindo nombre como para una mujer así.— encogió un hombro.2

—Sí lo dices tratando de hacerme sentir mejor, quiero decirte que no estas lográndolo.— le dije sería.

—Rió un poco— Tú madre es muy dramática, creo que lo sabes, ridícula también. Pero conociéndola pienso que esto no lo dejará pasar sólo así por así. Es algo que como dices, puede afectarla socialmente y aunque es una verdadera estupidez hará lo que sea para que estén separados. Y quiero que sepas Valentina, que él y tú tienen todo mi apoyo porque creo que no tiene nada de malo lo que están haciendo, son personas jóvenes que tienen todo el derecho de ser felices. Todo es ilegal excepto prohibir a alguien de su felicidades, que para mi criterio, debería ser cadena perpetua. — me sonrió. — Y no, no lo hago para ganar puntos contigo, simplemente digo la verdad. Sí yo te tuviera viviendo conmigo, me junto con alguien más y te enamoras de su hijo, no haría completamente nada que pudiera lastimarlos porque no hay parentesco que los una ¿Me entiendes? Simplemente yo dejaría que tú fueras feliz, porque si tú lo estas, yo voy a estarlo.— guiñó ligeramente su ojo y acarició mi mano que se encontraba sobre la mesa.

Sólo pude sonreírle.

—¿Qué dices? ¿Vamos por él?— intentó animarme.

—No, mi madre está en casa.

—Tú madre no importa, podemos amarrarla y meterla a la nevera.— bromeó.

—No, de verdad.

—¿Piensas darte por vencida así de fácil?— me preguntó— La Valentina que yo conozco no lo haría.

—He cambiado.

—Hazlo si quieres, pero después de ir por él.

—No quiero ir a casa.— murmuré.

—Entonces iré yo por él, no me gusta verte así Valentina. Haré todo porque no estés triste.

—¿Y por qué hasta ahora te importa?

—suspiró cabizbajo— ¿No crees lo qué digo? ¿No crees cuando digo que quiero una oportunidad porque sé que esto no será lo mismo?

—Sí ¿Pero por qué simples cartas y obsequios? Yo necesitaba tu presencia cuando mi madre no parecía estar conmigo. Cuando se la pasaba encerrada en su pieza día y noche, cuando necesitaba de los consejos de alguien, cuando necesitaba de su cariño y ella lo único que hacía era llorar en su habitación. ¿Dónde demonios estabas tú?— suspiré hondo— Sólo olvidado.

—No, no puedo olvidar esto Valentina  todo éste tiempo estuve intentando volver a estar junto a ti, pero sí lo hacía demasiado, tú madre podía
demandarme. Quería hacerlo, pero mis padres me lo advirtieron. Y sería aún más difícil si ella lo hubiera hecho.

—Pero eres mi padre, no iban a poder hacer nada contra ti.

—Podían, y pueden hacerlo. Era un hombre adicto al alcohol, que llegaba a su casa a gritarle a su mujer y a regañar a su hija y después se va por muchos años y regresa queriendo volver a estar cerca de ellas. ¿En qué van a ayudarme Valentina

—Me hacías mucha falta, porque aunque lo único que recordaba de ti era cuando le gritabas a mi madre, cuando la obligabas a hacerte de cenar, cuando me gritabas y regañabas porque la sala estaba echa un desastre. E incluso cuando me dijiste que me querías, y que no volverías a hacer algo así, te hice un desayuno para llevartelo a la cama y sólo me gritabas que eso era un asco, que no servía para algo así. Aún así te necesitaba, te quería y esperaba que regresaras. ¿Por qué hasta ahora regresas? ¿Por qué cuando sé que lo que nos hiciste no estaba bien, cuándo ya no siento aprecio hacia ti? ¿Por qué ahora que ya no te necesito?

—Sé que les hice muchísimo daño Valentina, y creeme que estoy muy arrepentido —Su voz se notaba temblorosa— no voy a obligarte a que me perdones porque yo entiendo si no quieres hacerlo nunca, es completamente aceptable. Porque esa es una de las muchas cosas que tengo que soportar por haberme portado como un completo imbécil.— Noté que quería llorar, pero lo evadía aclarando su garganta— Y sí, no voy a negar que tus palabras no me duelen, porque sí lo hacen y es que ahora más que nunca te necesito. Así que te pido de todo corazón que tú puedas perdonarme.

Se miraba tan arrepentido, no como Karol. En verdad que se veía arrepentido, en su mirada, en el tono de su voz, en la forma de hablar. No como Michael, como un padre a una hijo.

—En realidad.—Suspiré— no sé si pueda hacerlo, pero trataré.

—¿De verdad?

—Asentí— Lo intentaré.

—Tomate el tiempo que quieras, lo digo en serio.

—Lo haré.

—Gracias, de verdad. Creeme que no desperdiciaré esto. Es, una oportunidad gigante.

—Eso espero Jorge.— le dije seria.

1.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora