Capítulo 8.- Mírame

502 89 25
                                    

  Como no pudo dormir, a las 6am Mauro ya estaba en pie

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

 
Como no pudo dormir, a las 6am Mauro ya estaba en pie. Sus horas de insomnio no le sirvieron para aclarar nada en su vida, todo seguía siendo el mismo caos que el día anterior.

Iba caminando por la sala de estar  cuando se topó con Tony recién bañado, que venía secando su cabello con una toalla pequeña decorada con los colores del arcoíris. Se miraron un momento y sin decir nada, Tony caminó hacia la cocina.

Tomó el tazón que usaba a diario para desayunar y la única cuchara que él tenía.

El chico agarró la caja de cereal y puso su gesto de fastidio cuando Mauro llegó por detrás y en un movimiento inesperado se la arrebató.

—¡Oye eso mío! —Se quejó y daba brinquitos tratando de quitarsela— ¡Dámela Mauro, son mis cosas!

—¿A esto llamas desayuno? —El Chef hizo una mueca de burla al mirar la caja de cereal en su mano— No me digas, que aparte de todo, eres una pulga anoréxica.

Obviamente, Mauro ya sabía los motivos por los que el chico solo comía cereal, pero una parte en su interior le decía que el otro no le iba a aceptar un desayuno así como así. Ser amable tampoco era una cualidad suya, así que improvisaría en algo más.

—¿Sabes qué? —Tony apretó los puños— Con solo tener tu horrible presencia, ya se me quitó el hambre, si sigo perdiendo mi tiempo contigo el hígado se me va a poner verde. Eres un odioso, insoportable.

Se dio la vuelta con la intención de irse a su habitación, pero no había dado ni dos pasos cuando unos fuertes brazos lo detuvieron por la espalda. Mauro lo tenía sostenido apretándolo fuerte, en una cárcel dura como una muralla de titanio y caliente como el sol en una mano. Las mariposas de su estómago despertaron, volaban todas juntas con ese contacto.

—Qué sensible estás en las mañanas, princeso —se burló Mauro.

—Suéltame, idiota —El castaño forcejeó un poco y tragó saliva desconcertado por la acción del mayor, sin embargo, el otro no lo soltó.

—¿Por qué? ¿Acaso te pongo nervioso? —Mordió su hombro provocándolo— No me digas que ya olvidaste nuestra pequeña guerra, fue tu idea después de todo. Todavía me las debes por hacer que Galy se fuera.

La piel de Tony se erizó al sentir el aliento de Mauro rozar su oreja, sintió dificultosa su respiración, si se girara un poco, quedaría cerca de los labios del otro. Tragó saliva y  alcanzó a reaccionar antes de caer en los encantos del amargado, así que de un empujón se soltó.

—¡¿Qué te pasa Mauro?! ¿Estás borracho? ¿O acaso la impotencia de no haber cogido ayer te ahogó la única neurona que te tenía cuerdo? —Tony se dio la vuelta para ir a su habitación y rápido caminó, casi corriendo ya iba por la sala de estar, pero se detuvo por la voz del Chef atrás de él.

Por primera vez, Mauro reía divertido como una persona normal, esto era tan extraño.

—Qué sensible amaneció la pulguita hoy.

Tony, chocolate y picanteWhere stories live. Discover now