Capitulo 13

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Capítulo 13

Mi primera noche en Londres nos quedamos viendo películas hasta la madrugada, acurrucados en el sillón. Aunque la mayor parte del tiempo nos dedicáramos a platicar y a decir tonterías, fue la tarde más especial que había tenido en mucho tiempo. Me encantaba estar con Niall aun cuando no hacíamos nada, me encantaba el hecho de estar en la ciudad donde siempre desee estar, era una linda sensación.

No quería pensar en Nico en todo el tiempo que estuviera ahí, sé que eso sonaba un poco egoísta pero no me importaba. Quería hacer lo que yo quería, no lo que él quisiera.

Le hice cena a Niall, de nuevo esos sándwiches y ahora le hice tres, al parecer le habían encantado. Estuvo conmigo en la cocina mientras los hacía, recargado despreocupadamente en la barda a mi lado contándome cosas de su mamá. Me contó que ella era chef profesional y que siempre quiso enseñarle a cocinar pero él era muy pequeño para aprender, y cuando fue lo suficientemente grande como para hacerlo, simplemente la evadía para que lo dejara en paz. Y si, el pobre se siente horrible por haberlo hecho. Me encantaba que Niall se abriera a veces y me contara ese tipo de cosas, él me había dicho que nunca hablaba acerca de su mamá con nadie porque le dolía mucho recordarla. Pero a mí me tenía mucha confianza, ¿Que tan lindo era eso?

Decidimos apagar la televisión, porque de todos modos no le estábamos poniendo atención, e ir a cenar en el balcón de su habitación. Él me había contado una vez que se veía el Big Ben desde ahí y si, era una vista increíble, las luces lo iluminaban y yo simplemente no podía sentirme más feliz. Apagamos todas las luces y nos quedamos sentados en el piso del balcón mirando hacia el Big Ben, a la luz de la luna, hablando de cosas profundas.

Me pidió que le hablara de mis padres y le conté todo de ellos. De verdad, todo. Para mi eran los mejores padres del mundo y ellos no se merecían lo que les paso. No pude evitar llorar con sentimiento en su pecho, él solo me acariciaba el cabello con ternura, dejando que soltara todo lo que tenía, que me desahogara.

Después le pedí a él que me contara acerca de sus padres, lo único que sabía era que su mama había muerto y que no mantenía la mejor de las relaciones con su padre. No creí que me fuera a confiar algo tan difícil tan rápido, pero suspiró con pesadez, se trono los huesos de las manos y me miró a los ojos

—bueno, em… Yo… Vivía en una casa con mi mamá en la parte central de Londres —comenzó— en realidad se suponía que mi padre vivía con nosotros pero casi nunca estaba, así que no cuenta. No recuerdo haberlo visto nunca rondando por ahí, más que en mi cumpleaños o en el de mi mamá, en navidad y en algunas fechas importantes, o solo cuando teníamos mucha suerte. Él llegaba muy tarde en la noche o a veces ni siquiera llegaba a dormir. Siempre tenía la misma excusa: el trabajo, y yo siempre le creía, yo siempre me lo imaginé sentado en un escritorio de una elegante oficina, con miles de papeles a su alrededor y cosas así, lo admiraba por trabajar tanto y por ser un hombre tan dedicado. Yo soñaba con ser como él algún día y hacer que se sintiera orgulloso de mi y dejara de ignorarme —soltó una risa amarga y negó con la cabeza. — No fue hasta los trece años cuando descubrí que tenía más de veinte amantes esparcidas por Londres, y que a ellas les daba más tiempo que a nosotros. Era… Era triste… Mi mamá era la esposa, la que iba con él a las fiestas y reuniones importantes, la que tenía su apellido y salía en las revistas, las otras lo tenían la mayor parte del tiempo, lo disfrutaban más que su familia… Yo solo conocí a una de ellas, la más importante, creo.

— ¿Cómo te enteraste de esa mujer? —le pregunté conmovida acariciando su brazo suavemente. Niall se había quedado mirando hacia delante con la expresión dura. Le haría bien hablar de todo eso, desahogarse con alguien.

—él me llevaba de vez en cuando a su trabajo, siempre me dejaba con su secretaria Mili, era una mujer como de veinte años, era divertida y jugaba conmigo, yo siempre me quedaba con ella en la recepción mientras él hacía lo que tenía que hacer. Un día llego esa mujer… Era delgada y morena, muy hermosa y muy joven. Le pregunto a Mili por él, odié su voz desde el momento en que dijo la primer palabra, ella la dejó pasar de mala gana; de lejos se notaba que no le caía nada bien. Se metió con mi papá y yo quería escuchar de lo que hablaban, así que me metí al baño que quedaba justamente al lado de su oficina, me paré en el lavamanos y escuché por el ducto del aire lo que estaban hablando. “, Anabela cariño, que dulce sorpresa” le dijo mi padre con una voz melosa que nunca había escuchado en él, fue tan raro, luego ella rió y luego se besaron y se escuchó su saliva y todo eso, me estaba muriendo de asco.

La Lista (Niall y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora