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Steve se inmutó de que su novia ya empezaba a tiritar por el frío y de inmediato la rodeó con ambos brazos, acariciando su tersa piel en un intento por apagar el frío que le consumía.
-Tengo un mal presentimiento sobre esto -murmuró ella mientras continuaban con su camino al lado de Tony, quien avanzaba con cautela.
-No es momento para referencias de vieja cultura pop ahora, mujer -le reprendió el filántropo sin observarla.
-Okay jefe, tú mandas -musitó ella.
La chica lo entendía, no estaban ahí para empezar con juegos. Estaban en ése lugar gélido para recuperar lo que Thanos les había arrebatado tan sólo un año atrás. La mitad del universo. El Capitán la acercó más a su anatomía para presionar con suavidad sus labios contra la frente de la heroína. Ella pudo sonreír a pesar de la situación.
-No te separes -le pidió el rubio en un susurro. Se veía tan devastado desde la desaparición de Bucky, era una suerte que aceptara ir con ellos.
-Vamos a estar bien -aseguró su chica con una media sonrisa.
-Saludos, les doy la bienvenida a Vormir -una tétrica voz profunda los obligó a ponerse en alerta. La sombría figura de un hombre con túnica negra salió desde un pilar de rocas al encuentro con los forajidos.
-No des un paso más -le advirtió Stark al desconocido, apuntando con el cañón de su láser.
-¿Quién eres? -cuestionó la única mujer, levantando su arma.
-Soy el guardián de la gema -el nativo contestó, cabizbajo-. He estado aquí durante tanto tiempo que no puedo recordar mi nombre.
El guardián dejó caer la capucha que guardaba su rostro, sacando a la luz una piel roja de rasgos esqueléticos. Steve y la chica no podían dar crédito a lo que presenciaban sus ojos.
-No... puede... ser -susurró ella, llevándose una mano a la boca.
-Es imposible, te vi morir -alegó Rogers firmemente.
-Lo que crean o no, es irrelevante ahora -dijo el guardián-. Lo único que importa realmente, es el motivo que los trajo hasta aquí.
-Bueno -la pelirroja dio un paso al frente-. Estamos en busca de...
-La gema, obviamente -le completó Red Skull-. Les diré lo mismo que le dije al hombre del guante hace un año atrás: ésta gema no es nada como las otras, requiere de un sacrificio. Un alma por otra.
-Claro que no. Tiene que sacrificarse lo que más se ama para conseguir lo que más se quiere, no puede ser cualquiera -afirmó el hombre de piel escarlata, señalando con su mano un risco de piedras con vista al abismo. Una caída libre hacía una muerte asegurada.
