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El diablo de Hell's Kitchen escaló en el muro de el edificio hasta alcanzar la ventana de su propio apartamento en penumbras. Por supuesto, era incapaz de verlo pero suponía que debían pasar más de las dos de la madrugada y lo confirmó al no escuchar nada más que una suave respiración y el calmado palpitar de un corazón.
Ingresó en modo furtivo, no le agradaba la idea de despertar a la mujer que descansaba en su cama; sin embargo, no era su noche de suerte y lo supo al oír un clickcerca. Era una lámpara junto al sofá.
—Tuviste una larga noche, ¿eh? —ironizó una dulce voz en modo pasiva-agresiva.
Matt giró hacía ella, quitándose de encima la máscara negra que cubría la mitad de su rostro.
—¿Habrá alguna vez en la que no te guste salir molido a golpes? —agregó ella, los brazos cruzados sobre su pecho.
—Supongo que me mandarás al demonio si te digo que fue algo de imprevisto —él le dedicó una sonrisa torcida.
—Siempre es algo de imprevisto, Matty —suspiró la mujer con fatiga, abandonando el sofá para buscar algo debajo de éste—. He oído la historia de la abuelita en peligro, o un chico a punto de recibir una paliza, la damisela que iba a sufrir un secuestro...
—Sabes, las mujeres usualmente se enfadan porque creen que sus novios les son infieles y no porque son vigilantes haciendo un bien común —el abogado rió sutilmente mientras ella por fin sacaba el botiquín para ponerlo sobre la mesilla.
—No es lo que haces, amor. Es lo que esote hace a ti —replicó su novia—. Sientate —le indicó, palmeando el sofá.
—Es un precio que estoy dispuesto a pagar.
Matthew se desprendió de su camisa antes de obedecerla. Ella tomó asiento a su lado, cogiendo la botella de alcohol etílico y las gasas.
—¿No podías quitarte primero el traje de abogado? —se quejó la mujer, limpiando una diminuta herida en su pectoral.
—Ya te dije, fue algo imprevisto. Y no soy como Superman que puede traerse el traje bajo su ropa de trabajo —respondió.
—La sangre ya no se quitará. Te tendrás que comprar uno nuevo.
—Linda, no quiero que te enojes —murmuró, haciendo que lo mirara aunque él no pudiera hacer lo mismo.
