1. Piloto

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~Hermione~

No puedo enfocarme en nada. Hay demasiado en mi mente y no consigo organizar mis ideas. Sé que estoy en San Mungo, no recuerdo exactamente quién me trajo aquí, pero se lo agradezco. Intenté permanecer lo más cuerda que pude por tres años en los que luchaba contra las alucinaciones, los terrores nocturnos y la ansiedad. Hasta que mi mente se quebró y terminé aquí por haber atacado a un empleado del ministerio que confundí con un mortífago.

Hay momentos en el día que logro calmarme. Mis recuerdos, al igual que mi lucidez van y vienen todo el tiempo. Algunas memorias me anestesian lo suficiente para dejarme en un estado catatónico, pero otros, en su mayoría, me envenenan.

Con el paso de los días he podido dividirlos y distinguirlos en dos clases: Los recuerdos brillantes de mis días de colegio; puedo ver a Harry y Ron caminando por Hogwarts, discutiendo sobre alguna bobería o tomando cerveza de mantequilla en Las tres escobas, mientras ambos se burlaban del bigote que les quedó por la espuma; conjurando mi primer patronus con Harry sonriéndome satisfecho o incluso del día en que la profesora Mcgonagall llegó a casa para informarle a mis padres que era una bruja. Esos recuerdos me hacen feliz y adormecen el dolor. Aunque no siempre es así. La mayor parte del tiempo estoy en otra sintonía, en la que recuerdo las cosas más horribles de las que fui testigo. Y aunque hago de todo para resistirme, la oscuridad de mi memoria cubre cada parte de mi mente y me hace revivirlo una y otra vez.

En los recuerdos opacos veo la mansión Malfoy, con el aliento putrefacto de Bellatrix Lestrange chocando en mi rostro mientras me tortura, mientras lastima mi antebrazo con su navaja venenosa; ahora fervientemente me la paso rasguñando la cicatriz con el único propósito de arrancarme el pedazo. También hay visiones del cuerpo inerte de Dobby en los brazos de Harry. Y si me concentro lo suficiente puedo escuchar los hechizos que lancé a todos los mortífagos durante la batalla de Hogwarts, a través del punto más crítico de la masacre.

Al final todos nos hicimos partícipes de la carnicería. Maté a varios con la maldición imperdonable, y cuál Voldemort sentí como mi corazón se partía en pedazos, luchando por continuar. Todo lo que jure no hacer lo hago para ayudar, para salvarme, por Harry y su triunfo, por todos los alumnos caídos que sin querer pise mientras corría para llegar a Ronald. Todos los Weasley lloraban desconsoladamente por la muerte de Fred. En el camino hacia ellos me encontré a Lavender Brown con la garganta desgarrada por Fernin Greyback, el hombre lobo salvajemente se alimentaba de su cadáver. Sin remordimiento alcé mi varita contra él y lo maté. Parte de mi se queda en los ojos congelados de Lavender. Conformé más avanzaba descubría lo fracturado que tenía el corazón. El último trozo de mi alma se queda con mis padres, siendo asesinados frente a mí por Evan Rosier, al cual maté en un ataque de ira.

Mi cerebro se apaga y enciende, se apaga y se enciende en cualquier momento, y cuando se reactiva aparecen en mi habitación todos los cuerpos de los muertos de guerra, bañados en sangre. Los conozco a todos: niños, jóvenes, adultos, mis padres, maestros, amigos; todos con el rostro rígido lleno de terror.

Grito y lloro hasta que los ojos me quedan secos e hinchados. Las manos de mis cuidadores me rodean y evitan que me siga haciendo daño.

Así es como todo se apaga por un momento...

~Luna~

Desde que Hermione fue internada, me dediqué a cuidar de ella a diario. Harry y Ron se ofrecieron para la tarea primero, pero al verlos Hermione se ponía tan mal que terminaba lastimandose mucho.

Nadie sabía que le ocurría, excepto yo.

Su corazón, su alma y mente estaban hechas polvo, muy probablemente jamás sería la misma. Había soportado demasiado tiempo, todo para que Harry resistiera la batalla, pero ahora estaba cansada y su cordura se había tomado unas buenas vacaciones. Era posible que si volviera a estar normal, no estaría del todo bien. Sería como yo, buscaría una ruta de escape para no llorar, la tomarían por una lunática mas.

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