5.

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~Ron~

Visité a Hermione de nuevo al día siguiente. Me prepare mentalmente para decirle que trataría de disculparla, que intentaría olvidar lo pasado, comenzar de nuevo de cero, pero al llegar a la entrada de San Mungo supe que eso no era cierto. No podía olvidar, jamás podría volver a verla igual, esa chica fuerte, pero a la vez delicada, esa mujer que velaba por la justicia ya no existía y ahora quedaba averiguar si aún amaba con la misma intensidad a la nueva Hermione, la que vivía atormentada y que siempre cargaría con la muerte de sus padres.

Le llevaba un ramo de rosas que George me sugirió y una cajita con los chocolates que le gustaban con la esperanza de que estuviera conciente y pudiéramos platicar. Luna estaba en su descanso así que entre sin avisar, para mi sorpresa Rolf estaba con ella y le leía. Hermione mantenía los ojos cerrados y el rostro alzado a la luz de la ventana, escuchándolo con atención.

—Hola. — saludé, Rolf asintió y siguió su lectura. Hermione ni siquiera se inmutó con mi presencia.

Me acerque a ellos para escuchar mejor, pero me lleve una desagradable sorpresa.

—Para solicitar el perdón es fundamental reconocer que se ha cometido un error, tener la necesidad intrínseca de reparar el daño cometido y el fiel compromiso de no volver a incurrir en la misma injuria: RECONOCER, REPARAR Y NUNCA REPETIR, pero cuando se perdona una y mil veces la misma falta es simplemente una alcahuetería. Yo particularmente, de manera muy individual me cuestiono lo siguiente: "Y si el ultraje va más allá de lo humanamente aceptable: ¿Cómo hace un individuo mortal para perdonar lo imperdonable?"

—Ese libro... — susurré al ver las hojas arrugadas de pasta negra con letras doradas.

—¿Si?— pregunto Rolf dejando de leer.

—No, nada. — respondí molesto, Luna me había mentido, no tiró el maldito libro del imbécil de Malfoy.

Me acerque a Rolf con la intención de que me lo diera, pero Hermione abrió los ojos y me tomó la mano.

—Sientate aquí. —pidió haciéndome un hueco en el sillón donde estaba, no rechacé su gesto.

Rolf hizo una expresión incómoda, supuse que no le gustaban mucho las muestras de afecto frente a él, no lo conocía lo suficiente, tal vez sería igual de extraño que Luna.

—Si quieres puedes irte, cuidare de ella— sugerí.

—Seguro. —cerró el libro de un golpe y se levantó. —Nos vemos. —se despidió de Hermione con un fugaz beso en la mejilla, ella le dio una mirada suplicante.

 —¿Te vas? Regresaras, ¿verdad? 

 —Sí.

—¿Lo prometes?

No le respondió.

Me quede observandolos, al parecer el novio de Luna se habia hecho muy cercano a Hermione. Antes de que se fuera me levanté y le tome un hombro.

—Rolf, te agradezco mucho todas las atenciones que tienes con ella. —Lo sentí tensarse levemente, pero en seguida me miró y sonrio igual que la ultima vez que lo vi cuando firme los papeles.

—No me agradezcas nada. Lo hago con placer. —dió una sonrisa chueca. Era un sujeto bastante extraño, pero confiable.

~Luna~

No odiaba a Ron, sabía que quería mucho a Hermione, pero él no era lo que ella necesitaba ahora.

Llame a Draco con esperanza de que regresara por ella en la noche, Hermione no había sucumbido a la locura en todo el día y era gracias a él.

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