Capítulo 9

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"Los deseos del joven muestran las futuras virtudes del hombre".

CICERÓN
      

      Marco se tenía por un hombre virtuoso, prudente y controlado, pero nunca hubiera imaginado que podía perder su férreo autodominio a favor del deseo de matar por una mujer y que el motivo estuviera motivado por los celos. Sólo cuando mató a Silo había sentido ese ansia cruda y dura de aniquilar a otro. Perdiendo el control sobre sus propias emociones, lo único que podía conseguir era buscar la propia muerte. Cuando entraba en batalla había que tener todos los sentidos puestos en lo que te rodeaba, si le proporcionabas a un enemigo un punto débil, eras hombre muerto. La sangre le corrió por el cuerpo como la lava ardiente que sale de un volcán en erupción y arrasa con todo lo que hay a su paso. Cegado, entró en la cocina y cogiendo al hombre de la túnica que llevaba, le agarró y lo zarandeó, a pesar de que el liberto era tan corpulento como Marco. Los dos hombres mantuvieron el pulso desafiantes, el liberto intentaba liberarse del agarre del soldado pero Marco furioso como estaba no lo soltaba.

     Graco enojado se preguntaba quién era ese soldado que le reclamaba con tanto fervor su comportamiento con Julia, cogiéndole las manos intentó soltarse, pero no había manera. El hombre lo tenía férreamente agarrado y no se atrevía mucho a golpearlo para soltarse, pues sabía que como liberto tenía siempre las de perder, pero por los dioses que ese hombre le estaba poniendo furioso. La muchacha asustada intentó mediar pero era inútil, ambos hombres parecían dos leones desafiándose en la arena de un anfiteatro, dispuestos a saltar uno sobre otro y despedazarse en ese mismo momento.

—Marco por favor suelta a Graco—. Dijo Julia exaltada—. Lo que has visto no era lo que parecía, en ningún momento ha intentado sobrepasarse. Yo solo intentaba agradecerle el que me hubiera acompañado al foro y él ha malinterpretado mi agradecimiento. Suéltale por favor, te lo ruego.

—¿De qué lo conoces? —preguntó Marco enfadado y sosteniéndolo todavía de la túnica.

—Es Graco, trabaja desde hace muchos años para el amo Tito, es uno de sus trabajadores. Por favor, suéltalo.

Marco empujó a Graco con desprecio haciéndolo retroceder varios pasos pero el otro hombre sin amilanarse, seguía sosteniéndole la mirada con actitud orgullosa y altiva.

—Julia, ¿quién es este soldado?, ¿qué hace aquí?—. Dijo Graco mirándola enormemente enojado.

—Me parece que no te corresponde a ti cuestionar quien soy yo ¿Qué derecho tienes tu sobre ella?, ¿hay algo entre ustedes? —preguntó Marco demasiado furioso— porque si lo hay vete olvidando de ella.

—No, no hay nada entre nosotros, Graco solo estaba confundido—. Respondió Julia y dirigiéndose hacia Graco le contestó—. Él es Marco Vinicius, el general de la Legión romana que acaba de llegar a Baelo, va a hacerse cargo de la ciudad.

     Graco se quedó mirando a Marco pensativo y volviéndose hacia Julia le dijo con aire jactancioso:

—No pienses que estaba confundido porque nunca he estado más lúcido en toda mi vida. Deseaba besarte desde que tengo uso de razón y el que no te hayas percatado nunca de mi interés por ti, no significa que no exista. Nunca te había dicho que te quiero, pero así es.

—¿Cómo?—. Preguntó Julia estupefacta y anonadada por lo que acababa de escuchar—. Nunca has dado muestras de afecto ni de interés por mí, no sabía nada.

—Ahora lo sabes, me interesas y voy a intentar comprar tu libertad a Tito, quiero casarme contigo y estoy dispuesto a todo por ti.

—¡Por encima de mi cadáver! Ni se te ocurra acercarte a Julia, ella me pertenece—. Dijo Marco con aire amenazador, señalándolo con el dedo.

BAELO CLAUDIA © 1 Saga Ciudades Romanas(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora