Capítulo 19

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"A buen entendedor, pocas palabras bastan."

Plauto (254 AC-184 AC. Dramaturgo cómico romano).

     En cuanto el suelo se empezó a mover bajo sus pies, Marco entendió que aquello era un terremoto. La gente empezó a correr despavorida intentando llegar hacia la salida. El público que se amontonaba en la puerta de acceso estaba a punto de crear una avalancha que con toda probabilidad provocaría más heridos e incluso muertos que el propio terremoto, todo se estaba desarrollando de una manera demasiado acelerada.

     Julia instintivamente cogió a los dos niños de la mano e intentó ir hacia donde se encontraba Marco pero un fuerte temblor los sacudió e impidió que pudieran moverse del sitio. Los soldados que habían al lado de ella, procuraban protegerla de la gente que corría despavorida aunque era difícil por la inestabilidad del suelo, que los hacia caer constantemente. Helena se agarró de su hermano, así que Julia con una mano sujetaba al pequeño y con la otra puesta sobre su abdomen, intentaba que la gente no le golpeara en la barriga, al mismo tiempo que procuraba no caerse al suelo. Estaba demasiado avanzada y una caída podía ser peligrosa para el bebé. Escuchó a Marco como le gritaba que no se moviera. En ese momento otro brusco movimiento del suelo, hizo que tanto Julia como los demás se cayeran sobre las gradas. Aunque el pequeño Paulo amortiguó la mayor parte del golpe, Julia se hizo daño en la espalda al caer sobre una esquina de los asientos de las gradas. Al intentar levantarse sintió un leve dolor en el bajo vientre.

—Por los dioses, ¿te he hecho daño Paulo?—. Preguntó Julia preocupada mirando al pequeño al notar que prácticamente no hablaba debido al golpe.

—No, pero pesas demasiado —dijo Paulo.

—Tengo miedo Julia, ¿qué está pasando? —preguntó Helena.

—Espera que me levanto ya, vosotros no moveros del sitio, es un terremoto—. Decía mientras un par de soldados se acercaban a ella para socorrerla y el suelo seguía moviéndose y tambaleándose.

     En ese momento Marco llegó a donde estaba su mujer y cogiéndola de los brazos le preguntó inquieto:

—¿Te encuentras bien?.¿Te has hecho daño al caer?

—Solo un poco pero Paulo es el peor parado, me he caído encima de él—. Mintió Julia a su marido para no preocuparlo más.

—¿Están bien ustedes?—. Preguntó Marco al niño y a sus hombres, mientras que con un brazo sujetaba por la cintura a su mujer intentando darle un poco de más estabilidad—. Es mejor que no nos movamos de aquí, la gente se está amontonando sobre la puerta de entrada y no se puede salir. Aquí por lo menos no nos caerá nada encima, las gradas están construidas sobre la colina.

     El pequeño grupo se quedó mirando el desastre que estaba ocurriendo delante de sus ojos. Las columnas y hornacinas que decoraban el escenario empezaron a ceder y a caerse sobre los actores que corrían despavoridos. Una de aquellas piezas cayó sobre un hombre al que no le había dado tiempo a correr. Debido al polvo y a los escombros que caía sobre la gente, no se podía percibir cuanta gente yacía bajo el escenario, pero varias personas habían perecido ya. Aquellas losas pesaban demasiado para haber sobrevivido.

—Creo que lo mejor será que nos tumbemos en el suelo hasta que todo esto pase, es demasiado peligroso—. Dijo Marco mientras ayudaba a sentarse a su mujer.

     Los demás imitaron la acción de su jefe y atónitos siguieron observando como el teatro fue destruyéndose poco a poco. Las personas corrían hacia las puertas de acceso intentando buscar una salida que los sacara de aquel infierno. Uno de los niños que había acudido a ver el espectáculo lloraba arrodillado al lado del cuerpo de su madre que estaba tirada en el suelo en una posición antinatural. El polvo originado iba dificultando cada vez más el poder respirar, así que Marco intentaba cubrir la cabeza y el cuello de su mujer con las manos, de repente Julia con voz asustada dijo:

BAELO CLAUDIA © 1 Saga Ciudades Romanas(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora