Capítulo veinticinco |Editado

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Celeste

¡se fue,

con esa perra,

EN MI CARA!

Me moví de un lado al otro en la habitación, en todos los sentidos posibles.

Cuando sentí la puerta cerrarse y el auto partir exploté de frustración.

De todas las personas del mundo, ¿tenía que ser ella?

¿por qué conocía a mi novio?

La rabia no se iba. Bajé las escaleras desesperada y fui a la cocina en busca de algo que pudiera aliviar mi dolor.

Tomé dos pastillas y cuando pasaron cinco minutos vi que no producían nada en mí. El dolor seguía, y yo perfectamente sabía que con simples pastillas no iba a pasar si era un dolor interior.

Pero no podía entenderlo. Aunque quisiera, no podía.

Las lágrimas no tardaron en salir. Me encontraba en absoluta soledad, tal y como estaba hace un tiempo.

Lo peor, era por culpa de la misma persona: Melissa Hurts.

Una sensación de ahogo me invadió y en medio de la poca conciencia que tenía, sentí susto de lo que pudiera llegar a hacer.

Cuando solían darme crisis existenciales combinadas con mis trastornos de personalidad no podía detenerme.

Que ilusa fui creyendo que ya había sanado, ahora me daba cuenta de que no.

Seguí revisando los muebles desesperadamente y de pronto me topé con algo que no había considerado.

Entre los víveres encontré una botella de whisky sellada.

Sin siquiera pensar la abrí y tomé deliberadamente sin la necesidad de recurrir a un vaso.

Caminé hasta el living de la casa y me senté en la alfombra. A medida que el reloj digital avanzaba el contenido de la botella disminuía.

Nunca fui muy fanática del alcohol pero a veces nuestra tristeza es tan grande que hacemos todo con tal de intentar disiparla.

Si Alejandro estuviera aquí...

Bebí otro trago, poco a poco sentí como el alcohol se iba apoderando de mi sistema y me costaba distinguir todo con claridad.

Si Alejandro estuviera aquí... Estaría cuidándome.

No se habría ido con esa perra, no sería capaz.

O quizás si.

-¡Celeste! -miré con los ojos entrecerrados a donde provenía esa voz.

Intenté ponerme de pie pero caí al piso y sentí ganas de reír por ser tan estúpida.

-¡Una fracasada! -grité a penas desde el piso -eso es lo que soy.

Miré la botella y vi que lo que quedaba se había derramado.

-maldita sea -susurré tomando la botella con mi mano.

Me encontraba extendida en la alfombra cuando escuché otra vez esa voz.

-Por favor, Celeste, ve a dormir. Ven, te ayudo.

Sentí unas manos tirando de mis brazos.

-¡No! -grité molesta -¡No quiero dormir! Quiero que me diga a la cara si ella es mejor que yo -dije.

La figura que me estaba hablando apoyó una rodilla al piso y pude verlo más de cerca.

-¿Sebastián? ¿A ti también te rompieron el corazón? -le pregunté mirándolo desde el piso.

Prometo Olvidarte ©| CompletaWhere stories live. Discover now