Capítulo Treinta Y Nueve |Editado

184 16 7
                                    


-¿Celeste Black?

Asentí, un poco adormilada. Apenas eran las 9 a.m. y las tostadas del desayuno querían salir de mi cuerpo a toda costa.

-¿no que lo tenías controlado? -susurró Noah lo suficientemente alto como para que la doctora escuchara.

-Veo que tienes náuseas, ¿hace cuánto las tienes?

-Hace tres semanas aproximadamente. -respondió Noah.

La doctora lo miró con cara de reproche, yo por mi parte reprimí una risa.

Luego de que ambos test hubieran dado positivo, me vi obligaba a hacerme una prueba de sangre.

Aún no estaba totalmente convencida de que estaba embarazada hasta que aquellos exámenes dieron positivo.

Ahora estábamos en mi primera cita médica. Noah había quedado en acompañarme. A veces era muy impulsivo y eso me causaba rechazo hacia él, pero a la vez sentía ternura por la forma en que sus cachetes se sonrojaban mostrando su lado tímido cuando actuaba sin pensar.

Respondí un par de preguntas más de la doctora, las típicas que le hacen a embarazadas. Por suerte nunca he sido fanática del alcohol ni las drogas, siempre llevé una vida tranquila en ese sentido.

-Bien, pasa a la camilla. Te haremos una ecografía para ver que todo esté en orden.

Noah saltó del asiento y me extendió la mano. Rodé los ojos. Ni siquiera me imagino como será cuando me vea con una barriga enorme si está siendo así de exagerado.

Una vez en la camilla, la doctora puso un gel muy helado en mi plano abdomen que, pensándolo bien si tenía un pequeñísimo bulto casi insignificante. Solo yo podría notar eso.

-¿Son padres primerizos? -preguntó.

Silencio.

Me quedé helada. No sentí vergüenza, sentí ganas de llorar, porque me recordó que estaba sola en esto.

Mis ojos se aguaron y no tuve cara para mirar a Noah, quien ya estaba enterado de toda la historia. Se la conté sin dar muchos detalles.

Fijé mis ojos en la pequeña pantalla intentando ignorar la pregunta.

-Así es. ¿debemos tener cuidados especiales?

Me descoloqué totalmente cuando aquellas palabras salieron de su boca, pero lo hice aún más cuando entrelazó su mano con la mía. Realmente me tomó tan desprevenida que no supe que hacer. Me sentí extraña, quizás agradecida.

-No, nada de otro mundo -sonrío la doctora. -las típicas recomendaciones. No debe hacer fuerza, pasar enojos... ah, menos tristeza. Todo lo que tú sientes lo siente tu bebé.

Asentí entusiasta. Últimamente mi tristeza se había disipado un poco, porque cierto ser despreciable de ojos azules aparecía en los peores momentos de algún modo me hacia olvidar de cuanto extrañaba a ciertas personas.

Agradecí a Noah con la mirada, él solo me guiñó un ojo.

-¿ves eso de ahí? -preguntó la doctora apuntando una pequeña mancha en la pantalla. -es tu bebé.

-¿y qué es doctora? -preguntó Noah emocionado.

Para entonces no pude reprimir las lágrimas, ni la risa. La doctora rió conmigo y le explicó que eso aún no podíamos saberlo.

***

-Y ya saben, cualquier cosa extraña que suceda deben venir de inmediato. Aquí está mi número en caso de una emergencia.

Prometo Olvidarte ©| CompletaWhere stories live. Discover now