P1: Capítulo 13

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—Todo habría sido tan fácil si me hubieras contado tu decisión, por el contrario, preferiste que me desterraran —reclamó Dessiré.

Nadie se había movido una vez más, pero podía percibirse el aire denso y difícil de digerir. Aquello era la calma que precede a la tormenta y se veía venir el desastre.

—No me arrepiento de nada, no habrías sido una buena líder. Si ya nos consideran crueles, no puedo imaginar cómo sería contigo.

¿Líder? ¿Qué líder? Cada vez entendía menos y sentía la mirada de los guardias en el filo de mi arma. Quizás podían sentir que estaba encantada.

—Shin fue la indicada —continuó Eu Sung—. Nació para ello y posee toda la conciencia y nobleza que tú nunca podrías presumir.

—No te atrevas a compararnos. Además, si hablamos de conciencia, no deberías estar protegiendo a un hechicero. ¡Son asesinos!

—¿Acaso tú no lo eres! —gritó Eu Sung y todo estalló.

Las armas de Dessiré volaron sobre nuestras cabezas y los diez soldados frente a mí estuvieron armados. Después de todo, no pretendía atacarnos sino organizar a su ejército.

Vi a uno de ellos acercarse y tuve que despedirme de la técnica por un momento. Blandí la espada y corrí hacía adelante trazando un corte con la claymore, que cortó el abdomen de la criatura y lo hizo caer tan solo un segundo después.

Así que eso era lo de aturdir.

Mientras asimilaba la nueva técnica de mi arma, la daga a manos de una sirena voló sobre mi hombro y se incrustó con fuerza en una de las puertas por las cuales acabábamos de entrar.

Esgrimí una vez más la espada y comencé a atacar al resto de los tritones y sirenas que me acorralaban. Lo consideré fácil, puesto que tenía la ayuda del encantamiento de Eu Sung sobre mi espada; pero estaba equivocado, tanto los tritones como las sirenas eran rápidos y ágiles. Lo único que hacía la diferencia era que, al parecer, sus armas estaban en su estado natural y la mía no. Era cosa de un ligero rasguño de mi espada para que cayeran.

Fue más complicado de lo que creí, puesto que su rapidez, resistencia y las recientes dudas surgidas sobre mi esposa me abrumaron. Eu Sung y yo luchamos sin detenernos, ambos recibimos algunas heridas, pero no parecía que pudiéramos perder el control de la situación. Al menos, no hasta que Dessiré intervino.

Las dos estaban enzarzadas en una lucha sin pausas y no parecían tener la necesidad de pensar sus movimientos. En los pequeños lapsos de tiempo que pude observarlas, fue cuando en realidad pude procesar el parentesco. No solo eran dos gotas de agua, considerando su físico, si no que usaban las mismas armas y poseían habilidades igual de impresionantes. Manejaban sus katanas con maestría y no cabía duda de que su entrenamiento había sido orientado a hacerlas letales.

Solo me quedaban cinco soldados conscientes, cuando un estridente grito por parte de Eu Sung me hizo distraer. Sentí un fuerte escalofrío al notar un grueso corte en el hombro de la chaqueta de cuero de ella y su katana partida en dos sobre el blanco suelo de mármol.

Si Dessiré quería matarla, el momento era ese.

—¡Eu Sung! —Avancé hasta ella. La empujé a un lado y me puse justo en frente de Dessiré, recibiendo un corte bastante profundo en mi pecho.

—¡Haru!

De inmediato, el sonido de las flechas de Eu Sung arremetiendo en contra de la última sirena y los cuatro tritones que quedaban conscientes se hizo escuchar. Y, a juzgar por el sonido, diría que los estaba incrustando contra la pared.

CDU 1 - El despertar de Ilora [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora