Capítulo 40

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Ariana lo amaba.

La preciosa hada mágica no sólo le había entregado su confianza, su cuerpo, sus ilusiones, sino también su corazón, su alma.

>Lo amaba< repitió su mente, y miró fijamente la delicada cadenita con el dije de hada que él mismo le había obsequiado meses atrás.

Damien no podía dejar de pensar en eso, en ella, en sus palabras.

<–Te amo... Ya no puedo más, Damien, te amo–>

Ahí, mientras permanecía sentado en el avión con rumbo a una nueva batalla, el joven soldado cerró los ojos, cerró el puño con la cadena, y sintió su pecho palpitar.

Ella siempre era tan dulce, lo miraba de una manera que no podía ni siquiera describir, los ojitos le brillaban, la sonrisa aparecía resplandeciente, su corazón latía junto al suyo...

¿Cómo demonios no lo supo antes? Se recriminó. Pero daba lo mismo. Sinembargo el haberse dado cuenta o no, no cambiaba nada, desde luego no cambiaba el hecho de que él era un completo imbécil.

¡Oh, joder!

Era un cabrón de primera con los peores defectos del mundo, y aún así aquella mujer que había yacido en sus brazos esa noche, y que había dejado en Mission Bay, lo amaba.

Lo amaba...

Parecía todo un sueño, y la ilusión lo mantuvo volando en una nube hasta que una mano en su hombro lo llamó en repetidas ocasiones haciéndolo despertar del trance.

–Eh, Damien, ¿te encuentras bien?– le habló  Chris, y Damien tardó unos cuantos segundos más en reaccionar del todo.

–¿Eh? ¿Disculpa, qué?–

Chris rió.

–Te preguntaba si estás bien, desde que despegamos pareces como ido, y de eso ya bastante tiempo, eh–

–Yo... yo... sí, estoy bien–

–¿Entonces por qué esa cara?–

Damien alzó su mirada al frente, no respondió nada por unos cuantos segundos, pero después de soltar un suspiro volvió a mirar a su amigo.

–Me ama, Chris– dijo, y entonces el peso de sus propias palabras le hicieron entrar de nuevo en un trance que lo lo hizo sonreír por primera vez.

Sin comprender del todo, Chris frunció el ceño.

–¿De qué hablas, Damien?–

–De Ariana– contestó con un tono de voz diferente, ilusionado. Feliz. –Ariana me ama. No está conmigo obligada por las circunstancias, o por la atracción que existe entre nosotros. Ella... ella me ama. De verdad me ama a mí, ¿comprendes eso?–

Sí, Chris comprendía, y fue inevitable no sonreír de oreja a oreja.

–¿Hasta ahora te enteras, genio?– se echó a reír. Él lo había sabido desde meses atrás. –¿Es que no te diste cuenta antes?–

Damien se quedó muy quieto.

–Pues... no– admitió.

Chris lo miró entonces como si Damien no fuese capaz de ver la mayor obviedad del mundo.

–¿La manera en la que te mira no te dijo nada? ¿La manera en la que sonríe cuando estás con ella?–

La manera en la que lo tocaba y se dejaba tocar por él, la manera en que se entregaba, su pasión, su rendición, los besos que le daba...

La manera en la que lo tocaba y se dejaba tocar por él, la manera en que se entregaba, su pasión, su rendición, los besos que le daba

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