Capítulo VIII

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- ¡James! ¡Estás bien! - habían pasado dos días y James no salía de enfermería. Lily se alegró mucho al verlo en el pasillo. - ¿Dónde vas?

- Al despacho de McGonagall, ¿tú también, no?

- A, sí, creía que a ti no te iban a castigar.

- Claro que sí... Bueno, están pensando expulsarme.

- ¿¡Qué!? ¡No pueden expulsarte!

Por fin llegaron al despacho, ya estaban todos allí. Severus se quedó mirandolos, se sorprendió de que llegaran juntos, y algo dentro de él le hizo enfadarse.

- Ahora que estáis todos juntos, quiero decir que he tomado una decisión. - introdujo McGonagall con cara seria. - Potter, Snape... No voy a expulsaros, pero tendréis un castigo especial los dos juntos.

Severus estaba muy contento pero tampoco quería parecer un loco, al contrario que James...

- ¡Bien, bien, bien! - se alegró James - haré lo que sea para que no me expulse.

- Snape, tú dejarás de ver a todos tus "amigos" de Gryffindor. - Al decir esto, Severus no le vio nada malo. ¿Dejar de ver a Po-Potter y sus escuadrón? Genial, pero... - Con todos, quiero decir todos. Incluida la señorita Evans., hasta nuevo aviso.

Algo se rompió dentro de Severus... ¿No ver más a Lily? Y esto, aunque nadie se dio cuenta, también le dolió a la joven bruja...

- En cuanto a ti, Potter, no jugarás más al quidditch, también hasta nuevo aviso.

- ¡¿QUÉEE?!

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